SAN LUIS - Sabado 04 de Mayo de 2024

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El de las rimas visuales

Es una de las figuras fundamentales del nuevo cine argentino y uno de los pocos cineastas cuya filmografía puede verse en su totalidad por streaming. Un repaso por sus mejores películas.

Por Leonardo Kram
| 11 de septiembre de 2023

Con la llegada a Netflix de cuatro de sus largometrajes, Pablo Trapero es uno de los pocos directores argentinos con toda su filmografía en los servicios de streaming. Uno de los pilares del nuevo cine argentino, de 51 años, conjugó éxito de público y prestigio, algo que pocos cineastas contemporáneos consiguieron. Y si bien no fue nominado al Oscar (aún), su influencia en el panorama cinematográfico local es innegable.

 

Los inicios del Trapero de veintitantos, egresado de la FUC, son muestra de lo mejor de su obra. “Mundo grúa” (1999), que puede verse en Netflix, presenta a un cineasta, como varios de su generación, interesado en poner en foco al hombre común, quien a fines de los 90 y comienzos de los 2000 era víctima de las penurias de la precarización laboral, la falta de empleo y la corrupción policial. Pero con habilidad, el director evita el panfleto y cuenta historias emotivas y crudas.

 

“Mundo grúa” relata la historia de “Rulo” (Luis Margani), un músico retirado que intenta integrarse al mercado laboral trabajando en la construcción. Filmada en blanco y negro, en 16 milímetros, con actores casi desconocidos, la película sigue el periplo de un hombre y su búsqueda por un trabajo estable. Nunca se vuelve una denuncia explícita de las condiciones laborales; en cambio, lo relata como un drama con tintes de comedia.

 

Allí donde faltan viandas para obreros o se los despide sin aviso, Trapero elige mostrar la belleza accidental de las grúas y las retroexcavadoras, y en el centro de todo coloca a un hombre con sobrepeso, solitario y melancólico, como si se tratara de un detective de un filme noir. “Rulo” está en la búsqueda no de trabajo, sino de sentido. En un lugar que parece no darle oportunidades para una buena vida, encuentra refugio en sus amigos, su familia y hasta una pareja casual. Es un estudio de personaje, de una persona con contradicciones, alegrías y dolores: una persona real.

 

Trapero, luego, haría “El bonaerense” (2002), que puede verse en Prime Video, donde conjugaría el género, la belleza visual y la reflexión sobre los aspectos más oscuros de la sociedad rioplatense. Allí cuenta, de manera cruda, casi documental, el derrotero de “Zapa” (Jorge Román), un cerrajero de un pequeño pueblo que ingresa a la Policía provincial.

 

Ya en esta película se podía ver el cuidado visual del director, quien con el correr de los años, con mayores recursos económicos y tecnológicos, se haría más fuerte. Trapero filma bares de pueblo y casas de campo con una belleza casi pictórica, inédita para el cine argentino reciente.

 

Tras dos películas sin mucha repercusión, como lo fueron “Familia rodante” (2004) y “Nacido y criado” (2006) (ambas en Prime Video), Trapero llegó a otro punto alto de su carrera con “Leonera” (2008) y “Carancho” (2010). Aquí, ciertos elementos de su cine se consolidarán y su éxito de público comenzaría su camino ascendente. Por un lado, un estilo visual cuidado pero claustrofóbico, con planos secuencia pero una cámara siempre cercana, asfixiando a los personajes.

 

Por el otro, el ánimo del director de meterse de lleno en los géneros. “Leonera”, que se puede ver en Netflix y Prime Video, es una historia de cárceles. Julia, una joven universitaria (Martina Guzmán, pareja del realizador), es acusada de asesinato y enviada a la cárcel, donde veremos cómo cría a su hijo.

 

Filmada en cárceles reales, con la colaboración y presencia de celadoras e internas, el director hace foco en un hecho incómodo para la sociedad, pero claramente posible: la maternidad tras las rejas. Hay algo sin restricciones en la manera en que Trapero filma la cárcel, los cuerpos con sobrepeso y cicatrices de esas internas, y las penurias y pequeñas alegrías que atraviesa su protagonista. No hay libertad para la madre y su hijo, pero aun así hay un calor humano en esa familia, consolidada por amigas y abogadas, quienes hacen del encierro una experiencia no tan tortuosa.

 

El director crea una obra que se hace más rica con sus múltiples visiones, que siendo dura no se siente cínica y que cree en la resiliencia del ser humano, de las mujeres y las madres en última instancia contra las crueldades que ofrece el mundo.

 

A su vez, en este tramo de su carrera colaboró con una de las estrellas máximas argentinas, Ricardo Darín, quien de alguna manera lo introdujo al gran público. En esta relación simbiótica, el actor también ganó prestigio e historias más arriesgadas, algo que seguramente buscó luego de su consagración con “El secreto de sus ojos”.

 

“Carancho”, disponible en Netflix y Star+, se embebe de la tradición del policial negro y de las historias de amor trágicas. Relata las andanzas de Sosa, un abogado que “caranchea”, es decir, que ronda accidentes de tránsito y así cobra seguros para la firma en la que trabaja, La Fundación. En este camino de violencia conoce a Luján (Guzmán), una paramédica adicta a los analgésicos.

 

Pocas películas recientes muestran el grado de violencia de “Carancho”, que si bien no es explícita, se hace fuerte en el diseño de sonido y el trabajo de cámara. Hay también una suerte de violencia institucional que se ve en los dos profesionales protagonistas: Sosa, atrapado en la firma diabólica que se aprovecha de los pobres accidentados, y Luján, por un sistema de salud público que la explota y la maltrata.

 

Dentro de ese infierno en la Tierra que son las salas de emergencia y los accidentes de ruta, apunta al melodrama. Darín y Guzmán interpretan convincentemente a dos enamorados en momentos pésimos de sus vidas, en donde el cuidado, el sexo y la compañía mutua se vuelven vitales. El filme tiene un final shockeante y se vuelve reflexión sobre los límites morales de las profesiones y la podredumbre del sistema legal.

 

Trapero continuó su carrera con la correcta pero menos efectiva “Elefante blanco” (2012), donde repetiría la dupla Darín - Guzmán (en Netflix, Star+ y Prime Video), y luego con “El clan” (2015), su mayor éxito de público, con más de 2 millones y medio de espectadores, disponible en Star+.

 

La última película de Trapero se estrenó hace cinco años. “La quietud” (2018, Prime Video y CineAr) tuvo una recepción tibia, destacándose la participación de la enorme Graciela Borges, en un relato romántico con poco brillo.

 

En estos años, el director se dedicó a la televisión, con proyectos para Prime Video y Apple TV. Sin anuncios para la pantalla grande, revisar sus películas es pasear por géneros como el policial, el drama y el romance, de la mano de un gran despliegue visual y pintando un fresco de la sociedad argentina. Una sociedad que para Trapero parece fallida y corrupta, pero donde el sentido de comunidad y el afecto se vuelven las herramientas para sobrevivir.

 

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