SAN LUIS - Sabado 18 de Mayo de 2024

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Un sistema agrícola que optimiza los recursos naturales

El establecimiento La Cañada está emplazado en el paraje Los Pejes, en Luján. En total son seis mil hectáreas en las que conviven animales autóctonos con los cultivos.

Por María José Rodríguez
| 26 de agosto de 2023
Campo. Martín Pasman rodeado de plantas amarillas, contrastan con otros sectores.Foto: Inés Cobarrubia

El establecimiento La Cañada  está ubicado a las afueras de Luján, en el paraje Los Pejes. Hace poco la revista El Campo visitó las instalaciones para conocer de cerca y en detalle cómo es la producción de papas, uno de los cultivos más requeridos por los paladares argentinos. Ahora resta describir que dentro del mismo predio, que mide seis mil hectáreas perfectamente organizadas, también se produce trigo, maíz y soja.

 

El propietario es el ingeniero agrónomo Martín Pasman, que pertenece a la sexta generación de productores en su familia, contó, en aquella oportunidad, que en 1840, cuando nació el primer Pasman en Argentina, se dedicó a la agricultura y desde entonces se dedican a este rubro.

 

Además fue pionero en el país al instalar sistemas de riego por pivote central, un sistema de aspersión mecanizado brinda agua a los cultivos en un patrón circular. También fue asesor y administrador en CREA.

 

Al visitar San Luis para instalar los primeros equipos en Villa de Merlo y en Candelaria, descubrió que esta provincia era un espacio propicio para instalarse y le recomendó a su familia vender un campo en Corrientes para comprar el de Luján, aunque también tiene campos en Córdoba, específicamente en Villa Dolores.

 

En medio de un viaje por Nebraska, en Estados Unidos, Pasman contó, a través de una comunicación telefónica que el trigo es muy importante para su empresa, “una vez que transformamos la tierra, cuando llegamos a San Luis, instalamos los equipos de riego. Este cereal fue el primer cultivo, aunque también lo es la papa, en la rotación para empezar a mejorar la calidad del suelo y hacer una buena base agrícola”, indicó sobre los primeros pasos de su trabajo en la provincia.

 

 Rastrojos. Los restos de maíz y de trigo son muy valiosos ya que actúan como cobertura de los suelos.

 

 

“Hacemos análisis de suelo, antes de sembrar y después de cosechar para observar la cantidad de nutrientes y agregar si hace falta”, Martín Pasman (Ingeniero Agrónomo y productor agrícola)

El entorno del sistema productivo es natural, hay animales autóctonos que aprovechan a alimentarse de los cultivos, un aspecto que al propietario no le molesta en absoluto, “al contrario, que los animales convivan con la producción agrícola es índice de que hay un equilibrio en el que interactúan especies, en el que no hay desmonte y se optimizan los espacios, pero se cuida el medio ambiente”, expresó. 

 

Actualmente elaboran dos tipos de trigo, “el candeal que es el que se utiliza para hacer pastas y ya tenemos contratos con los Molinos Río de la Plata, que son quienes trabajan la materia prima; y el que se usa para elaborar pan, que va a una molinera común”, contó el ingeniero agrónomo.

 

“En cuanto al rendimiento estamos entre los 5.500 y los 6.500 kilos por campaña. Hacemos siembra directa, generalmente viene trigo, después de cosechar el maíz o la soja, generalmente es así, hacemos la rotación de cultivos y el trigo viene atrás del maíz”, explicó.

 

Un aspecto importante en este sistema productivo es que el riego está optimizado y se realiza con aproximadamente 450 y 500 milímetros de agua, “es de excelente calidad, y considero que la de San Luis es una de las mejores del país”, opinó.

 

“Además fertilizamos según lo que nos den los análisis de suelo. A todos los lotes del predio se les hacen análisis antes de sembrar y al cosechar para ver qué cantidad de nitrógeno, fósforo o demás elementos contienen, o tenemos que agregar. Pero todo siempre es según los resultados que arrojan los análisis, más un balance potencial de rendimiento del cultivo, es decir, que buscamos en qué mejorar y agregamos nutrientes, según el objetivo que nos trazamos en la planificación”, especificó Pasman.

 

 Sachacabra. El propietario del establecimiento aseguró que los animales autóctonos pueden ingresar a la zona de cultivos.

 

 

El ingeniero detalló que para fertilizar el suelo usualmente aplican fosfato monoamonico, nitrógeno líquido, y si es necesario hacemos correcciones de azufre, zinc y boro según las necesidades. “El trigo necesita una fertilización especial para que la calidad sea óptima”, dijo y agregó que: “Maíz sembramos en tres fechas, desde principio de septiembre hasta mediados de enero. Porque a medida que vamos cosechando la papa vamos sembrando este cereal. Hacemos lo mismo cuando cosechamos el trigo, el cultivo que lo precede generalmente es el maíz. Nuestra rotación es muy intensa en trigo y en el maíz”.

 

Para fertilizar los lotes aplican fosfato monoamónico y nitrógeno líquido, para hacer correcciones utilizan azufre, zinc y boro.

“Hacemos muy poca cantidad de soja, en total destinamos unas 400 hectáreas por año. No mucho más. Porque una vez que producís papas, hay que reconstruir el suelo con muchos cultivos que nos aporten materia orgánica como es el trigo y el maíz. Y comercialmente el maíz llega todo en la zona, es decir en San Luis, La Rioja, San Juan y Mendoza. En cambio a la soja, la tengo que transportar hasta el puerto, entonces los costos comerciales son mayores”, especificó el agricultor.

 

En el momento en el que la revista El Campo visitó a Pasman, las plantas de maíz eran amarillas y se encaminaban a otra exitosa cosecha. En otros lotes el trigo era apenas perceptible y su rol era muy valioso en la cobertura del suelo.

 

“Generalmente utilizamos híbridos de punta, que son de las distintas marcas. Buscamos aquellos que en el momento de sembrar estén rindiendo mejor y se adapten a las condiciones de la zona”, explicó el productor en cuanto al uso de semilllas, y añadió que algunos de los detalles que no escapan a su consideración son “las densidades, nosotros nos aseguramos de que sean altas, de que rindan un promedio de ochenta  mil a noventa mil plantas”. 

 

 Automático. Pasman está sobre una de las máquinas que selecciona papas.

 

 

Pasman indicó que el inicio de la siembra es a principios de septiembre, “como si fuese un maíz de primera, estos lotes vienen todos atrás de papa o trigo, es decir, todo lo que es de septiembre a fines de noviembre va atrás de papa. En el caso de diciembre es atrás de trigo y a partir del 10 o del 15 de diciembre, hasta mediados de enero, todo es detrás de la papa que cosecho en los dos últimos meses del año”, dijo.

 

Pasman indicó que el inicio de la siembra es a principios de septiembre, “como si fuese un maíz de primera, estos lotes vienen todos atrás de papa o trigo, es decir, todo lo que es de septiembre a fines de noviembre va atrás de papa. En el caso de diciembre es atrás de trigo y a partir del 10 o del 15 de diciembre, hasta mediados de enero, todo es detrás de la papa que cosecho en los dos últimos meses del año”, dijo.

 

De las seis mil hectáreas totales, en La Cañada destinan unas 2.300 al trigo, y otras 2.300 al maíz; de soja, son muchísimas menos, alrededor de 400.

 

“En algún momento pensé en hacer algodón sí, pero no lo quiero producir. Hago un cultivo como la papa, entonces tengo una rotación en función de la papa y a mí no me gustaría tener la rotación con algodón”, especificó Pasman.

 

Martín Pasman aseguró que es un apasionado en lo que hace. “Producir todo tipo de cultivos me fascina. Transformar un pedazo de tierra en alimentos para el ser humano,  generar trabajo, y hacer todo de manera sustentable, no tiene precio”, expresa el agricultor y reconoció que si tiene que optar por trabajar solo con uno, ese sería el maíz.

 

 De modo circular. El sistema de riego es muy importante, en este caso es por pivot.

 

 

“Producir todos los cultivos me fascina, si me das a elegir uno, mi preferencia es por el maíz ya que responde bien a cualquier manejo”, Martín Pasman (Ingeniero agrónomo y productor agrícola)

“Este cereal me encanta por varios motivos: el tamaño de la planta, por cómo lo llevás en su desarrollo, por la tecnología que implica hacerlo y porque es muy preciso también. Es un cultivo de precisión y responde muy bien al manejo que le hagas”, opinó el ingeniero agrónomo.

 

Con respecto al riego del maíz, Pasman dijo que como en la zona no llueve casi nada, o llueve muy poco, “vamos trabajando con la mínima cantidad. Desde treinta días antes de la etapa de la floración a veinte días después, esos cuarenta y cinco, cincuenta días, tenemos que tener muy bien el riego, y balancear con la evapotranspiración que tenga el cultivo. Vamos equilibrando la demanda con la cantidad de agua que el cultivo precise, para ser eficientes aplicamos la menor cantidad de agua posible, todo con el sistema de pivot”, indicó.

 

Volvió a destacar la calidad del agua  y afirmó que además obtienen este recurso de una perforación que tiene en el predio, “el nivel estático está entre los 25 y los 30 metros, y el dinámico se encuentra entre los 35 y los 40 metros”, explicó y añadió que son perforaciones de las que se obtienen 400 metros cúbicos y permiten regar muy bien los cultivos. “La verdad es una zona muy productiva en cuanto al agua y a las condiciones climáticas y las características del suelo”, dijo.

 

Además de La Cañada, en Luján, Pasman tiene otro campo en Quines, allí trabaja sobre 420 hectáreas que están bajo riesgo.

 

Para que la familia continúe con la actividad agrícola Pasman tiene tres hijas, que se dedican a la educación, aunque visitan seguido el establecimiento. “Además de ellas tengo un varón que todavía está en la facultad”, aseveró y agregó que también cuenta con la ayuda de sus sobrinos que actualmente trabajan en el campo.

 

 

La estrella principal es la papa

 

El ritmo de cada actividad está marcado por la papa, que es la estrella principal. Una parte se destina al consumo industrial, para la empresa McCain y  otra parte es para Simplot, que es la papa frita bastón que se compra precongelada.

 

Por año el productor obtiene 65 toneladas de papa fresca, una parte se industrializa y la otra llega a las verdulerías de todo el país.

Por año obtienen 65 toneladas aproximadamente. En el campo trabajan las variedades sagitta, spunta e innovator, y la producción de San Luis abastece a todo el país.

 

Este tubérculo, tan popular en la dieta de los argentinos se siembra en febrero y desde junio hasta fines de septiembre lo cosechan. Después, en una segunda tanda, a principios de agosto  vuelven a sembrar y se sacan de la tierra en diciembre.

 

“No usamos el mismo lote para producir papa porque hacemos rotación de cultivos, pero sí trabajamos todo en el mismo campo”, contó Pasman, quien también especificó que la producción que se siembra en febrero va para consumo de mesa y llega a todas las verdulerías del país.

 

El proceso de cosecha se hace a mano y con máquinas. Van a ritmo constante, apenas salen de la tierra pasan por una máquina que las selecciona, y las que no salen por este mecanismo se recolectan a mano y se embolsan.

 

“De lo que se siembra en agosto producimos cerca de 40 toneladas, de lo de febrero entre 20 y 25. El ciclo productivo que abastece permanentemente el mercado de la papa en el país, y comienza en enero hasta junio, y después queda a cargo de Buenos Aires y Mendoza; en junio y julio, empieza a cosecharse en el este de Córdoba, Villa Dolores y el norte de San Luis, hasta mitad de octubre. En noviembre le toca a Tucumán durante un mes y luego vuelve al ruedo Villa Dolores y San Luis”, concluyó.

 

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