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El abrigo, entre guerras mundiales

Protegerse del frío nunca fue tan versátil como ahora. Sin embargo, fueron más de cien años de probar telas, atravesar balas y crisis económicas hasta llegar a las puffer y los pilotos.

Por redacción
| 03 de julio de 2023

Por Dafne Palacio

 

 

A lo largo de la historia, la moda fue y es un aspecto inquietante para la sociedad. Existieron piezas que evolucionaron a través de los años, pero que no dejan de ser un elemento clave y, a veces, hasta necesario en el armario. Una de las prendas más fundamentales que a la fecha todavía sobresale con estilos, colores y cortes nuevos es el abrigo en invierno.

 

En esta década de los 2000, de tendencias fugaces y muchas veces sin conciencia, una mujer puede llevar un abrigo de nylon y luego uno elegante de lana con aplicaciones de faux-fur (piel sintética) en el mismo día. Así es la moda hoy, democratizada y con millones de opciones, pero la funcionalidad sigue siendo la base del diseño y, entre miles de estilos y materiales, el abrigo, como su descripción lo dice, tiene un solo propósito: abrigarnos. Pero, ¿qué circunstancias y consecuencias existen detrás de una larga transformación de algo tan simple como protegernos del frío?

 

En 1914 el diseñador Thomas Burberry recibió el encargo de crear una prenda impermeable, resistente, cómoda y que protegiese a los soldados británicos en la Primera Guerra Mundial (1914 a 1918) y de ahí su nombre en inglés, trench (abrigo de trinchera), o actualmente conocido como piloto. Hay quienes defienden que las gabardinas solo vestían a los altos mandos y no a los soldados en el campo de batalla.

 

El trench coat diseñado por Burberry para el Ejército británico era ligero y portaba solapas adicionales para protección del frío y la lluvia, una capa superpuesta para que el agua se deslizara por la espalda y los hombros y llevaba cinturón con anillos para utensilios militares. Aportaba comodidad y distinción.

 

Cuando la Gran Guerra llegó a su fin, Burberry decidió comercializarlo para el público general. Así, creció su popularidad entre el género masculino por el mérito de haber sido uniforme de los valientes soldados británicos. De hecho, volvió al campo de batalla en la Segunda Guerra Mundial.

 

Después de la primera Gran Guerra, en los años 20, las telas se volvieron muy baratas en Europa y se comenzaron a llevar abrigos largos en terciopelo con cuellos y mangas en pieles de animales que definieron el estilo de la era del Jazz. El zorro era muy popular entre las mujeres, la piel se usaba en los cuellos, puños y ruedo de los tapados. En ese momento no se habían desarrollado las telas sintéticas, todo lo que se usaba era natural, hasta las medias, que eran de seda.

 

Luego, entre una depresión económica y de nuevo una Guerra Mundial (1939 y 1945), los abrigos de los soldados comenzaron, esta vez, a llevarlos las mujeres y se ajustaban en la cintura haciendo una figura de reloj de arena.

 

En los 40 ya los uniformes militares habían influenciado la producción de ropa de las mujeres creando abrigos rectos y con hombros cuadrados y rígidos.

 

En mayo de 1945 terminó la Segunda Guerra Mundial y transcurridos los primeros años de la posguerra, la sociedad volvió a la cotidianeidad. Las personas dejaron atrás años de sufrimientos y privaciones, y en el caso de las mujeres, volvieron a sentirse bellas y seductoras. Los años 50 pueden considerarse como el inicio de la era del diseño de moda, en donde las nuevas tendencias que surgieron son el reflejo de una mujer segura y elegante.

 

Una década que asoma sus inicios ya en 1947 con la presentación de los diseños de Christian Dior, quien apostó en devolver a las mujeres de esa época el glamour y la belleza que los años de la guerra le habían prohibido.

 

A principios de la década de 1950, el abrigo cambió nuevamente de estilo y de manera radical. Era completamente suelto, permitía llevar prendas anchas por debajo como un corte de estilo blusón y desestructurado. A veces con detalles decorativos, como un cuello astracán (piel de cordero) y botones grandes. Además, se utilizaban mucho como ropa de maternidad durante el baby boom.

 

En la década de los 60, el símbolo de estatus era el uso de abrigos de piel. Los estampados de animales también estaban de moda entre las mujeres distinguidas de la época. Los diseñadores más reconocidos usaban piel de leopardo y accesorios elegantes como un cuello pequeño, botones grandes y mangas anchas.

 

 

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