14°SAN LUIS - Viernes 03 de Mayo de 2024

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Humor digno

El cómico, conocido como oficial Gordillo, cuenta el detrás de cada carcajada basada en su infancia, su familia y su presente como padre.

Por Astrid Moreno
| 17 de julio de 2023
El humorista tucumano desea visitar la provincia con su nuevo espectáculo. Foto: Gentileza.

El humorista nacido en Famaillá, perdedor por deporte de ollas Essen y amante del sánguche de milanesa, invita a su público a que se ría de sus pobrezas dignas mientras parafrasea a “Esperando la carroza”, navega entre nuevas y viejas paternidades y esquiva los chistes de suegras en el camino. Miguel Martín, más conocido como el Oficial Gordillo, hizo su carrera a base de contar historias de su vida y algunas ajenas que, según sus propias palabras, como buen tucumano se apropió.

 

Miguel presenta su nuevo show “Gordillo amigo (de lo ajeno)”, que aunque estuvo en tratativas para pasar por la provincia, de momento no llegará, al menos este año. Sin embargo, en una charla con Cooltura dejó abierta la posibilidad de visitar San Luis y Villa Mercedes en  2024.

 

 

―¿Cómo nació esta idea de tomar algo como Tucumán y tus vivencias, algunas muy costumbristas de la provincia, y hacerlas masivas?

 

―La verdad fue pura casualidad porque nunca pensé que iba a salir de mi ciudad y mi pueblo natal, Famaillá, y de las pequeñas obras de teatro que hacía los viernes. Después me mudé, porque soy analista de sistemas, y trabajaba en una empresa de computación en Tucumán, y empecé a hacer humor los fines de semana en bares, y luego seguimos con un programa de televisión. Así fue como se empezó a masificar y comenzamos a ver que nos llegaban mensajes de Salta, de Santiago del Estero, de Catamarca, que nos veían por YouTube. Por lo que decidimos presentar el programa en esas provincias. Más tarde, ya para 2010, viajamos con las obras de teatro que eran una extensión del programa. Y así fue que empezó a llegar a Córdoba. Lo pasaban en Cadena 3 y de ahí nació la idea de hacer temporada en Carlos Paz.

 

 

―Muchos de tus chistes hacen referencia al dicho popular de que los tucumanos son ladrones. ¿Cómo es recibido tu humor allá?

 

―El tucumano es muy autocrítico, se ríe mucho de sí mismo, de su tonada y de las gastadas. Esto de que somos ladrones se replica con otras cosas en las demás provincias: los santiagueños son vagos y duermen la siesta o el salteño es lento, entonces creo que acá en el norte al tucumano no le molesta esa fama, sino que al contrario, siempre se mofa de eso y no tiene problema. Yo pensaba que iba a tener un rechazo acá en mi propia ciudad, en mi propia provincia; pero es al contrario, el 99,9 por ciento de la gente siempre me saluda bien, les gusta lo que hago o cuando subo alguna publicación comenta riéndose. Creo que el tucumano y el cordobés son los únicos dos en todo el país que tienen ese chip de reírse de sí mismos. Lo digo por experiencia, porque tengo padres sanjuaninos y cuando iba a San Juan y los imitaba se re enojaban. En cambio, cuando vos los imitás acá en Tucumán se ríen de eso.

 

 

―¿Cómo es la selección de las historias que contás en los shows?

 

―Durante todo el año voy anotando recuerdos que se me desbloquean a partir de los que me llegan por las redes sociales o lo que me cuentan por ahí. En los primeros shows, las historias reales eran el veinte por ciento y en los últimos, ya creo que el noventa por ciento son cosas que me pasaron. Todo lo que es redes sociales, los videos de TikTok con gente que cuenta anécdotas, o los memes, a mí me destraban un montón de recuerdos. Incluso, hay anécdotas que me las cuentan amigos que yo ni me acordaba, y después hay otras que no son propias, pero que me las adueño.

 

 

―Un tema recurrente es el de la pobreza, ¿hubo un proceso de transformar una situación delicada en humor?

 

―En Famaillá éramos todos más o menos iguales. Y cuando empecé a salir por el país, fui a lugares como Santa Fe o Buenos Aires, que uno acá en el norte piensa que no sufren de pobreza, que son todos ricos y que viven en un paraíso, pero me di cuenta que aquel que tiene barrio sabe lo que es. Una vez, Jorge Real me preguntó en una nota si la gente me entendía cuando hablaba de ciertas situaciones y le dije que el que tiene barrio me entiende. El que ha tenido otra vida, un buen pasar o nació en cuna de oro por ahí no le va a hacer tanta gracia porque va a decir “uy que horror esto que está contando el chico este”. Además, para nosotros el humor es el mecanismo de defensa que teníamos. De todas formas lo nuestro no era miseria, era una pobreza digna, diría Antonio Gasalla en “Esperando la carroza”. Teníamos para comer, si era una situación económica complicada, como recuerdo desde siempre. Desde el 83 en adelante siempre estuvimos en crisis. A mí me tocó estar bien, estar más o menos y estar cagado. Me crié con ese cantito de “estamos en economía de guerra”; mi papá era un simple almacenero y mi mamá ama de casa, entonces con tres varones las cosas se les hacían difíciles. Yo noto que la gente se enorgullece de esos momentos y hacemos catarsis todos juntos.

 

 

―¿Tu mamá es así como la describís en tus sketches con la voz de Batman, el amor por las ollas Essen y la capacidad de curar el empacho?

 

―Sí, tal cual. Ahora lo niegan rotundamente, obviamente, porque los padres entran en una amnesia temporal que dicen: "No, yo jamás te levanté la mano”, “yo jamás te grité”. De repente, empezó a ser Panam mi vieja, así dulce, sobre todo con mis hijos. Hay un meme que dice “yo viéndola a mi mamá cómo le explica matemática a mi hijo con canciones y a mí me tiraba con el palo de amasar o con la ojota”. No es lo mismo ser abuelo que ser padre; a mí me pasa que trato de ser lo más pedagógico posible, no les pego a mis hijos, obviamente, pero antes es como que no les daba tanta bola cuando estaba laburando, ahora ellos te exigen que estés. Por ejemplo, estoy penado en los cumpleaños de ellos para poner fechas de shows y días importantes como el del Padre, la Madre o Navidad y Año Nuevo. Trato de uno o dos fines de semana al mes estar con ellos y los días de semana los llevo y los busco al colegio.

 

 

―¿Y tu papá? Siempre lo mostrás como un tipo duro…

 

―Él falleció en 2009, pero sí. En mi nuevo show hay una parte dedicada a los padres en la que comparo a un vecino que teníamos en Famaillá, que era muy amoroso con sus hijos, y mi papá, que nunca nos manifestó una demostración de cariño. Este hombre le decía "te amo" a su hijo y a mí me ponía incómodo. La mayor demostración de cariño de mi viejo fue cuando una vez nos manguereó porque estaba lavando el auto. La gente se ríe mucho en ese momento del show porque yo estaba feliz de que mi papá me había tocado con agua. La gente que fue chica en los 70 u 80 llora de la risa en esa parte; ahora, gracias a Dios, han cambiado los padres. Mi viejo era un buen tipo, solamente que no estaba preparado para dar amor con contacto físico y palabras, él lo demostraba de otra manera, cómo lo sabía hacer y cómo lo pudo hacer. Para él darnos de comer y ser presente, era ser un buen padre.

 

 

―¿Cómo manejás ciertos temas que quizás antes eran fuente corriente de los humoristas, pero ahora ya quedaron atrasados? Por ejemplo, los chistes de suegras.

 

―Al humor lo trato de hacer en primera persona para no agredir a nadie. Los chistes de suegras los hice en algún momento, los hacíamos todos los humoristas porque no estábamos deconstruidos, así como los chistes homofóbicos, racistas o con alguna discapacidad física, eso ya no va más. Siempre trato de ponerme en primera persona, por ejemplo, hablo del bullying que yo sufría cuando era chico: me decían "gordo tetudo", la gente se ríe por cómo lo cuento, obviamente, pero yo no lo viví tan espeso, porque a mí me decían así y yo se los devolvía con una piña. Todo se terminaba ahí, era así; ahora lo cuento como si fuera una víctima y la gente siento que se identifica, todos vivimos alguna situación parecida, y después se ríen de mí también, lisa y llanamente, se ríen del gordo tetudo que cuenta la historia del payaso en un cumpleaños, que eso sí es cierto. Hace poco se murió el payaso, nunca dije bien quién era, en el monólogo lo cambié y dije que lo habían contratado para un cumpleaños, imaginate si mis viejos iban a hacer eso, era un evento en la Municipalidad que lo habían traído, era muy famoso, una especie de Krusty de Tucumán. Nunca lo quemé porque labura de esto, pero tenía un humor bastante agresivo, como lo era antes con cualquiera, con el pelado, la suegra, los niños, no diferenciaba de nada. Qué más lindo que vengan a verte al teatro y se sientan bien, es como cuando recibís a alguien en tu casa, si lo vas a hacer sentir mal no tiene sentido. Todo lo puse en mí, entonces el gordo, el cornudo y todo lo que sea agresión me autoflagelo, obviamente que no me duele, para que la gente la pase bien.

 

 

―¿El oficial Gordillo está inspirado en un policía real?

 

―Sí. Cuando tenía unos 18 años mi mamá me lavó la cédula, que era un papelito, no es como el DNI de ahora que es una maravilla, y se me rompió, entonces me mandó a la Policía a renovarla. Ahí me atendió el oficial Gordillo, que no se llamaba así, y me dijo ”No ‘podí’ tener así la ‘célula’”. Hablaba muy tucumano. Me quería imponer autoridad y hablaba como se le cantaba, me cagó a pedo por tener así la cédula y me dijo "Pasá que te vo' a poner el nombre, ¿cómo te llamá' chango?" y cuando le dije Miguel Martín me preguntó por el apellido y cuando le repito Martín me dice: "No puede ser, eso e' un nombre papá". Yo no podía creerlo, porque uno allá tenía la imagen de que los policías eran personas muy preparadas, muy cultos y no, hay de todo en la vida. Me dio mucha gracia cómo me trataba y cómo hablaba, entonces me decidí a hacer algo con eso y empecé a prestarle atención a los policías que hablaban en la televisión y la radio, y me daba mucha gracia.

 

 

―Mencionabas las redes sociales, y ahora en TikTok se ven muchos de tus clips que la gente…

 

―Eso está buenísimo. La verdad es que si no fuese por las redes sociales y por YouTube yo no hubiese tenido tanta trascendencia, al no vivir en Buenos Aires y no tener televisión nacional es muy difícil que te conozcan; entonces nació esto de usar las redes sociales para que artistas del interior tengamos una posibilidad. Me encanta que hagan los doblajes y me llena de orgullo. Veo mucho las redes y comparto siempre.

 

 

―¿Con tu nuevo show vas a pasar por San Luis?

 

―Creo que en esta oportunidad no vamos a pasar por San Luis, mi representante estaba hablando con gente de Villa Mercedes, pero este año ya tenemos todas las fechas. Quizás el año que viene sí, nos faltan San Luis, La Rioja y Catamarca.

 

 

―¿Cómo es la dinámica en esta oportunidad?

 

―Tiene cuatro cuadros, en el primero Gordillo presenta un detector de mentiras que lo prueba con el público, generalmente agarra parejas para ver cuál es el más mentiroso. Hay un yaguareté de por medio que se va inclinando, es medio corrupto de todas formas. En el segundo, se pelea con Piñón Fijo, le roba el personaje y lo fusiona con Panam; se llama Panam Fijo y Gordillo ahora quiere hacer cosas para niños. En el tercero aparece mi mamá que viene a festejarle el cumpleaños de quince de la hija que nunca tuvo, subo a una persona del público y se lo festejamos con todo, muy al estilo de los 80, ahora los chicos deciden antes, la fiesta era lo que querían los grandes. Y el último cuadro, Gordillo cuenta su viaje a Qatar y cómo es la relación con su familia, porque metimos un canje con una empresa de viajes, así que cuento las aventuras en el Mundial, lo caro que era todo y cómo hacíamos economía de guerra para comer.

 

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