19°SAN LUIS - Miércoles 24 de Abril de 2024

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Gabriel Barba y el Papa Francisco: un encuentro de esperanza

La agenda del obispo Gabriel Barba no se detiene y en los últimos días se vio impregnada de momentos únicos. El referente de la Iglesia Católica de San Luis estuvo en el Santuario de Fátima, en Portugal, donde ofició misas a instancias de las celebraciones patronales. Allí compartió importantes acciones con el sacerdote de la diócesis puntana Agustín Torti, quien se encuentra en el lugar como capellán para la lengua española. Pero las experiencias esperanzadoras no terminaron ahí. Barba hizo paso también por el Vaticano y visitó al Papa Francisco.

 

De acuerdo a lo que publicó el área de prensa del Obispado, Barba tenía programada la audiencia con el Santo Padre. Se reunieron el martes, a lo largo de una hora (plazo gratificante si se tienen en cuenta las obligaciones de Francisco). Durante la jornada, Barba precisó detalles del trabajo pastoral concretado en la provincia.

 

El miércoles, monseñor participó de la audiencia pública en la plaza San Pedro junto a otros obispos y fieles de todo el mundo. Tuvo la oportunidad de rezar junto a la tumba de San Pedro, donde pidió muy especialmente por toda la diócesis.

 

Una lectura más minuciosa de los hechos puede inferir una cuestión fundamental. Si bien no se difundió la totalidad de lo expuesto ante la máxima autoridad de la Iglesia, se sabe que la instancia fue ideal para que Barba realizara algunas consultas a Francisco y le pidiera su consejo.

 

Ese aspecto es icónico. Si bien podría decirse que todo obispo manifiesta en alguna instancia de su desarrollo ministerial este tipo de visitas, lo efectuado va anclado a una idea que forma parte de la columna vertebral de la fe católica: la obediencia.

 

De hecho, las líneas del comunicado oficial de alguna manera expresan esta noción: “Así como ha sido en Fátima y desde Roma, nos unimos en oración, rogando a Dios para que seamos fieles a Jesucristo en comunión con toda la Iglesia bajo la guía del Papa”. En las fotos difundidas de la reunión, se aprecia a un hijo que con alegría va hacia un intercambio enriquecedor.

 

Francisco ha sido injustamente vapuleado en los últimos tiempos: quienes buscan la grieta lo apuntan por cuestiones de índole política. Para los conservadores, es un referente casi ligado al comunismo; para los más progresistas, es la mano tenaz del conservadurismo. En definitiva, es atacado por múltiples sectores. Quizá la integridad de su legado amerita cierta mortificación. Nadie que haya aportado luz al mundo ha tenido un camino fácil.

 

Barba no es ajeno a este tipo de lecturas y, dolorosamente, aun dentro de la propia grey. Su trabajo ha sido histórico, sencillo, humilde y profundo, prácticamente sin vacaciones. Desde la toma de posesión, dejó en claro que la pastoral iba a anclarse en una Iglesia para todos. Dio apertura a sectores olvidados, apuntó hacia un desarrollo con los jóvenes de manera integral, creó la escuela para diáconos permanentes, aplicó cambios en parroquias para potenciar el trabajo de los sacerdotes, acompañó procesos en el Seminario y mantuvo una presencia constante en la totalidad del territorio sanluiseño.

 

Lejos de posicionarse de un lado o del otro, abre su escucha a los espacios. Todo dentro de la obediencia, con un cuidado profundo de la eclesiología, nada impuesto por capricho. Aun así, es objeto de críticas (varias, destructivas).

 

No faltan quienes le exigen misas tradicionales, quienes se quejan porque en la Catedral suenan guitarras de vez en cuando, quienes de alguna manera no pueden hacer una mirada propia y reconocer en ella errores. A veces el humo oscuro sale desde la comunidad, al fin y al cabo lo que envenena al hombre está dentro del corazón.

 

Barba es una persona sencilla, espiritual y humana. Anda por las barriadas a pie o maneja personalmente su auto en las distancias más largas. Cualquiera que busca sus palabras, aun cuando su agenda le marca prisa, se toma el tiempo para estar con cada hermano. Frente a los obstáculos, tiene una mirada dulce y paternal, que comprende hasta los malestares ajenos y brega para encontrar un equilibrio. Lucha en un contexto difícil y no publicita su entrega.

 

Aunque no haya trascendido, seguro que Barba compartió a los pies de Francisco su pesada cruz, para poder cargarla lleno de esperanza y fortalecido en la fe. Se podría aseverar que recibió la gracia que necesita, la paz. Como reza el Evangelio, “no tengas miedo, porque yo estoy contigo” (Isaías 41, 10).

 

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