10°SAN LUIS - Viernes 03 de Mayo de 2024

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El día en que el padre Darío Betancourt habló de Wenceslao Pedernera

En medio de cientos de miles de videos en las plataformas digitales, un tesoro sencillo y profundo llena los corazones que se dejan impregnar por sus palabras. Se trata de un material en el que el padre Darío Betancourt, reconocido sacerdote colombiano que predicaba activamente en el movimiento carismático (que murió en diciembre de 2021 por complicaciones derivadas de un contagio de coronavirus), habla del mártir beato puntano Wenceslao Pedernera.

 

El sacerdote Betancourt era un intelectual y referente muy relevante. Visitó el país en varias oportunidades para predicar jornadas de evangelización y sanación interior. Estudió Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana de Roma, mientras que en la Pontificia Academia Alfonsiana de la misma ciudad consiguió el doctorado en Teología Moral. En la Universidad de Fordham, de Nueva York, obtuvo la Licenciatura en Psicología. En otros términos, una voz más que autorizada.

 

Hace alrededor de cuatro años, desde la tumba del beato puntano (en Sañogasta, La Rioja), pronunció algunos conceptos fundamentales que causan una transformación inevitable en quien logra captar las ideas. Todo en una humildad y claridad que hacen aún más grande su alusión, pues sabido está que “no hay nada oculto que no deba ser revelado” (Lucas 8, 16-18).

 

“Queridos hermanos y amigos. Me encuentro ante la tumba del mártir de la República Argentina que ha sido declarado beato por el Santo Padre. Murió perseguido porque fue malentendido, porque fue un auténtico testigo de Jesús. ¿Qué quiere decir mártir? Que es testigo. Y ¿testigo de qué? De Jesús, de la vida de Jesús, de la bondad de Jesús, de levantar al pobre y sentarlo a la altura del príncipe, como dice el salmo. Wenceslao habló de Jesús, llevó a Jesús y eso lo llevó a la muerte”, expresó Betancourt.

 

La referencia es muy emocionante. Recuerda la valentía de vivir como se debe, sin ser más ni menos que nadie, pero con la convicción de pasar por este mundo con una integridad inquebrantable, aun a riesgo de morir. La partida de Wenceslao, aunque humanamente dolorosa, significó una glorificación a Dios por varias razones. Una de las más claras tiene que ver con llevar en sí la palabra, hacerla carne, aun en los escenarios más crueles. Y por otra parte, como ya nos ha enseñado el Creador, “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. Vaya si Wenceslao se entregó por el mejor amigo que cualquier pueda tener.

 

“¡Qué hermosura los santos modernos, estos hombres que fueron parte de nosotros, que son de aquí, que nacieron y se criaron aquí, que fueron amigos, que jugaron al fútbol! ¡Qué hermosura ver estos hombres, casados, con sus esposas, que vivieron en esta tierra y ahora están en el cielo! Que los que vean esta grabación aprendan que viviendo honestamente, de una manera ordinaria en la vida, viviendo extraordinario lo ordinario, se puede ser santo y llegar al cielo”, sostuvo el cura colombiano.

 

El testimonio de Wenceslao

 

El mártir puntano nació en La Calera, San Luis, el 28 de septiembre de 1936. Murió en Sañogasta, La Rioja, el 25 de julio de 1976. Fue un activista rural, catequista, cooperativista, asesinado frente a su familia por un grupo de tareas del Ejército, bajo el mando de Luciano Benjamín Menéndez durante la última dictadura militar.

 

Según las referencias de su historia, su asesinato fue parte de la represión dirigida contra el obispado de La Rioja, que tuvo como resultado también la muerte de los sacerdotes Gabriel Longueville, Carlos de Dios Murias y el obispo Enrique Angelelli. Fue beatificado por el Papa Francisco en 2019 y nombrado patrono de las Familias Campesinas Riojanas por monseñor Dante Braida.

 

Cuentan los hechos que la noche del 24 de julio de 1976, mientras estaba en su casa, un grupo de tareas del Ejército lo acribilló. Su esposa e hijas vieron en primera persona el terrible hecho. Murió horas más tarde en el Hospital de Chilecito. Sus últimas palabras, que enunció como el legado más fundamental, fueron: “Perdonen, yo los perdoné. No odien”.

 

El Papa reconoció que la muerte de Pedernera tuvo el carácter de “martirio en odio de la fe”, lo que conllevó su beatificación.

 

Que el testimonio de Wenceslao Pedernera sea una fuente de inspiración para vivir sin miedo la fe, para vivir en el mundo sin ser del mundo, para no abandonar los valores más esenciales, aunque todo se interponga.

 

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