La guerra espiritual de Rusia

Abundan explicaciones sobre los motivos que llevaron a Vladimir Putin a invadir Ucrania. La guerra lleva un año y todo indica que nada puede saciar la sed armamentista. Hay una línea de razonamiento que no es para nada irrelevante y tiene que ver con un anclaje religioso. De alguna manera, la acción bélica se plantea casi como una misiva mesiánica que restaurará la cristiandad rusa. Parece increíble esta apreciación a estas alturas de la historia, pero en el eje cultural de Oriente, todo encaja en su lugar.

El sacerdote católico Daniel Pajuelo, más conocido en el mundo internauta como SMDani, ha brindado un resumen exquisito, con datos y precisiones que dan una idea puntual de estos conceptos. De acuerdo a la síntesis, la motivación clave de la guerra en Ucrania es religiosa. Para comprender, Putin es cristiano ortodoxo y considera que su destino espiritual es la reconstrucción de la cristiandad con sede en Moscú.

Para entender la matriz de fe y nacionalismo, a fines del siglo X el emperador cristiano Basilio II, cuya base se ubicaba en Bizancio, se encontraba amenazado por un levantamiento de sus propios generales. Sin fuerzas propias, se acercó a sus enemigos, los paganos de la tierra de la Rus. El emperador es recordado como un hábil negociador y en ese sentido consiguió que el príncipe Vladimir I lo ayudara a sofocar la revuelta a cambio de la mano de su hermana en matrimonio.

Esta acción fue indispensable porque significó un cambio de estatus para Vladimir I: era el matrimonio de un pagano con una princesa imperial. No tenía precedentes y él se tenía que convertir al cristianismo. Tras sofocar la revuelta, volvió y convocó a toda la ciudad a un bautismo masivo. Ese acto fue icónico para la fundación del cristianismo ortodoxo ruso. Nacionalismo y espiritualidad: Vladimir fue declarado santo.

Cuando cayó el Imperio Bizantino, los rusos se vieron como sucesores naturales. Luego llegó el comunismo e intentó acabar con esto, pero fue un fracaso. Muy por el contrario de lo que se piensa en Occidente, en Oriente en el período postsoviético se reconstruyeron y construyeron iglesias; el auge se plantó en su esplendor.

Para 2019, Cirilo I, patriarca líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa, se jactó de que se construían tres iglesias por día, mientras que en 2021 inauguraron una catedral a las fuerzas armadas. La imaginería divina se templó con lo militar.

En este sentido, hay otro Vladimir, el actual, el que va en busca de una hazaña espiritual. El bautismo masivo de Rus es el evento fundador de la formación religiosa, por eso Putin fue por su objetivo principal: Kiev.

Su destino espiritual es la reconstrucción de la cristiandad con sede en Moscú. Incluso ha referenciado al bautismo masivo de Vladimir I, diciendo que su hazaña de adoptar la ortodoxia es la base general de la cultura, la civilización y los valores humanos que unen a los pueblos de Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Putin quiere hacer lo mismo y por eso necesita que Kiev regrese.

Recuperar a Ucrania es recuperar la unidad milenaria de la ortodoxia.

No es novedad que líderes del mundo usen la figura de Jesús para someter al pueblo. Sin escrúpulos, inundan las conciencias y tergiversan la palabra de Dios en pos de sus intereses impúdicos. Y no se trata de errores involuntarios ni de interpretaciones inconexas.

Lo que se configura es a conciencia y ha provocado la muerte de miles de inocentes, con una cada vez más amenazante y posible guerra mundial.

Lo más triste es que estas nociones, que van más allá de la ortodoxia rusa, también impregnan diferentes escenarios de Occidente. No tengo dudas de que la Justicia Divina (para otros, el karma) será implacable, especialmente con aquellos que usan lo sagrado para lucrar. El crimen nunca queda sin castigo y a estas alturas es una idea que persigue hasta el más creyente de los ateos. No hay deseo más grande que la paz.