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Avances y retrocesos de un proyecto regional

El Mercosur cumple 32 años con los mismos desafíos pendientes desde su creación: ampliar o profundizar el bloque. Resolver estos temas para avanzar en los que siguen continúa siendo el principal desafío.

Por Agustina Bordigoni
| 26 de marzo de 2023

En medio de proyectos de avanzar en una moneda común, pero aún sin resolver sus históricos dilemas, el Mercosur cumple 32 años.

 

El 26 de marzo de 1991, en Asunción del Paraguay, la República Argentina, la República Federativa de Brasil, la República del Paraguay y la República Oriental del Uruguay suscribieron el Tratado de Asunción con el objeto de crear el Mercado Común del Sur (Mercosur).

 

Como antecedente más cercano, el principal precedente fue la reunión, el 30 de noviembre de 1985, de los presidentes Sarney, de Brasil, y Alfonsín, de Argentina. Allí, los mandatarios firmaron la Declaración de Iguazú por la que se decidió crear una Comisión Mixta (con representantes gubernamentales y privados de ambos países) y luego, establecer el Programa de Integración y Cooperación Económica entre la República Argentina y la República Federativa de Brasil (PICE). En 1986, ambas naciones firmaron el acta de amistad argentino-brasilera “Democracia, paz y desarrollo”.

 

El momento se presentaba favorable para la integración regional, ya que se dio “en el contexto generado por el retorno de las democracias y la búsqueda de una salida a los procesos de endeudamiento externo y las crisis económicas internas”, señala Mario Rapoport en su libro “El Mercosur en la inserción internacional de Argentina”. El autor afirma además que a las crisis internas se sumó el apoyo de Brasil a Argentina durante la guerra de Malvinas, “lo que allanó el camino para realizar planes conjuntos de largo alcance en el Cono Sur”.

 

Pero, si bien el acercamiento tuvo que ver también con una postura política, las primeras medidas estuvieron orientadas a la integración económica, la desgravación arancelaria y la eliminación de las medidas no arancelarias. En este sentido se firmaron, por ejemplo, los protocolos de bienes de capital, trigo, expansión del comercio, empresas binacionales, transporte, industrias automotrices, de alimentación y nucleares.

 

Finalmente, durante las presidencias de Carlos Menem en Argentina y Fernando Collor de Melo en Brasil, Uruguay y Paraguay se integraron a este proceso con la firma del Tratado de Asunción.

 

El contexto internacional en el que se firma este tratado es de vital importancia para entender el acuerdo y el avance del bloque de integración, ya que “reflejó el impacto en la subregión de las políticas y concepciones ideológicas que serían predominantes en la economía política mundial luego del fin de la Guerra Fría, de la acelerada expansión del capitalismo global y la hegemonía norteamericana incontrastable en el nuevo mundo unipolar”, señala Rapoport.

 

Con los Estados Unidos como única potencia emergente después de la Guerra Fría, el Consenso de Washington y la Iniciativa para las Américas fueron los marcos externos condicionantes que propiciaban las políticas de apertura, desregulación y privatizaciones en los países de América del Sur. De ahí el carácter meramente comercial de los primeros pasos.

 

El Tratado de Asunción implicó un compromiso de libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países (a través, entre otras cosas, de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación de mercaderías y de cualquier otra medida equivalente); el establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política comercial común con relación a terceros estados o agrupaciones de estados, y la coordinación de posiciones en foros económico-comerciales regionales e internacionales; el acuerdo de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados Partes (lo que involucra al comercio exterior, las políticas agrícolas, industriales, monetarias, cambiarias y de capitales, de servicios, aduanera, de transportes y de comunicaciones); y el compromiso de los estados de armonizar sus legislaciones en las áreas pertinentes, para lograr el fortalecimiento del proceso de integración. El Mercado Común, como tal, sería establecido, según los términos del acuerdo, en 1994.

 

 

Fortalezas y debilidades del bloque

 

La proximidad geográfica y los vínculos históricos, culturales e idiomáticos de los países miembros son algunos de los factores que favorecen el proceso de integración.

 

Por otro lado, el comercio intrarregional es muy importante, aunque no para todos los países es igual: el comercio con la región representa un porcentaje mucho mayor para países como Uruguay y Paraguay que lo que representa para Brasil.

 

Si bien existen distintos períodos de mayor o menor voluntad de fortalecer estos lazos, hasta ahora, al margen de algunos momentos en los que el bloque intentó posturas frente al mundo como la cuestión del ALCA, la integración se centra en lo económico.

 

En el transcurso de los años, el bloque dejó de lado ideas anteriores de la integración que la concebían con un concepto más amplio. El inconveniente en este caso fue, señala Rapoport, que “la integración funcionó relativamente bien mientras la coyuntura económica así lo posibilitó, pero con la aparición de los primeros problemas económicos internos en algunos de los países miembros se puso en jaque todo el proceso”. En este sentido, la concepción inicial del Mercosur fue estrechamente comercialista y al servicio de las multinacionales, ya que durante los años de su creación los actores protagónicos del Mercosur fueron algunas empresas beneficiadas por políticas de desregulación de los mercados.

 

Por otro lado, aún existen desequilibrios regionales que están lejos de solucionarse. Están dados por las grandes diferencias entre sus miembros: el producto bruto, el territorio, la población, la complejidad de la estructura productiva de Brasil son muy superiores a los del resto de los países. La importancia del comercio intrarregional para este último país también es mucho menor. Con el pasar de los primeros años de creación del Mercosur, estas diferencias se incrementaron.

 

En vista de estas asimetrías entre los miembros, uno de los principales dilemas del Mercosur es el tema de la ampliación o la profundización. La apertura del bloque (entendida como el ingreso de estados asociados como es el caso de Bolivia y Chile en 1996, Perú en 2003, y Colombia y Ecuador en 2004) puede ir en contra de la profundización si se tiene en cuenta que el Mercosur no había podido hasta entonces solucionar estos problemas.

 

 

¿Hacia una moneda común?

 

La vuelta de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil pone, al menos en intención política, al Mercosur en el mismo lugar que en 2003. Como hace 20 años, algunos de los miembros coinciden en avanzar en el proceso a través de una moneda común, aunque no todos están de acuerdo. El proyecto planteado en principio para Brasil y Argentina, y que se transformó en una propuesta de moneda común para la región, fue desestimado por Uruguay.

 

En 2003, la cercanía ideológica de los gobiernos permitió la toma de posturas comunes frente a diferentes situaciones y propuestas como el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA).

 

En ese entonces, el contexto también ayudó a la voluntad política de avanzar en una postura común frente al mundo. La economía mundial comenzaba a recuperarse y la presencia de China, cada vez más importante, daba un mayor margen de maniobra para una región que pretendía pasar (y que había tomado la decisión política de hacerlo) de ser un mercado a una unidad para plantarse frente al resto del mundo.

 

A diferencia de la etapa anterior, eminentemente comercial, tanto Brasil como Argentina concordaban ahora en el papel estratégico y geopolítico del Mercosur, sobre todo en la elaboración de posiciones consensuadas frente al ALCA, la Unión Europea y la Organización Mundial del Comercio.

 

Aunque con diferentes visiones respecto a la ampliación del Consejo de Seguridad de la ONU (en el que Brasil pretendía ocupar un asiento permanente) o las diferencias en cuanto a la incorporación de otros países en contraposición con la profundización del bloque, el proceso siguió avanzando y manifestándose en decisiones como la creación del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur, Focem (2004); el Parlamento del Mercosur (2005); el Instituto Social del Mercosur (2007), y el Observatorio de la Democracia (2007).

 

En 2023, la vuelta de Lula al poder llegó con la primera visita oficial a la Argentina. Los presidentes Lula y Fernández acordaron avanzar en una moneda que, si bien es un proyecto con características nuevas, ya se intentó en el pasado. De Sarney a Alfonsín (1987), pasando por Menem y Collor de Melo (1991) hasta Bolsonaro y Macri, la idea de unidad monetaria fue tomando diferentes formas, pero nunca llegó a concretarse.

 

Las asimetrías dentro del bloque podrían ser, como en aquellas oportunidades, un escollo a la tan ansiada integración monetaria.

 

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