18°SAN LUIS - Sabado 20 de Abril de 2024

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Un sistema estable que compensa los recursos

El establecimiento está ubicado a 14 kilómetros de la estación de peaje Río Quinto. Cuentan con un rodeo de vacas de cría y cultivan de manera intensiva maíz, soja y alfalfa.

Por María José Rodríguez
| 19 de febrero de 2023
Gran recorrido. La revista El Campo conoció la zona agrícola y la ganadera. Foto: Fer Miranda.

En la mayoría de los casos, al transitar por cualquier ruta desde el vehículo en el que uno viaja, percibe a simple vista el verde de los campos sembrados, algunos animales que pastorean, máquinas de gran porte y puede haber una casa o un granero. Lo que no es perceptible desde la veloz lejanía, es el inmenso trabajo que conlleva cuidar un campo agrícola, ganadero o ambos. La empresa Antiguas Estancias Don Roberto forma parte de esas postales que se perciben desde la ruta, abarca 16 mil hectáreas sobre la zona de la ruta nacional 148.

 

En muy pocas palabras, allí trabajan las etapas de recría y engorde vacuno. También practican la agricultura con una rotación importante de cultivos. Hacen siembra directa de soja y maíz, que utilizan para alimentar a los animales y  para comercializar. Además hay loteos de alfalfa.

 

 

 

 

Otro establecimiento que pertenece a la firma es Los Trapales, al sur de Las Isletas, y tiene una superficie de 34 mil hectáreas destinadas a las etapas de cría y recría; y la misma actividad tiene El Centenario, al sur de Fraga, donde además sobre 54 mil hectáreas realizan agricultura. Además, en un establecimiento de Saladillo y en otro de Villa Valeria, solo hacen agricultura.

 

Tranqueras adentro en Don Roberto el clima es apacible, todo convive en equilibrio. Detenerse en medio del verde, atravesar plantas de soja, y percibir todo un ecosistema en el que conviven algunos escarabajos “siete de oro”, mariposas, langostas y abejas, es una experiencia inolvidable para cualquiera que no esté acostumbrado a la soledad del campo.

 

El sistema está estabilizado, no tenemos capacidad de volantear. Tomamos los recursos que hagan falta para lograr los objetivos (Gonzalo Molina- responsable técnico de Don Roberto)

“En esta zona se hace recría de todos los terneros, incluyendo hembras, hasta junio. Después, las que van a ser madres vuelven a los campos de cría y las hembras de refugo se quedan junto con los machos para terminar la recría, llegar a engorde y terminación”, explica Gonzalo Molina, un gran conocedor de cada rincón de la estancia, que trabaja como responsable técnico para que todo el sistema funcione.

 

Actualmente cuentan con unos 17 mil vientres en producción. “Los últimos tres años hemos estado por encima de los 14 mil gordos vendidos al año. Los porcentajes de preñez de los campos de cría están estabilizados en 94,5%. El promedio de edad de venta de gordos es de alrededor de 16 meses. A partir de enero, recibimos los terneros destetados, tienen entre 3 y 4 meses, con un promedio de 105 kilos en años normales, este año por la seca estuvimos un poco más abajo, entre los 90 y los 92”, dispara Molina mientras maneja por caminos castigados por la lluvia. Agrega que una vez que los animales ingresan al campo pasan a pasturas de alfalfa con suplementación.

 

 Enorme trabajo. Gonzalo Molina es conocedor de cada rincón de la estancia, trabaja como responsable técnico de todo el sistema. Foto: gentileza.

 

“La primera clasificación de hembras se hace en mayo, quedan las que van a ser de reposición, los terneros pasan a verdeos de invierno y las hembras que quedaron para madres, alrededor de junio vuelven a los campos de cría”, asegura con solidez.

 

Hereford es la raza que predomina en el establecimiento. “Nuestro sistema de selección se cumple a rajatabla. La hembra que no presenta cría al pie sale del sistema. Nos aseguramos que la adaptación de los animales a nuestro sistema sea absoluta, esto se confirma con los porcentajes de preñez que estamos teniendo en zona marginal”, dice Gonzalo y sigue: “Estamos llegando con el 10% por año de vaca CUT (criado su último ternero). En razas quizás esta es un poco más longeva estadísticamente, pero además por el tipo de pasturas que consumen duran hasta el noveno año. El décimo cae, así que en ese momento la sacamos del sistema, después de criar su último ternero, se hace el engorde final y va a faena”.

 

Molina afirma que buscan la pureza racial, además de preservar los aspectos productivos de los animales, lo hacen por una cuestión comercial: “Para que sea pareja a la vista, más allá de la ganancia de peso y demás”.

 

En total son 1.600 hectáreas ubicadas sobre la ruta nacional 148. En la entrada hay un pequeño edificio pintoresco y una tranquera con el cartel Don Roberto.

A partir de octubre los terneros más grandes de su camada, entran directamente al feedlot y desde ahí cada 45 días se van encerrando en grupos. El sistema funciona así: “Tenemos 4 o 5 durante el año, más o menos de 1.500 cabezas. Hace dos años incorporamos balanzas electrónicas que nos permiten apartar en varios momentos del año animales por peso. Entonces una vez que los terneros llegan se pesan, a los dos meses se hace la vacunación de aftosa, se hace una segunda clasificación, se apartan machos de hembras y se dividen en 4 categorías por peso. Cada grupo tiene un escalón de peso diferente. En septiembre se hace la segunda clasificación por peso, se corrigen variaciones que hayan tenido los animales y en octubre quedan clasificados para feedlot. Hasta ahora nos funciona. La clasificación de septiembre nos sirve para todo el año e ir metiendo animales al feedlot”, explica el ingeniero agrónomo.

 

“Hace 4 o 5 años, empezamos a  tener la sensación que esta es una fábrica de carne donde lo único que tenemos que garantizarle a la hacienda es la cadena forrajera. Cuando logramos eso, los tiempos se van cumpliendo y repitiendo año a año”, asevera y sigue: “Tenemos estandarizados los aumentos de peso tanto en campo como en feedlot, por eso podemos planificar con bastante precisión las ventas y eso nos permite cumplir con el ciclo anual. A partir de diciembre empezamos a liberar campo de alfalfa que va acopiando recursos para cuando llega la nueva camada de terneros en enero, es un ciclo que no falla”.

 

 En maíz. Fernando Molina complementa los conocimientos sobre agricultura. Foto: gentileza.

 

Gonzalo afirma que los objetivos productivos son muy claros: “En un momento tuvimos largas etapas de crecimiento de cantidad de vientres que acompañamos con infraestructura, llegamos a una cierta cantidad de producción de terneros a través de cierta cantidad de vientres y porcentajes de preñez”, cuenta y agrega que una vez que lograron estabilidad “no tenemos mucha capacidad de volantear”.

 

En cuanto a las situaciones que van ocurriendo, como las relaciones de precios, insumos, productos y demás, lo que tienden a hacer es “lograr cada una de las etapas lo más eficientemente posible y no podemos tener en cuenta los contextos. Nuestro sistema es este, trabaja eficientemente y está estabilizado, tenemos por ahí necesidad que el sistema funcione sea como sea. Si este año tuvimos que destetar más liviano para asegurarnos la preñez, tomamos los recursos del sistema que hagan falta para poder llevar a esos terneros al peso y al momento de terminación que tuvieron todas las camadas anteriores”.

 

El objetivo final es lograr una estabilidad en el tiempo, hacemos rotación de cultivo para tener el suelo siempre cubierto 

“Es como que tenemos una carga total de todo el sistema estable y lo que vamos modificando es la cantidad de recursos de suplementación de alimentos que tenemos que poner para que el sistema siga funcionando en los plazos que están previstos, no podemos cambiar estrategias de un año al otro, son grandes decisiones que llevan un par de años acomodar en la estructura. Se sufren algunos eventos puntuales de variaciones de precio y demás, pero el sistema se va compensando. Al producir todo el alimento que consumimos, no tenemos que apelar al ingreso de insumos, o de grano, o de forraje, porque lo tenemos asegurado”, aclara.

 

“Por ejemplo, con el tema de seca, ajustamos estrategias de manejo: hicimos destete anticipado, una mayor suplementación. En invierno tuvimos que asumir que la producción de verdeos fue un tercio menor a lo normal, de 4.500 de materia seca a lo que estamos acostumbrados, estuvimos en 1.500 o 1.800. Tuvimos que hacer todavía más eficiente el uso del pasto y aumentamos la suplementación. Estamos acostumbrados a hacer el 30% en materia seca en terneros, o en novillitos de recría, y este año tuvimos que llevar esa cifra al 50%, pero bueno, por ahí en lugar de entrar con 320 kilos a feedlot. Tuvimos que bajar expectativas a 295 kilos y alargar el primer período de dieta iniciadora en el feedlot para poder llegar al peso de fanea que los clientes están acostumbrados”, cuenta Molina.

 

 

En la zona de cultivos

 

La producción agrícola también logró su equilibrio, Molina trabaja en esta área junto a Fernando Luna. Actualmente destinan 2 mil hectáreas de soja y 11 mil de maíz.

 

“Tenemos buenos resultados gracias al manejo de recursos, insumos y tecnologías que nos permitieron estabilizar la producción. Trabajamos con híbridos que requieren baja utilización de herbicidas y fertilizantes. La parte más importante para nosotros es el cuidado de los recursos ambientales. Con las limitaciones climáticas y de suelo, que presenta esta zona, hemos tenido años de seca, con granizo y heladas como la de la campaña pasada, logramos estabilidad en un plano un poquito más alto que el promedio de los establecimientos cercanos”, explica Molina, entre plantas de soja en las que sobrevuelan diferentes insectos.

 

A partir de 2010, dividieron el campo en secciones que si bien ya existían, comenzaron a tener manejos diferentes: una que es netamente agrícola, otra exclusivamente ganadera y otra es mixta.

 

La ganadera tiene como epicentro al feedlot, y alrededor están las pasturas,  un poquito más alejadas las zonas de cultivos en la que se producen los insumos que irán al mismo feedlot.

 

La mixta es producción de recursos en general: grano, picado y pasturas para la ganadería.

 

En los tres campos de San Luis (Don Roberto, Los Trapales y El Centenario), el objetivo es la producción de granos.

 

La empresa en San Luis factura el 50% en producción ganadera en el primer semestre y la otra mitad en la agricultura. “Los recursos que quedan al final de las campañas agrícolas solventan a los recursos de alimentos que necesitamos para la ganadería. Como el objetivo final es la estabilidad a través del tiempo, tratamos de armar rotaciones para lograr las mayores coberturas posibles de suelo. En el caso de Don Roberto, que es agrícola tenemos un 65%  de maíz y un 35% de soja. Para el sistema completo hoy tenemos el 85% de gramineas en rotación y una muy pequeña parte en soja, a su vez se complementa con pasturas implantadas que tenemos para ganadería”, indica Molina.

 

 Ganadería. Actualmente cuentan con unos 17 mil vientres en producción y están por encima de los 14 mil gordos vendidos al año.

 

Para los ingenieros agrónomos los estudios de suelo son importantes, “vemos que los parámetros de suelo con 10 o 12 años de historial, mejoran con maíz; con respecto a la soja en ese bajo porcentaje que trabajamos podemos superelegir lotes, y elegimos solamente aquellos que estan en las mejores condiciones para recibir ese cultivo”, asegura Luna y agrega que “en cambio en los campos de cría donde tenemos que traer el total de la cobertura de los suelos, eso indefectiblemente va a maíz, y no ha sido contraproducente para el suelo, sino todo lo contrario, en los análisis anuales la incorporacion de fertilizantes como  azufre, carbono y calcio, resultaron adecuados para que vayan mejorando y el cultivo se desarrolle mejor”.

 

Toma la palabra Molina y afirma que en El Centenario logran rendimientos muy interesantes: “Utilizamos materia orgánica, en siembra directa, elegimos cultivos y dentro de ellos hibridos y variedades que tengan el mismo rendimiento, el mayor volumen de rastrojo posible para que se vaya sumando año a año como cobertura de los suelos”, especifica y agrega que han tenido años, en los que las tormentas de granizo han sido muy violentas y “puede llegar a pasar que los suelos nos queden un poco más desnudos, pero  en ese caso tratamos inmediatamente de volver a la situación anterior utilizando la estrategia de poner un cultivo de cobertura que sea verdeo de invierno o, por ejemplo, un lote que estuvo en soja y fue apedreado entonces irá a maíz para recuperarlo”, concluye.

 

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