21°SAN LUIS - Martes 23 de Abril de 2024

21°SAN LUIS - Martes 23 de Abril de 2024

EN VIVO

Sin permiso para dejar de amar

Hoy quiero hablar de las mujeres. Especialmente de las mujeres y su forma de amar.

 

¿Qué nos han dejado como legado las mujeres de nuestra familia? ¿Su modelo de amar a los hombres? ¿Sus roles definidos, casi rígidos acerca del amor?

 

Muchas mujeres, me incluyo, hemos amado mal. Hemos sufrido por amor. Hemos confundido el amor con cualquier otra cosa, menos, ese espacio nutritivo de confianza y sexualidad compartida. Consideramos al amor como un circuito donde dolor, desesperación e incertidumbre van de la mano. A la hora de separarnos nos moviliza demasiado la idea y preferimos continuar. Sin permiso para dejar de amar. Sin permiso para dejar de sufrir.

 

Podríamos armar una lista larga de ancestras que han amado así. Entonces, ¿esta forma de amar es cultural, es genética o es todo esto junto? Copiamos desde niñas las emociones de mamá. Crecimos viendo a una mamá que corría detrás de su marido, desesperada por amor; crecimos viendo una mamá que aguantaba miles de infidelidades y siempre estaba deprimida y de mal humor o crecimos viendo una mamá que no pudo separarse aún sintiendo rechazo por nuestro padre. Si así lo hicimos es esperable que para nosotras el amor sea un dispositivo de sufrimiento. No sabemos amar.

 

Pero vamos a mirar un sistema más grande llamado comunidad. En nuestra cultura de gran bagaje cristiano, ¿tienen acaso las mujeres derecho a amar con pasión y considerar desvincularse cuando así lo desean? ¿O quedan presas de la culpa y una suerte de mandamiento que implica “servir” al amor? Ciertos patrones de repetición solo podemos transformarlos con esfuerzo y ayuda. Si amar implica sufrir, entonces no estamos amando.

 

Estos patrones típicos de las mujeres incluyen, por ejemplo, pretender cambiar o quedarnos esperando que el otro cambie. Si bien es cierto que nadie es perfecto, hay ciertos indicadores a tener en cuenta al inicio de una relación. La primera pregunta que podemos hacernos es si este otro, es realmente significativo para nosotras. Las mujeres estamos más pendientes de “ver” que siente el otro, antes de hacernos esa pregunta a nosotras mismas. Luego, cuando tenemos llamadores que nos preocupan, como consumo de drogas, alcohol, agresión física o verbal, creer que con amor y paciencia esto cambiará es ingresar a un laberinto de desgaste. En cuestiones culturales, debo pensar si me representa lo que el otro dice, piensa y siente, si sus objetivos de vida son compartidos; si la respuesta en uno o varios de estos puntos no es positiva, entonces seguimos con el próximo interrogante de por qué insistimos tanto. Y aquí estamos frente a la puerta del laberinto. Tantas historias infantiles nos enredan en esta forma de amar.

 

Cuando el otro es indiferente, cuando nos miente y lo sabemos, cuando no es potable por varios motivos, o simplemente no nos gusta y queremos cambiarlo, cuando lo esperamos eternamente, es momento de preguntarnos si estamos dispuestas a vivir nuevas formas en el arte de amar, o si seguiremos repitiendo viejos patrones aprendidos de desgaste, sufrimiento y abandono personal. Si podemos desprendernos del modelo de amor que transmitieron las mujeres de nuestra familia, e iniciar un proceso creativo y liberador.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo