De la promesa incumplida de viviendas a otra sede de la UPrO

Entre las calles García Lorca y Juan Llerena de Villa Mercedes, frente a la ex Clínica del Niño, hay un predio que permite graficar muy bien dos manejos diferentes de la obra pública y, por ende, dos formas opuestas de gobernar la provincia. Porque ese terreno del barrio Los Poetas es, al mismo tiempo, el testimonio de una promesa incumplida y una nueva apuesta a una política educativa que ya le ha dado muchos frutos en San Luis.

Hace siete años se anunciaba allí lo que sería un hito en la historia de la ciudad. El 23 de abril de 2015, el por entonces gobernador Claudio Poggi encabezó la firma del Decreto Nº 2315 de llamado a licitación para la construcción de 29 viviendas bioclimáticas como parte de un convenio entre el Ejecutivo y el Sindicato de Judiciales Puntanos (Sijupu).

En aquel acto, del que participaron los principales funcionarios de su gabinete y que fue cubierto por los medios de comunicación locales, se presentó con bombos y platillos la creación del primer barrio sustentable y ecológico de la localidad. Poggi aseguró también que la obra se adjudicaría apenas treinta días después de ese mediodía, para que las máquinas comenzaran a trabajar de inmediato. Pero eso nunca sucedió y durante mucho tiempo el descampado permaneció exactamente igual, solo que asaltado por las malezas.

Ese mismo predio recibió una segunda oportunidad algunos años después. Porque en enero de 2020, el gobierno de Alberto Rodríguez Saá puso en marcha la construcción de un centro integrador para la Universidad Provincial de Oficios (UPrO) con el fin de ampliar la matrícula de estudiantes. Dos meses después, en marzo, el coronavirus tomó por asalto al país y las restricciones sanitarias obligaron a frenar los trabajos.

El terreno podría haber quedado sin suerte nuevamente, salvo que esta vez al menos estaban de pie las estructuras principales del edificio. Sin embargo, hace poco el Ejecutivo volvió a llamar a licitación para retomar las tareas y terminar lo que se había comenzado. De esa forma, la universidad podrá recibir hasta un 30% más de alumnos de los que tiene en la actualidad en su sede principal.

Y así, un pedazo de tierra se vuelve una metáfora de cómo enfrentar una adversidad tan grande como una pandemia, pero también funciona como una declaración de principios: a las promesas hay que cumplirlas.