Con una estación piloto, hacen estudios para evitar la erosión

En la Argentina, alrededor del 75% del territorio se compone de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. Este porcentaje ubica al país como uno de los que posee mayor superficie en riesgo de sufrir procesos de erosión. La desertificación, que no es otra cosa que la degradación de tierras secas, constituye uno de los mayores problemas ambientales.

Como San Luis sufre estos problemas, un equipo de la estación experimental del INTA instalada en la provincia, junto con una red de organizaciones científicas, participa del Observatorio Nacional de Degradación de Tierras y Desertificación (ONDTyD), con el fin de proveer información sobre el estado, las tendencias y riesgos de la degradación de tierras y la desertificación. Lo que buscan es elaborar recomendaciones permanentes referidas a la prevención, el control y la mitigación.

Juan Cruz Colazo es uno de los especialistas en manejo y conservación de suelos del INTA San Luis. Expresó que “entre los procesos de degradación de suelos, tanto la erosión eólica como la hídrica, la pérdida de carbono orgánico, la reducción de la fertilidad química y física, y la pérdida de la biodiversidad son los aspectos más relevantes”.

En San Luis, los suelos son muy susceptibles a la erosión. Por eso, Colazo, junto con un equipo de investigadores, instaló parcelas para la medición y cuantificación de los procesos de erosión hídrica y eólica. El lugar elegido fue la Cuenca del Morro.

Con los datos obtenidos en ese sitio piloto, luego de un cultivo de soja, demostraron que la incorporación de cultivos de cobertura en los esquemas productivos redujo entre un 50% y un 70% las tasas de erosión. “Estos resultados coinciden con otros previos que tenía la provincia, cuando el cultivo de cobertura es implantado luego del arrancado de maní”, señaló.

Además de los procesos tradicionales de erosión superficial de suelos, la Cuenca del Morro sufre procesos particulares de erosión subsuperficial que, en situaciones extremas, desencadenan la aparición de cursos permanentes de agua, como el río Nuevo, producto de un desbalance hidrológico. “Para revertirlos es importante monitorear la evolución de los niveles freáticos y su calidad, relacionados con diferentes usos de la tierra”, indicó Colazo, quien aseguró que “la inclusión de pasturas perennes en lugar de cultivos agrícolas ha demostrado ser más efectiva para controlar los ascensos freáticos”.

El sistema de monitoreo del ONDTyD es una herramienta fundamental, ya que permite detectar la tendencia del suelo a la degradación y así proporcionar alertas tempranas. El Observatorio cuenta con 24 sitios pilotos en todo el territorio nacional. “Este sistema de monitoreo de tierras se basa en un abordaje integral, interdisciplinario y participativo, que sirve como referencia ambiental”, cerró el especialista del INTA.