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La excitación, esa vieja amiga que no tiene edad

En una sociedad en la que la libido sexual pareciera estar aceptada y reservada casi exclusivamente para jóvenes. El saber cómo despertar el deseo y lubricar las zonas erógenas en la menopausia es la mejor forma para alcanzar el disfrute.

Por Astrid Moreno
| 03 de abril de 2022
Identificar y tratar. Entre los síntomas más comunes de la menopausia están la sequedad, atrofia urogenital y pérdida de tono vaginal. Foto: Shuterstock.

Si en la pantalla aparece un hombre y una mujer cis, ambos con una hegemonía y juventud marcadas, la escena sola llevará al sexo. El siguiente paso de la película romántica será un encuentro marcado por la hormonalidad juvenil y la atracción física desmedida ante un cuerpo sin marcas, unos ojos carentes de arrugas y unas cabelleras salvajes.

 

Ahora, ¿qué sucedería si se aumenta la edad de los protagonistas?, ¿La escena conservaría su candencia? El edadismo (estereotipo y prejuicio hacia las personas de ciertas edades debido a la afectación o deterioro natural de su salud) está presente en las redes sociales, en las plataformas de streaming y en el pudor social generalizado. Incluso, según informó la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la tercera causa de discriminación, luego del racismo y el sexismo. Pareciera que la libido sexual está reservada y es aceptada solo cuando se ejerce por y para los jóvenes. Sin embargo, la biología humana dice otra cosa.

 

Tanto en hombres como en mujeres, a partir de los 35 años inicia un proceso de disminución en la producción de la testosterona, mientras que el período usual en el que se presenta la menopausia en las mujeres comienza, en la mayoría de los casos, diez años después. Entonces, es erróneo asociarla con la falta de deseo, y por ende la vejez poco tiene que ver con la pérdida del apetito sexual.

 

“Hay muchas causas de la disminución de la libido, no es solamente hormonal y tampoco es que por entrar en la menopausia sí o sí voy a tener una pérdida del deseo sexual, si bien es cierto que está potenciado por las hormonas, hay un montón de otros factores”, introdujo Ana Milici, ginecóloga y especialista en “longevidad saludable”.

 

El edadismo es la tercera causa de discriminación, después del racismo y el sexismo.

La médica consideró que en el período previo y en la menopausia propiamente dicha lo que sucede es que la mujer entra en otra etapa de la vida en la que se pregunta ‘¿estoy haciendo lo que quiero?’ Y, oh sorpresa, en la actualidad más que nunca la realización individual está estrechamente relacionada con el deseo sexual.

 

 

 

“A veces no se habla por vergüenza, lo veo en el consultorio de forma permanente. Algunas pacientes me dicen que ‘todo empezó después de la menopausia’ y en realidad no es así, no hay que tenerle miedo al envejecimiento ni a los períodos de transición de la vida, sino que en esos momentos es donde deben tomar las riendas de la salud”, expresó Milici.

 

La sensación de estar “marchita” es uno de los mandatos sociales que ingresa cotidianamente en los consultorios ginecológicos y, sobre todo, en las vidas de las mujeres. No son margaritas ni ningún elemento floral que perece, el término médico y biológico adecuado es “envejecer”, pero el temor a usar la palabra convierte en tabú a muchas patologías comunes que atraviesan millones de personas cuando llegan al final de su menstruación.

 

Entre los síntomas más usuales, aunque no excluyentes, de la menopausia están la sequedad vaginal, la atrofia urogenital y la pérdida de tono en la vagina. Los tres afectan, en menor o mayor medida, al desarrollo sexual y la respuesta siempre se reduce a un gran factor. No se trata de una pastilla azul o un juguete sexual, sino de una vieja amiga: la excitación. Es la que desencadenará una correcta secreción de los líquidos vaginales y por ende un incremento del deseo y el goce.

 

“Muchas mujeres ocultan que tienen sequedad vaginal, ni siquiera pueden transmitirlo a sus parejas y es algo que condiciona no solo la calidad, sino toda la vida sexual. Desencadena que, ojalá no suceda más, se sientan obligadas a tener relaciones aun con dolor. Es por eso que es importante remarcar que no es un tabú, sino una realidad física y es algo que el propio ginecólogo debería preguntar en las consultas”, expresó la especialista, quien agregó que hay tratamientos sencillos, como el uso de geles y aceite de coco, o de mayor complejidad, como la radiofrecuencia o terapias con peptonas. Aunque ninguno es tan efectivo como el que produce la mente y el cuerpo en respuesta al deseo.

 

La atrofia urogenital consiste en el adelgazamiento de las paredes de la vagina, lo que produce la disminución de su lubricación. El resultado es la proliferación de infecciones. “Recae en la alteración del medio vaginal y la uretra, y esto puede derivar y condicionar la actividad sexual porque producen ardor y picazón”, explicó Milici.

 

Hay muchas causas de la disminución de la libido, no es solamente hormonal y tampoco es que por entrar en la menopausia sí o sí voy a tener una pérdida del deseo sexual (Ana Milici- ginecóloga).

Otro factor que altera el ph vaginal es el estrés, que en el cuerpo se manifiesta a través del aumento de la producción del cortisol y la adrenalina. Ambas hormonas repercuten directamente en la microbiota intestinal y los organismos que forman parte del intestino. Ellos determinan el estado de salud o enfermedad en el paciente.

 

Por otro lado, la pérdida o falta de tono vaginal es una hiperlaxitud de los tejidos que suele estar acompañada de incontinencia de orina, en especial cuando se realizan esfuerzos como toser, hacer ejercicio y estornudar, o dificultad para ir de cuerpo.

 

Además, un buen tono vaginal no solo mejora el tránsito intestinal, sino que también aumenta el disfrute sexual. “Al tener tensa la vagina, el acto mejora inevitablemente”, aclaró Milici. Y añadió: “Esta es otra de las patologías que las pacientes menopáusicas consultan mucho, no la normalicemos. Como todas las demás, tiene una causa, hay que diagnosticarla y tratarla para que no progrese en el tiempo”.

 

Según la ginecóloga, que recibe preguntas diarias no solo en su consultorio, sino también en su cuenta de Instagram @dra.anamilici, el mayor temor de las puntanas, asociado con la menopausia, es a la aparición de enfermedades neuronales, cardíacas o de los huesos.

 

“La mujer no desaparece y no se arruina, es otra etapa de la vida en la que una va a estar hasta que se muera. Hay que entender que la salud está formada, más allá de la carga genética, por lo que uno hace o no”, alentó la especialista. Y advirtió: “La menopausia es el momento en el que más controles debemos hacer, porque muchas veces lo que sucede en la ginecología es que cuando a uno le molesta algo o tiene un síntoma específico, ya es tarde”.

 

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