"Argentina, 1985": una lección para funcionarios judiciales

Muchas veces los artistas logran hacer que un hecho real alcance el verdadero valor que tienen algunas decisiones para las sociedades. Este es el caso de la reciente película “Argentina, 1985” que relata el juicio a las juntas militares que tomaron por asalto el poder el 24 de marzo de 1976 y que durante la dictadura cívico militar que encabezaron cometieron atroces delitos de lesa humanidad que luego —entre 1984 y 1985—, con la restauración de la democracia, un tribunal federal pudo llevarlos a juicio y en su mayoría condenarlos.

Ese hecho, inédito hasta ahora en el mundo, hizo y todavía hace de la Argentina un país pionero en la defensa de los Derechos Humanos a nivel internacional. Pero a nivel local —como sociedad democrática— nos produjo un acuerdo mayoritario que se resumió en esa frase que el fiscal Julio César Strassera tomó del título del libro “Nunca Más”, ese que incluyó el informe de la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), base de su acusación en ese juicio.

Recordar ese hecho histórico para algunos y conocerlo para las nuevas generaciones debería ser una nueva y buena oportunidad para que como comunidad organizada nos reencontremos con lo que fuimos capaces de hacer en ese momento crucial de nuestra historia reciente. Organismos de derechos humanos buscaron a las víctimas, recopilaron sus denuncias y luego presentaron a cada una de ellas como casos frente a un tribunal para que —respetadas todas las garantías para víctimas e imputados— se pudiera realizar un juicio justo.

Por supuesto que ese debate oral no está exento de críticas o revisiones, sobre todo por las condenas que finalmente se aplicaron y por supuesto por aquellas que no se dictaron. Pero lo más importante fue haberlo concretado: saber que al menos por un momento jueces, fiscales y empleados judiciales estuvieron a la altura de lo que reclamaba la inmensa mayoría de la sociedad. Incluso de lo que en silencio muchos familiares de los propios victimarios pedían: también ellos querían saber la verdad.

Un punto interesante que plantea la película es la cuestión de la independencia de los fiscales que en el relato cinematográfico se vive como un “problema”. En más de una ocasión tanto el personaje de Ricardo Darín (Strassera) como el de Peter Lanzani (Moreno Ocampo) dicen a coro “estamos solos en esto”. Pues bien, esa es la famosa independencia de poderes. En ese momento los fiscales contaban con el apoyo popular y sus convicciones. Eso era suficiente para llevar adelante la acusación.

Ahora, cuando una importante cantidad de magistrados de la Justicia Federal olvidaron aquella lección, sería bueno que fueran al cine y recordaran cuál es su función. El propio personaje de Strassera lo dice en una escena: “Nosotros somos apenas funcionarios judiciales, nada más”. Es más, el propio protagonista le confiesa a su esposa que “los héroes no existen”. Y luego de ver la película me atrevo a decir que lo que sí existen son personas comunes que realizan actos extraordinarios.