Un quiebre al poder discreto del Opus Dei

Puja de intereses, misterio y tantas otras leyendas son los conceptos que se le atribuyen a la Obra de Dios, el Opus Dei, al menos desde una cosmovisión profana. Sin embargo, en estratos clericales y laicales una apreciación es común: el poder.

Como toda orden, el trabajo en discreción supone conspiraciones. Ante la vista de la gente, son una institución de conocimiento público, tienen sitio web y algunas caras conocidas (tantas otras secretas). Su trabajo va de la mano del ejemplo de vida de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador de la organización. Hacen caridad y ejercen una vida anclada en carismas espirituales concretos. Sin embargo, siempre hay algo más, un halo de misterio que termina jugando a favor de la propaganda oscurantista.

Seguramente la mayoría de las acusaciones son falsas o inciertas, aunque hay acontecimientos que han sido puestos sobre el tapete y que han causado conmoción; sobre todo con el advenimiento globalizador de la comunicación que permitió arrojar luz a hechos repudiables de explotación laboral.

En ese escenario, el Papa Francisco decidió un motu proprio (del 22 de julio) que le quitó el poder y la independencia a la Obra. El decreto papal impactó al prelado, que ya no será destacado con el cargo de obispo. Desde ahora será el protonotario apostólico supernumerario. Esta acción busca que la forma de gobierno del Opus Dei esté anclada en el carisma y no en la autoridad jerárquica.

La medida implica además, y de manera contundente, que la entidad tiene que rendir cuentas al Dicasterio del Clero, encargado de evaluar las cuestiones que en cada caso corresponda afrontar, como la formación de sus sacerdotes o eventuales controversias.

Tendrá que presentar un informe anual sobre su situación y el desarrollo de su trabajo apostólico. Hasta ahora, solo tenía que entregar un documento similar cada 5 años a la congregación para los obispos.

La acción, interpreto, despierta intrigas cruciales. Históricamente el humo mundano ha penetrado la religiosidad. Dicen que en el Vaticano muchas veces es más fácil perder la fe que encontrarla.

El motu proprio denota por parte del Papa una decisión valiente que, más allá del temblor que causó y causará, busca preservar los valores y la esencia espiritual que hacen a los frutos buenos de la Obra de Dios.

Cabe mencionar que medidas de este tipo ya las aplicó el Papa con grupos católicos como los neocatecumenales, Comunión y Liberación, los Focolarinos, entre otros.

Desde el anuncio de Francisco, el líder máximo del Opus Dei, Fernando Ocáriz, definió el inicio de un proceso para adaptarse a los cambios exigidos. En una carta, comunicó que en el primer semestre del año próximo convocará un congreso general extraordinario para llevar a cabo la adecuación de los estatutos a los requerimientos del motu proprio “Ad charisma tuendum” (para tutelar el carisma).

En Argentina, la Obra cuenta con más de 5 mil miembros, de los que unos 80 son sacerdotes. A nivel mundial, son alrededor de 90 mil personas. Claramente una institución tan grande confluye en ejemplos grandes, pero también puede caer en vicios importantes, donde justamente el poder puede bifurcar fines.

De ahí que la jugada de ajedrez del Papa es clave. Es un mensaje de esperanza, de preservación de la verdad de la fe, que va más allá de la obra del hombre ante la deidad. Muchos disconformes tendrán que ejercer a diario la “obedientia” y por qué no también la humildad.