21°SAN LUIS - Martes 16 de Abril de 2024

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La ciencia nos da confianza y nos hace solidarios

En poco más de un año pasé de informar sobre las posibles vacunas que se investigaban y desarrollaban en distintos laboratorios de lejanos países a recibir las dos dosis de esas vacunas, que en mayo de 2020 eran todavía una utopía para la humanidad. Es increíble cómo en tan poco tiempo la ciencia y los científicos lograron darle a la población una respuesta certera y eficaz para contrarrestar los efectos de la pandemia de COVID-19 que viene azotando al planeta desde diciembre de 2019.

 

 

La primera reacción que tuve, allá por mayo de este año cuando me avisaron que tenía el turno confirmado para recibir la primera dosis de Sputnik V, fue de sorpresa. Y enseguida pensé en aquellas notas que escribí junto a la doctora en biología de la UNSL, Silvia Digenaro, donde ella explicaba las diferentes plataformas que tenían cada una de esas nueve (9) vacunas que por aquel momento eran las autorizadas en distintos países. Es más, recuerdo que en la primera nota de mayo de 2020 no se sabía nada de la vacuna rusa porque el Instituto Gamaleya trabajaba con total hermetismo y no había publicado todavía su desarrollo.

 

 

Incluso el 6 de mayo de este año, cuando me llamaron para vacunarme, todavía se escuchaban críticas y prejuicios sobre el origen y la eficiencia de la “vacuna rusa”. La verdad es que no tuve ninguna duda de ir hasta el Polideportivo Municipal y mientras esperaba el pinchazo pensaba que en ese momento era uno de los pocos privilegiados en el planeta en recibir la inmunización que a otras latitudes todavía no llegaba y en pocos países solo estaba disponible para adultos mayores con enfermedades de base.

 

 

La tranquilidad que me dio ese acto, casi natural para los habitantes de Argentina, que hemos sido vacunados desde chicos y que al llegar a nuestra adolescencia sentimos que nos hacemos “grandes” porque ya no tenemos que ir más a recibir otro pinchazo, fue como un volver a la infancia y recordar el temor y la ansiedad que nos daba ver a esa enfermera de punta en blanco en la “Sanitaria” con la jeringa en la mano donde recibíamos la Sabín, la triple o la antivariólica y la antisarampionosa.

 

 

Ahora me llegó el segundo desafío: ¿Esperar a la segunda dosis de Sputnik V con fecha incierta o confiar en la ciencia una vez más y tomar la opción de “mezclar” con la dosis de Moderna? Pero lo cierto es que no tuve problemas: los médicos que opinaron favorablemente durante estas semanas y la investigación que realizaron los ministerios de Salud de cuatro provincias, entre ellas San Luis, sobre su eficacia no hicieron más que empujarme otra vez al Polideportivo.

 

 

Y otra vez analizo el relativo valor que tiene el paso del tiempo: no solo ya tengo las dos dosis de vacunas, sino que se me abrió un panorama muy alentador sobre el futuro inmediato. Varias actividades que tenía suspendidas por no contar con la seguridad que brinda la inmunización ahora las podré hacer tranquilo. Pero lo mejor de todo es poder reivindicar el valor de la solidaridad, porque en la medida que decido vacunarme también cuido y protejo a los que me rodean, e incluso a los que no conozco, pero que si tienen que interactuar conmigo, les evito que el virus los afecte y les provoque malos momentos.

 

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