Un proyecto familiar que da sus primeros pasos
Nahuel Ramos elabora plantines de estación junto a sus padres, sus hermanos y su pareja. También construyen cajones huerteros y composteras para cultivar la tierra.
La locura por producir alimentos saludables es contagiosa. Tanto que Nahuel Ramos, un joven de 34 años, que estudió Ingeniería Agrónoma en Río Cuarto, se la transmitió a toda su familia y busca que lo haga todo el mundo. Juntos crearon su propio emprendimiento "Locos x huerta", con el que producen plantines de estación. Pero además construyen cajones huerteros y composteras para quienes no tienen espacio en su casa y quieran producir hortalizas.
"Al principio, durante los primeros meses del año, trabajábamos en un lugar más chico, era un espacio prestado en el patio de un departamento donde actualmente vive mi hermano. Ahora conseguimos un espacio propio, con mayor superficie, con una mejor calidad del suelo y nos resulta más productivo”, cuenta el joven.
“Después de nutrir la tierra y proveerla de microorganismos, comenzamos a elaborar plantines de estación. Trabajamos con cultivos de la temporada primavera-verano como: tomate, albahaca, zapallitos, maíz, rúcula y lechuga, entre otras", especifica Nahuel mientras acomoda, junto a su pareja, Victoria Gerlero, las bandejas con los cultivos.
El predio en el que trabajan está ubicado en la RN-146, a la altura del kilómetro 112.
Todo lo que producen en "Locos x huerta" se complementa. "Armamos los cajones huerteros de acuerdo al tamaño que nos piden y a los espacios físicos en los que viven las personas que quieran obtener hortalizas”, dice y agrega: “A un cajón de madera, que construimos con pallets, lo cubrimos con un nylon, después le echamos tierra con nutrientes y ya se puede cultivar”.
Algunos cajones miden 90 centímetros de largo por 40 de ancho, los hacen con patas o sin ellas. “Después los pintamos y quedan muy bien, según nos pidan los clientes", especifica el agricultor.
Además fabrican las composteras de madera, "el tamaño se calcula según los integrantes de la familia. Para dos personas es más chica y tiene menor precio. La más grande es para cuatro miembros de una familia", aclara y especifica que se utilizan para depositar los residuos orgánicos que salen de la cocina y que permiten disminuir en un cincuenta por ciento la producción de residuos del hogar. "En estos depositarios se intercala una capa de tierra, desechos secos y húmedos. Se descomponen con el tiempo y se van acumulando jugos. Esto no tiene mal olor y atrae insectos buenos que transforman el contenido en basura orgánica, que se convierte en humus. Además, a través de este sistema extraemos el lixiviado que es utilizado como fertilizante para las plantas".
La producción de "Locos x huerta" está elaborada bajo el paradigma agroecológico. "No aplicamos sobre los cultivos productos químicos, ni sintéticos. Siempre preferimos usar los orgánicos. Elaboramos fertilizantes en base al compostaje de residuos orgánicos y también trabajamos la lombricultura, con lombrices californianas. Los lixiviados de ambos sistemas son muy ricos en vitaminas, minerales, enzimas y coenzimas para el suelo. Cuando el suelo es fértil y natural produce mejores hortalizas", asegura.
Ramos explica que no se conforman con entregar simplemente las plantas, sino que brindan asesoramiento sobre los cuidados básicos como el riego, la fertilización, la siembra y la cosecha, entre otros aspectos.
“Nuestra empresa es familiar, el equipo está integrado por mis hermanos Marcos Marchioni, Painé Ramos, y mi compañera de vida”, afirma y agrega que todos aportan sus conocimientos para llevar adelante el proyecto y añade que sus padres están más enfocados en la huerta y el armado de plantines.
Los pequeños productores trabajan el suelo en una superficie cultivable de 180 metros cuadrados. “Todo es a pulmón. Abastecernos de los insumos es nuestro objetivo principal, además lo hacemos a pequeña escala. Cuando tenemos excedentes de tomate, por ejemplo, lo hacemos salsa y la envasamos. Esto nos permite poder contar con el producto durante todo el año, lo mismo tenemos pensado con los pimientos y las zanahorias, los vamos a convertir en escabeche", afirma.
Por estos días tienen una promoción que incluye dos plantines de tomate por $70 y dos de pimiento a $80.
“La producción es de estación, además nosotros consumimos lo que producimos. Para no comprar un tomate en invierno, porque sabemos que viene de una cámara o que ha sido manipulado con hormonas para que madure más rápido lo hacemos salsa. Por eso orientamos nuestra alimentación de acuerdo a lo que cultivamos en cada temporada", dice y cuenta que cuando hacía frío usaban microtúneles cubiertos por una mediasombra.
Además de hortalizas elaboran plantas aromáticas. "Actualmente estamos trabajando para obtener plantas madres para hacer esquejes y salir al mercado local. Pero por ahora las usamos como refugio para los insectos benéficos”, explicó el agricultor.
"También contamos con bancales destinados a producir semillas, para seguir contando con especies en las próximas temporadas. Con el plus de adaptabilidad genética de cada especie del lugar. En nuestros comienzos usamos semillas del INTA y otras que traje de granjas agroecológicas en las que estuve trabajando antes de llegar a San Luis", especificó y añadió que también elaboran purines para insectos a base de ajo, de pimiento y de ortiga, entre otros.
El joven agricultor explica que: "Para un posible ataque de hongos, usamos como planta principal la cola de caballo que tiene un gran porcentaje de sílice y se aprovecha el efecto lupa sobre los hongos y los quema".
Un proyecto ideal
“En este contexto de pandemia vemos con buenos ojos la posibilidad de que las personas se inclinen hacia la posibilidad de tener una huerta en casa, aunque no tengan tiempo, les falte información o cultura para cultivar. Esta es una buena manera de obtener alimentos sanos y sustentables. Solo se requiere una pequeña inversión al principio y después el proyecto camina solo con los cuidados básicos”, asegura el agricultor y expresa: “Ojalá todo el mundo se contagie y arme su propia huerta. Para nosotros es importante ofrecerles un plantín ya formado, de esta manera es muy difícil que en el momento de trasplantarlo fracase”.
Cuando Nahuel inició sus estudios en la Universidad de Río Cuarto, decidió especializarse en Agroecología. “Mis prácticas profesionales fueron en granjas biodinámicas, en las que se incluye la fuerza del cosmos en la producción. Es decir se percibe cómo influyen los efectos de la luna y los planetas en los organismos de la tierra y de la planta en la que también se incluye al ser humano”, explica.
El joven productor cuenta que antes de llegar a San Luis, estuvo en Santa Fe y en Misiones. “Volví en marzo y la pandemia por COVID-19 me agarró acá, junto a mi familia. En ese momento empezamos con este proyecto de huerta familiar. Estamos enfocados en llegar a la gente con los plantines, en compartir los conocimientos. Buscamos estimular a la población para que tenga su propia huerta en su espacio, es muy valioso tener un alimento sano, sin agroquímicos cultivado por su propia energía”, opina.
La agroecología se convirtió en una de las alternativas más prometedoras para producir. “Este paradigma se basa en sistemas productivos autosustentables en el tiempo. A través de la asociación de plantas, hortalizas, flores y aromáticas que generan un equilibrio y una energía natural. Según mi experiencia y mis cálculos también implica un ahorro mensual, contar con una huerta en casa”, explica.
La asociación de los cultivos dentro de una huerta produce un equilibrio natural. “En nuestro caso, trabajamos de manera biointensiva, es decir, que en el mismo bancal coexisten tres especies asociadas que no generan competencia entre ellas. Por ejemplo plantamos lechuga, cebolla y rabanito. La lechuga abarca cierto espacio aéreo, la cebolla es erecta, pero no compiten por un lugar, más el rabanito que es cosechable de raíz”, especifica Ramos y continúa: “A su vez la cebolla produce exudados que ayudan a que las plagas no agarren a las otras dos plantas. La idea es ocupar la mayor cantidad de espacios sin darle lugar a las malezas, como se las considera en el modelo convencional, que nosotros preferimos llamar especies no deseadas en este determinado momento”.
El ingeniero agrónomo, que aún tiene que ir a buscar su título porque la pandemia se lo impide opina que lograr que la humanidad comprenda y considere a la producción sustentable de alimentos como estilo sería lo óptimo. "Es un combo completo, es entender las leyes de la naturaleza, es respetar los ciclos biológicos. En este modelo extraemos los nutrientes del suelo que nos permite estar presentes en el mundo y alimentarnos. Ojalá que estos tiempos difíciles nos enseñen algo", concluyó.
MM


Más Noticias