La larga despedida de tío y sobrino

El plazo definitivo que se habían puesto Cuti y Roberto Carabajal para separar el dúo vencía en este mes. O sea, si se cumplían esos plazos, por estos días tío y sobrino santiagueños deberían estar transitando sus últimos días como dupla. Pero no será tan fácil cortar tantos años de tradición. 

Cuando anunciaron la separación –la misma noche en la que la delegación puntana hizo una memorable actuación en el festival de Cosquín en enero de este año-, la gente que estaba en la plaza Próspero Molina se vio embargada en una sensación  extraña. Quedó entre aturdida, sorprendida y también un poco incrédula. No era fácil cortar tantos años de tradición. A un año de aquel anuncio y del recital de la presunta despedida, el grupo sigue en camino, con el conocimiento de que en algún momento tendrá que separarse, pero sin precisión de cuándo. “Al hacer el anuncio pensamos en que estaría bueno hacer otras cosas”, dijo Cuti en exclusiva a Cooltura, aunque no se animó a poner fecha del adiós.

Una serie de compromisos que el dúo tomó hasta febrero en festivales del interior y la postergación de la gira despedida por España y otros países de Europa para marzo extendió los plazos y no sería de extrañar que los santiagueños decidan finalmente continuar con su rutina festivalera, aunque de manera esporádica. 

Las cosas que los Carabajal quieren hacer por fuera del dúo ya empezaron y conviven con las presentaciones en vivo. Cuti dijo que quiere tocar más con sus hijos, una actividad que hace con éxito por pequeñas peñas de Buenos Aires; y Roberto
tiene listo un disco de canciones melódicas que todavía no presentó formalmente. El deseo de los seguidores fue una de las cosas que los hizo repensar la determinación de los  dueños de la chacarera. “En los diarios de Santiago del Estero y
Tucumán se hicieron encuestas y la gente se manifestó contra nuestra separación; incluso se hicieron piquetes”, bromeó el cantante.

De todos los tiempos Los shows que hacen Cuti y Roberto en la sobrevida de su carrera se componen de los clásicos que han creado a lo largo de su trayectoria y de algunos temas firmados por los otros miembros de la familia. “Tenemos esa costumbre –dice Cutien todos los shows de los Carabajal: hacemos temas propios, pero también de otros integrantes del clan”. Como no puede ser de otro modo, el eje central de la carrera del dúo es la chacarera, un estilo que supo expandirse por todo el país en gran parte porque  algunos músicos que llevan ese apellido le abrieron las puertas nacionales. Cuti adjudica parte del éxito a “la juventud, que siempre está dispuesta a bailar en los recitales”.

El hecho de que el ritmo propio de Santiago sea propicio para el baile funcionó como atractivo para muchos bailarines que esperan en los festivales alguna canción de ese género para desatar su creatividad. A Carabajal lo sorprende el hecho de que esa actitud sea siempre espontánea. Y considera que es una forma de defender el folclore y la cultura del país.

En cuanto a la música cuyana, el mayor de los integrantes del dúo dice tener un conocimiento profundo de la cueca, pero que su preferida es la tonada. “Somos muy amigos de músicos de Mendoza, nos invitan a grabar en sus discos, y de San Luis conocemos mucho a Algarroba.com”.

Cuti y Roberto han animado decenas de festivales en la provincia y sienten que el público de San Luis les tiene un cariño especial. “Es muy inteligente y muy apegado a su música. Yo he visto a puntanos que están lejos de su pago y se largan a
llorar cuando suena una tonada; a nosotros nos pasa lo mismo con la chacarera”, rememoró el músico, quien ahora tiene una relación especial con Cuyo ya que el único de sus cinco hijos que no vive en Buenos Aires está radicado en San Juan,
donde da clases de percusión y proyecta formar una familia. 

“De la tonada me gusta que tiene sentimiento, que sus letras son muy sentidas, pero lo mejor que tienen es la forma de tocar la guitarra; es muy difícil, no cualquiera puede tocar como un cuyano”, dijo Cuti, quien le recomendó a los músicos puntanos
salir más seguido de la provincia para que su música seconozca en todo el país. Carabajal lo dijo con conocimiento de causa. Pero advirtió también que para conseguir asentarse es necesaria una dosis de esfuerzo. “Nosotros llegamos a Buenos Aires sin nada. Buscamos, caminamos, andamos, remamos. De a poquito fuimos logrando lugares”, recordó.

Una familia pionera Carlos y Agustín Carabajal, hermanos de Cuti, fueron los primeros miembros de la familia santiagueña que emigraron a Buenos Aires en busca de nuevos horizontes. Allí hicieron sus primeras armas, uno en el grupo de Hugo Díaz –el extraordinario armoniquista santiagueño- y el otro como la voz de “Los cantantes de Salavina”.

Cuando vieron que había alguna posibilidad de conseguir éxitos, los hermanos volvieron a su provincia sólo para explicarles a sus familiares músicos que las chances de hacer una carrera estaban latentes. A partir de ahí se sucedieron generaciones y generaciones de Carabajal con seguidores en todo el país.

En el bailable árbol genealógico, Cuti y Roberto se ubican en la segunda generación familiar, junto a Peteco, Musha, Kali y Carlos Enrique, entre otros. Hay una tercera generación que conforman Demi, Roxana y Walter. Y Cuti anunció una cuarta, de chicos de 13 y 14 años que tocan muy bien la guitarra y que llevan su apellido. “Y si no lo llevan, se lo ponen”. No son tontos esos chicos. Sabenque el peso de un apellido histórico en el folclore nacional puede abrir algunas oportunidades.