María Gabriela Flores y su “sombrero verde”

La inspiración suele llegar de manera inesperada, algunos escritores la buscan y a otros los atrapan cuando menos la espera, sin pensarlo demasiado, pero con repeticiones diarias que se cuelan en la imaginación. A los 50 años, la novel escritora María Gabriela Flores decidió que “El sombrero verde” fuera el cuento con el que participaría del certamen de relatos breves organizado por “Los libros de Charlie Palacio Cultural”. El texto fue uno de los 25 elegidos para la publicación.

Mercedina, Flores es maestra del nivel inicial en el jardín "Remedios de Escalada" y actualmente se desempeña en el Consejo de Educación de la Provincia. Contó con gracia que todavía no averiguó si a alguno de sus cuatro hijos le gusta escribir “pero sí leer”. En su casa de la infancia todos fueron asiduos lectores, sus padres y una abuela. “Es una tradición que se mantiene”, comentó.

Como con muchos de sus -ahora- pares, escribir resulta una tarea sencilla para María Gabriela. Volcar al papel ideas, darles un orden y definir un estilo es muy sencillo para ella, pero al ver terminado el producto tienen que aparecer las agallas para enviarlo a un concurso.

La escritora nunca había participado de un certamen y el resultado del organizado por "Los libros..." sobrepasó con sorpresa a su ansiedad. “Me animé y escribí, pero después de algún tiempo me decidí a participar. Me sorprendió gratamente que lo hayan elegido”, dijo.

Como a varios escritores les sucede, la fantasía de relatar muchas veces se apoya en la biografía como compañera esencial de la inspiración. La historia del “sombrero verde” nació a partir de sus viajes ida y vuelta del hogar al trabajo, las oficinas en Terrazas del Portezuelo.

Aunque realiza esos viajes por las Serranías Puntanas diariamente, en lugar de caer en la rutinaria tarea de detallar aspectos o situaciones que hubiesen generado más campo de acción (y por ende, de lectura), Flores se nutrió de la capacidad de resumir varias sensaciones y situaciones en poco espacio.

Los trabajos ganadores del concurso se editaron en “Antología”, una selección de 25 cuentos de más de 450 textos enviados de todo el mundo.

De las 163 páginas que contiene el libro, Flores y su sombrero verde ocupa la 41 y la 42. Allí compactó un viaje por ruta en la que un simple “sombrero de ala ancha de paño color verde musgo que yacía inmutable al costado del camino” cambió todo el trayecto, ida y vuelta.

Nada más y nada menos. Solo un objeto de todos los que pudo ver (y verá en sus siguientes viajes) pero que la sacó de un sopor diario que la obligó a pensar sus viajes de otra manera.

Cuando la autora habló en la presentación del libro realizada unas semanas atrás, mandó un beso al cielo, elevó la vista y sus palabras al aire y se mantuvo firme para no quebrarse emocionalmente.

Después contó las razones: “La muerte de mi padre nos sorprendió”. Acaso ese acontecimiento tan doloroso haya sido el motivo que empujó a Flores a escribir. Las coincidencias con la creadora de "Los libros de Charlie", María Antonia Salino, quien abrió el lugar para transformar el dolor en amor tras la muerte de su hijo, son por demás evidentes.