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Detienen a un conductor alcoholizado que chocó a un motociclista y escapó

Es dueño de una firma de asistencia médica. La víctima sufrió fracturas y está en terapia intensiva. El accidente ocurrió en el sureste de Villa Mercedes. 

Por redacción
| 20 de enero de 2018
Desvío. El conductor, suponen, intentó esquivar a la víctima, por eso la impactó con el lado derecho. Foto: Unidad Regional II.

Ramón Daniel Agüero es el dueño de una empresa que brinda asistencia médica en Villa Mercedes. Esa fue una de las primeras cosas que les dijo a los policías de la Comisaría 30ª, cuando le informaban que debían hacerle la prueba para saber si había conducido alcoholizado. En su página web, ese sistema médico privado dice tener sólo una misión: velar por el respeto a la vida y la dignidad de sus clientes. Pero el propietario de la firma no aplicó, al parecer, esa filosofía de trabajo con Gabriel Federico Ortiz. Según las averiguaciones policiales, la madrugada del jueves el joven fue embestido en su motocicleta por la camioneta que conducía el empresario. Agüero frenó cuando sintió que su pick up había impactado contra alguien, pero en cuanto advirtió que se aproximaba una patrulla, puso en marcha su vehículo y buscó borrarse de la escena, dijo un testigo. Sabía que había llevado por delante a una persona y que eso podía deberse, en gran medida, al alcohol que había empezado a operar en su cuerpo. Quiso escapar, pero la claridad para pensar que le había quitado la bebida no le permitió llegar lejos, y lo aprehendieron.

 

El viernes, cuando se cumplieron las 24 horas que la Policía tiene para retener en una seccional a una persona por averiguación de antecedentes y medios de vida, el hombre de 49 años quedó formalmente detenido por orden del juez Santiago Ortiz. Está imputado por lesiones culposas agravadas en accidente de tránsito, informó la oficial principal Mirna Vargas, jefa de la comisaría actuante.

 

A las pocas horas, cerca de las 9, fue llevado al juzgado Contravencional y Correccional para ser indagado. Pero, asistido por su abogado Daniel Fernández, se abstuvo de declarar. Su defensor tampoco solicitó, como suele suceder, una prórroga de la detención. Significa que el magistrado tiene plazo hasta mañana, a la misma hora, para definir si lo procesa por haber atropellado al motociclista. Mientras tanto, el empresario continuará en un calabozo de la comisaría del barrio Ate II.

 

Gabriel, de 18 años, en cambio, se mantiene ajeno a todo eso. Permanece en la terapia intensiva del Sanatorio Mitre. Se fisuró la cadera. Tiene fracturado la tibia y el peroné de la pierna izquierda y tres dedos del pie izquierdo, le informaron los médicos a la Policía. Los cirujanos esperaban recibir un clavo quirúrgico, que llegaría entre ayer y hoy, para implantárselo en la pierna herida.

 

 

Choque y fuga a la madrugada

 

Ortiz y Agüero cruzaron sus caminos el jueves, entre las 3:30 y las 3:40. De acuerdo con la reconstrucción de los peritos, el joven circulaba en su Cerro 150 negra por Amaro Galán, hacia el sur. El empresario lo hacía por Pringles, de este a oeste, en su Volkswagen Amarok. No iba solo, en el asiento del acompañante estaba su nene de 11 años.

 

La víctima se dirigía, al parecer, a su casa del barrio Virgen de Pompeya. El imputado iba hacia su vivienda, en el club de campo Los Caldenes.

 

Presumen que el motociclista consiguió cruzar por la intersección, pero la camioneta lo impactó con el costado del conductor. El hecho de que la pick up lo haya chocado con ese lado les hace pensar a los investigadores que Agüero intentó esquivar al joven, pero su desvío no fue suficiente para evitar la colisión.

 

La Cerro terminó sobre la gramilla de la vereda suroeste y su conductor, tendido sobre Pringles. Aníbal, un vecino que escuchó el estruendo y salió a ver lo que había pasado, contó que Gabriel estaba boca arriba y con el casco puesto.

 

Unos metros delante, sobre la vereda norte de esa calle, estaba la Amarok blanca. Y, a un lado de ella, su dueño. En cuanto el resplandor azul de una baliza le avisó que se acercaba un móvil policial regresó a su vehículo.

 

Siguió por Pringles, hacia el oeste, una cuadra más, hasta Granaderos Puntanos. Continuó otra cuadra hacia el norte, dobló en León Guillet y retomó por Amaro Galán. Recorrió dos cuadras, hasta llegar a Miguel B. Pastor. En esa calle y Pedro Díaz, donde están los semáforos, fue interceptado por los policías.

 

Pero la sirena y las órdenes de los efectivos a través del megáfono para que se detuviera no le importaron. Retomó Pringles, hacia el oeste. La persecución terminó en la esquina de Galán, el lugar del accidente.

 

Los efectivos le ordenaron que bajara de la camioneta. Y Agüero lo hizo, como pudo. No podía mantenerse en pie de la borrachera que cargaba, refirieron los testigos. Sólo apoyándose en el capó o en el costado de la pick up lograba no desplomarse.

 

El personal de Cuerpo de Tránsito le mostró el aparato para medir el nivel de alcohol en sangre, le pidió que se colocara la pipeta en la boca y soplara. “No voy a soplar nada… Llévame preso. Ya iré a salir”, les respondía con arrogancia, indicaron los testigos.

 

Recién en la comisaría consiguieron hacerle el alcohotest. Ahí confirmaron lo que su estado y su aliento presagiaban. Tenía 1,12 gramos de alcohol en sangre. El motociclista, a quien también le hicieron la prueba, no había bebido.

 

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