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Caso Araneda: declaró una testigo clave en el juicio por el asalto mortal

Es una joven que vio salir de la casa de la víctima a tres hombres con la cabeza y la cara tapadas. Dijo que uno huyó en moto. La mujer fue baleada durante un atraco en su casa, en el barrio Ignacio Vidal de San Luis.

Por redacción
| 09 de noviembre de 2017
Allende, Arce y Aarrión (los tres primeros, de izq. a der.), son juzgados por el homicidio. (Foto Martín Gómez)

A juzgar por sus lágrimas, declarar ayer durante el debate oral por el asesinato de María Angélica Araneda Reinoso fue un verdadero suplicio para una joven testigo, uno de los cuatro relatos escuchados ayer en la Cámara del Crimen 2. Cuando llegó a tribunales con su bebé, la muchacha avisó a los empleados que ya estaba allí y no pudo ocultar su nerviosismo y luego el llanto, que la embargó, inclusive, cuando se iba de la sala. Dijo que era vecina y amiga confidente de la víctima. Y aseguró estar atemorizada por haber sufrido amenazas una semana después del homicidio, ocurrido el 27 de mayo de 2014 en una casa del barrio Ignacio Vidal de San Luis. 
Hizo un pedido especial, al que la Cámara, presidida por Fernando De Viana y que conforman Gustavo Miranda Folch y Hugo Saá Petrino, accedió. Solicitó declarar sólo ante los jueces, el fiscal de Cámara, Fernando Rodríguez, y la defensa. No quiso cruzarse con los acusados por el crimen, Cristian Walter “El Mono” Allende, Kevin Jesús Arce y Vincent Paul Carrión. Ellos no estuvieron presentes mientras declaró. Tampoco el público y la prensa. 
Un requerimiento similar, con argumentos parecidos, habían hecho el martes el viudo de la víctima, Andrés Guillermo González; la hija, Paula González Araneda; y Viviana Araneda Reinoso; hermana de la fallecida. El tribunal, con igual tesitura que ayer, ordenó que retiraran a los acusados y que los oyentes –entre los que había familiares de los juzgados y estudiantes de Derecho– también despejaran la sala. 
La muchacha, cuya identidad El Diario reservará, brindó una declaración que fue considerada importante desde el momento inicial, ya que aportó valiosos datos que consolidaron la línea investigativa que apuntaba a Allende, Arce y Carrión. A partir de su testimonio se tuvo la referencia de que habían intervenido al menos tres personas, que todos eran hombres y que andaban en una moto.  
Ella reside en inmediaciones a la vivienda de la víctima. En su oportunidad, contó que aquel día debió hacer una compra, por lo que salió de su domicilio en dirección a un negocio de la zona. Estimó que eran las 9:15 o 9:20. Entró, buscó lo que necesitaba y regresó. Cuando cruzaba la calle, llevó la mirada hacia la casa de los González Araneda. Vio que de allí salieron dos hombres. 
Iban por la vereda opuesta  a la suya, pero en igual dirección que ella. Le llamaron la atención poderosamente, por varias razones. Tenían la cabeza y parte de la cara tapada, pero, según la testigo, no hacía tanto frío como ir tan abrigados. Corrieron unos metros y después, aminoraron la velocidad y comenzaron a caminar. Iban vestidos con ropas oscuras. 
Uno de ellos era alto y delgado. El otro, más bajo, cargaba una caja plateada. 
Después, la chica notó que en la puerta de la casa de Angélica había una moto, que salió a gran velocidad de allí e hizo una maniobra en U, para dirigirse hacia el norte. La describió: era chiquita, roja, y le pareció que le faltaba un plástico en la parte delantera.  El conductor llevaba casco. Todos, tanto él como los hombres que iban a pie, tomaron por Paso de la Patria, hacia el oeste. 
Después de entrar en su domicilio volvió a salir y, desde la vereda de su vecino, notó que la reja del frente, la puerta de la casa y la ventana de la puerta de Angélica estaban abiertas. Su preocupación iba in crescendo: sabía que la familia nunca las dejaba así.
Le dijo a un pariente que llamara a Andrés González, para avisarle que había visto salir a tres personas y que la casa estaba abierta. El hombre le pidió que por favor se cruzara, para ver cómo estaba su hija Paula, que había quedado durmiendo. Ella fue, y encontró a Angélica herida de muerte. 
Durante la audiencia, la joven refirió que, una semana después del hecho, un familiar directo de ella recibió una intimidación, que iba dirigida a ella. La concretó, según dijo, un chico alto, que fue acompañado por un hombre colorado. 
Ayer también comparecieron Roni Sergio Torres Moyano, Héctor Martín Arancibia y Lucas Daniel Maure, en ese orden.
El primero fue testigo de la requisa de una bolsa hallada en una de las viviendas allanadas tras el crimen. En ese recipiente, entre la basura, hallaron un documento de uno de los integrantes de la familia González Araneda, de nacionalidad chilena, que estaba roto. 
El segundo es un mecánico del barrio Eva Perón, a quien “El Bibi” Rojas, el primer detenido que hubo en la causa, que después logró probar que no tenía vinculación, le llevó su Ford Ka, para un arreglo.
Según las primeras referencias, Allende supuestamente tenía alguna conexión con “El Bibi”. Ayer, el mecánico dijo que era amigo del padre de Carrión y que a “El Mono” lo conocía de nombre, porque es del mismo barrio, pero que no tenía relación con él. 
El último testigo estuvo en la División Homicidios cuando González reconoció el documento de identidad roto, que la Policía había encontrado en el allanamiento.

 

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