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Sexta jornada organizada por Glucovil sobre agro y valor agregado

Por redacción
| 04 de septiembre de 2016
Industria local. La planta está ubicada en el parque industrial de Villa Mercedes.

Por sexto año consecutivo, la firma Glucovil organizó en Villa Mercedes una jornada para reflexionar y posar la mirada sobre la relación entre la industria y el campo, y las distintas fases productivas en el agregado de valor del maíz, como principal materia prima de la empresa. El encuentro ya es una cita obligada en la agenda de los productores de la zona, empresarios, estudiantes de escuelas o carreras agrarias y de todos los que están ligados de una u otra manera, al sector agropecuario. Es que año a año la fábrica, que tiene su planta de molienda húmeda de maíz a la salida de la ciudad por la ruta provincial 2B, arma un combo con especialistas locales y de otras provincias que dan sus veredictos sobre la actualidad de los distintos rubros que conforman el negocio agropecuario.

 

"Agroindustria y campo, un proyecto común" fue el título que le pusieron a la sexta edición del encuentro. Es una cita obligada en la agenda de los productores.


En esta nueva edición que tuvo otra vez como escenario un salón del hotel Epic, los organizadores decidieron titular al evento con la frase “Agroindustria y campo, un proyecto común”. Y el nombre calzó perfecto porque las distintas charlas, cada una con su especificidad, mostraron cómo la agricultura y la ganadería se toman de la mano de la industria, que se vale de sus productos para darles valor y devolverlos a los campos en forma de insumos de nutrición animal, por ejemplo.

 


Las conferencias, que estuvieron a cargo de técnicos de la propia empresa, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (tanto de Villa Mercedes como de Anguil), de productores de establecimientos privados y de asesores de la provincia de Buenos Aires, presentaron un panorama sobre el presente de la ganadería y su futuro inmediato, sobre el valor del maíz en el mercado local e internacional de granos y los distintos aprovechamientos del gluten feed húmedo (GFH), uno de los productos de Glucovil de mayor impacto en el mercado.

 


“Cuando empezamos con estas jornadas, el objetivo que nos planteamos fue devolverles a quienes son nuestros proveedores del insumo básico que es el maíz, información sobre tecnología, sistemas de producción, buenas prácticas agrícolas y situación de los mercados, para que les sea de utilidad”, expresó Martín André, asistente del gerente general de la empresa.

 


Es que los agricultores no sólo son los proveedores de la fábrica, sino que en un ida y vuelta, llegan a convertirse en sus clientes. “Hemos agregado ahora todo lo relativo a la utilización del gluten feed, que es una materia prima importantísima como insumo de nutrición animal, y está ampliamente difundido en la región. Por lo que a su vez nuestros proveedores reciben la fibra húmeda y la usan en sus engordes a corral y en sus tambos”, explicó.

 


A diferencia de años anteriores, la organización optó esta vez por cambiar las butacas por mesas redondas para que los asistentes estuvieran más cómodos y pudieran apuntar los consejos de los especialistas. En la revista El campo proponemos un  repaso por los principales detalles de cada conferencia. A tomar nota.

 


El gluten en la cadena de la carne

 


El primero en tomar el micrófono y romper el hielo ante un auditorio ávido de llevarse algunas pautas fue Carlos Frasinelli, un reconocido técnico del INTA de Villa Mercedes, quien exhibió los resultados de una serie de ensayos que vienen desarrollando, en los que utilizan el gluten como parte de la alimentación en distintas etapas de la cría de bovinos. El ingeniero agrónomo contó que las investigaciones se desarrollan a través de un convenio entre distintas instituciones, entre las que están incluidas INTA y Glucovil, con la intención de responder algunos interrogantes como por ejemplo si es posible hacer una dieta de recría con una alta inclusión de gluten húmedo y si eso repercute o no en la calidad de la carne.

 


Con esos disparadores elaboraron distintas dietas con diferentes proporciones de gluten feed húmedo (GFH) mezcladas con otros componentes y se las dieron de comer a algunos lotes de vacunos en corrales. Una primera mixtura combinó un setenta por ciento de GFH con un treinta por ciento de cáscara de maní ensilado, y arrojó una ganancia de peso de trescientos gramos diarios sin afectar la calidad, el sabor ni la terneza de la carne.

 


Una segunda mezcla respetó las mismas proporciones, pero fue distribuida sin ensilar, lo que generó que el peso ascendiera a setecientos gramos diarios. La tercera opción combinó un treinta y cinco por ciento de GFH con un cincuenta y cinco por ciento de picado de sorgo y los resultados subieron a novecientos cincuenta gramos diarios; mientras que la cuarta alternativa fue probar con alimentar a los bovinos solamente con GFH, sin mezclarlo con otros componentes. Ese ensayo arrojó una estadística de seiscientos treinta gramos más de carne en cada animal por día.

 


En una misma línea, la segunda de las charlas sirvió para mostrar una experiencia concreta de cómo el producto es aprovechado en el esquema productivo de un establecimiento ganadero. Gonzalo Allende y Salvador León, de la firma “Pecuaria El Garabí”, ubicado en la localidad de Washington en la provincia de Córdoba, revelaron con estadísticas y cuadros, cómo el gluten feed les ayudó a  recuperar la eficiencia en la alimentación de las once mil cabezas que pasan por sus corrales cada año, entre hacienda propia y de terceros.

 


Además los técnicos del feedlot sostuvieron que este derivado del maíz tiene beneficios para la empresa también desde la óptica económica, porque el costo del gluten no disminuye los márgenes de ganancia por cada kilo producido. De todas maneras, aconsejaron no escatimar en gastos a la hora de producir las mezclas. "Por ahí nos fijamos demasiado en ahorrar en un núcleo y es un factor que afecta poco a las ganancias", dijo Allende.

 


Sustentabilidad desde el campo

 


Los anfitriones también aprovecharon el encuentro para comunicar sus proyectos y líneas de acción para seguir potenciando la calidad de los cultivos de la región y sus manufacturas.

 


Glucovil tiene más de treinta años de presencia en la provincia de San Luis  conducida por la firma Ledesma. Sin embargo, desde 2008 se asoció con la multinacional Cargill para ampliar sus líneas de producción y reforzar su presencia en el mercado. Martín André detalló que Glucovil toma "prácticamente un setenta por ciento de su maíz de la provincia de San Luis. Molemos treinta mil toneladas mensuales y unas trescientas sesenta mil toneladas por año, por lo que es una industria sólidamente ligada al  campo. Es difícil a veces determinar los límites, pero nuestra producción empieza en el surco en un campo y termina en tambos y feedlots que están acá mismo en ciento cincuenta kilómetros a la redonda de la planta". 

 


Por ello, Carlos Baudino y Verónica Alva, cada uno a su turno, tuvieron la tarea de representar a la institución y explicar las líneas de acción que desarrolla para garantizar la sustentabilidad de sus producciones.

 


Primero, Baudino expuso cómo atienden cada uno de los actores que intervienen en la cadena productiva, desde el uso de los insumos, las relaciones entre el personal, el cuidado del medio ambiente, el tratamiento del agua y los efluentes, entre otros. El ingeniero químico atribuyó muchos de los avances que ha conseguido la empresa a la alianza con Cargill.

 


Así, por ejemplo, contó que lograron aumentar en un quince por ciento la cantidad de sus empleados operativos con algún título técnico gracias a una catarata de capacitaciones que impartieron entre 2008 y 2015.

 


Estos detalles luego fueron complementados por Alva, quien reveló que la industria apunta a establecer una línea de trazabilidad de sus productos, que comenzaría cuando el cultivador planta sus semillas de maíz en la tierra, hasta que la fábrica lo devuelve como un producto con etiqueta. “Cada vez más, todos los clientes quieren asegurarse que toda la cadena sea sustentable en el tiempo, y que el producto que recibe hoy, lo pueda seguir recibiendo dentro de muchos años”, expresó la joven ingeniera.

 


Por ello, la empresa desarrolla un plan para exigir Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) a sus proveedores y poder tener un control de calidad en cada etapa de la cadena. Está minuciosidad apunta a combatir lo que la especialista denominó como un “enemigo silencioso” en el maíz: las micotoxinas. Estos componentes son metabolitos generados por distintos hongos como aspergillus y fisarius, entre otros. Hay distintas clases de estos agentes, y algunos pueden llegar a generar enfermedades en los animales y en los humanos que lo consumen, producen pérdidas económicas y disminuyen la posibilidad de abrir mercados externos porque hay ciertos protocolos que exigen la ausencia total de micotoxinas en los productos que se venden a otros países.

 




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