F.P. tiritaba. Estaba acostada. Vestida, sobre su cama. Se tapaba el rostro con las manos porque no quería que la vieran llorar. La mujer policía que su ex pareja había llamado para que la asistiera entró al dormitorio y le preguntó si necesitaba algo. La ayudó a sentarse. Ella se sentó a su lado y le preguntó qué le había pasado, por qué estaba así. F.P. le dijo que su ex, Mauricio Roque Gómez, la había atado de brazos, pies y cuello. Le indicó con la mirada la soga blanca con la que lo había hecho. Y se masajeaba las muñecas, notablemente rojas, que le ardían de dolor. A lo largo de las cuatro horas que a la efectivo le llevó calmarla, le contó que el hombre de 34 años la había violado, sobre su cama matrimonial, y la había amenazado con una pistola, para que no lo delatara. El crudo relato de la víctima se condice con los elementos que los investigadores secuestraron, después, en la casa. El estado en que la testigo la halló tampoco se puede fingir. Por eso, el juez de instrucción Penal N° 2 de Villa Mercedes, Leandro Estrada, resolvió el procesamiento y prisión preventiva del algun
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