Recría y manejo, las claves para el debut

Un poco de incertidumbre y nerviosismo, pero también entusiasmo y ansiedad. Toda primera vez genera una variedad de sensaciones, una mezcla inquietante de la que el debut de la cabaña La Benedicta en un remate de reproductores, no está exento. Sin embargo, los Gabutti, patrones y trabajadores de la estancia, gozan de la tranquilidad de saber que lo que pondrán sobre la pista es el resultado de once años de trabajo profesional y detallista.

El establecimiento participará como cabaña invitada en la subasta anual que Antiguas Estancias Don Roberto realizará el próximo 14 de octubre en sus campos ubicado a unos treinta kilómetros al sur de Villa Mercedes. Así, después de más de una década de preparación, será la primera vez que la joven empresa ponga a la venta un grupo de vientres de su cosecha. Y tendrá el desafío de hacerlo en una subasta que tiene un prestigio y un renombre ganado en todo el país.

Para la ocasión tienen lista una oferta compuesta por treinta y cinco vaquillonas de veinticuatro meses de la raza Aberdeen Angus, la especialidad de la cabaña, que por estos días pule los últimos detalles y espera, con el mayor optimismo, el ansiado estreno.

La Benedicta tiene sus tierras a unos cuatro kilómetros al sur de Liborio Luna y si bien vio la luz como cabaña en el año 2005, guarda en su historial más de sesenta años de tradición ganadera que los Gabutti llevan como una herencia y una pasión compartida.

Héctor Gabutti, un ingeniero agrónomo mercedino, es el titular de la firma, pero en el negocio está involucrada toda la familia y cada uno aporta lo suyo para hacer crecer el emprendimiento. No es casual que sus dos hijos varones, Francisco y Mariano, hayan optado por formarse en una escuela agrotécnica de Río Cuarto y luego se hayan titulado como veterinarios. Y aunque Eugenia, la única hija mujer, se haya inclinado por los números, ahora es quien como contadora se encarga de las finanzas del grupo comercial, que incluye además un local de veterinaria.

Francisco, de treinta y seis años, fue quien se puso sobre los hombros todos los aspectos técnicos de la cabaña y fue también quien recibió a la revista El campo en la estancia de Liborio Luna. Con claridad en los conceptos y con el orgullo de quien habla sobre la actividad que lo apasiona, contó los inicios de la cabaña y sintetizó el minucioso manejo que hacen con la hacienda, que les permite tener un ganado de primera línea, con la rusticidad y las características necesarias para adaptarse a los duros campos de la provincia.

“Los Gabutti somos medio tradicionales en la zona porque mi bisabuelo, que venía de Villa del Carmen, compró estas tierras hace unos sesenta años. Cuando falleció, lo heredó a mi abuelo, y éste a su vez se lo dejó a mi padre y a mi tío. Ellos hicieron un desarrollo importante en instalaciones", recordó.

Como sucede en muchas familias de tradición campera, esas 1.200 hectáreas terminaron dividiéndose entre los dos herederos y formaron dos estancias de 600 cada una, "con muy buena relación entre sí", aclaró Francisco. En 2005, los hijos de Héctor asumieron el desafío de iniciar una cabaña en su mitad de campo, que bautizaron con el nombre de La Benedicta.

Para lograr pasar de un rodeo general a formar un núcleo con genética de punta, comenzaron a incorporar vientres de cabañas reconocidas como Santa Rita, de Don Roberto; El Bonete, de Bellamar Estancias; y Los Pamperos, entre otras. Y tras tres o cuatro años, lograron sumar unas cien madres e iniciar el mejoramiento de la sangre de sus ejemplares.

Hoy el establecimiento cuenta con alrededor de cuatrocientas hembras negras y coloradas en producción. Es decir, que están paridas, preñadas o en servicio. Pero a esos vientres le suman otro buen número de vaquillonas de seis meses y de un año para reposición, seis toros padres de plantel y sesenta toros en recría.

Una de las principales virtudes del rodeo es que son animales con el peso y la formación ideal para adaptarse a campos duros, donde tengan que caminar en busca de alimento. Es que el manejo es uno de los aspectos que más cuidan en la cabaña. “Con todos los avances que existen, la genética que hay en todos lados es, al menos, similar. En lo que nosotros tratamos de diferenciarnos es en la recría”, expresó.

Por eso, desarrollaron una plan forrajero que abastece a la hacienda tanto de pastizales naturales como de picados, sorgos y verdeos de invierno.

El veterinario detalló que las crías nacen generalmente sobre picados, como cualquier otro rodeo comercial, y sobre algunos verdeos. Luego, los terneros son derivados a pastizales naturales, como el llorón, y más tarde son trasladados al monte hasta el momento del destete. 

"Una vez que se desteta el ternero, generalmente se hace un mes a corral y se encadena sobre sorgos forrajeros y verdeos de invierno o picados de autoconsumo, depende de cómo venga el año y la disponibilidad de pasturas que tengamos", describió.

Al año, una vez que pasan el primer invierno que es fundamental para un buen desarrollo de la circunferencia escrotal en los machos, y de ovarios en las hembras, vuelven a los pastizales naturales. "La idea es que sean animales que caminen y que puedan tolerar incluso el palque", justificó.

Finalmente, entre los veinte y los veinticuatro meses los encierran y les dan verdeo o picado, o las dos cosas juntas. "La idea siempre es terminar con algo de grano, pero nunca llegamos porque generalmente compran los toros antes", aclaró con orgullo.

De esa manera, La Benedicta logra toros formados a campo que, al tener poco impacto de maíz en su dieta, llegan con buena sanidad y evitan los daños en los garrones que provoca el sobrepeso. "Los toros que están muy preparados suelen tener problemas hepáticos, exceso de grasa testicular u otras enfermedades en las glándulas sexuales que repercuten en la producción espermática", expuso Francisco.

Para poder desarrollar la cadena alimenticia, en el campo central cuentan con un treinta por ciento de la superficie para agricultura sin entrada de vacas, otro treinta por ciento de siembra para forraje y el porcentaje restante está ocupado por monte. A esas 600 hectáreas le agregan el espacio de los dos campos contiguos, que alquilan para tener un mejor manejo de la hacienda.

En esas superficies de Liborio Luna crían lo que ellos llaman su "núcleo genético", el ganado estrictamente seleccionado. Pero también tienen un convenio con otros dos campos 'satélite', uno en Buena Esperanza y el otro en El Morro, que funcionan como proveedores de vientres para la cabaña. "Nosotros los abastecemos de toros y de inseminación y ellos nos retribuyen con las selecciones en machos y hembras. Es algo que nos ha funcionado muy bien, porque seleccionamos entre un tres y cinco por ciento de esos vientres, que se inspeccionan como MAS (Madre Angus Seleccionada) y si cumplen las características se quedan en nuestro núcleo", explicó Gabutti.

Vientres, servicios y datos

Es que las estrellas de la cabaña son los vientres. En ellas, según el joven, se expresa todo el potencial genético del rodeo y está depositado el futuro.

Por ello, tienen un aceitado proceso de servicios que combina la Inseminación Artificial a Tiempo Fijo (IATF) con repasos individuales o colectivos. Como venden la totalidad de sus toros, para padres de plantel utilizan machos adquiridos en otras cabañas de punta, lo que les permite mejorar continuamente la sangre.

Desde hace un tiempo, decidieron pasar de un primer servicio de quince meses a uno de dieciocho, que les posibilita, entre otras ventajas, aplicar un mayor control en la parición y que la vaquillona ingrese al segundo servicio sin cría al pie y en muy buen estado.

Esa segunda preñez se ejecuta a través del sistema IATF y, generalmente, se una a las vacas que también ingresan al servicio por medio de este método, aunque luego se le realizan repasos individuales. El mecanismo se repite en toda las hembras, a excepción de un diez por ciento de las vacas, que directamente ingresan a repasos sin pasar por el método artificial.

Para poder practicar estos métodos, los campos del núcleo genético cuentan con unas coquetas instalaciones de bretes y mangas que facilitan y hacen más cómodo el trabajo. Y cuentan con tres empleados que le ponen el cuerpo a todas las labores con la hacienda.

"Hemos logrado formar un buen equipo, que anda muy bien y le ha dado un empujón muy grande al desarrollo de la cabaña. Ellos son grandes responsables también de que la empresa marche bien, porque uno puede planificar pero si no tiene las manos ejecutoras no sirve de nada", valoró el joven.

Con sólo conversar con él un rato, puede advertirse que Francisco Gabutti es un apasionado de los detalles. Sabe que en los aspectos que parecen más pequeños, está la clave para el éxito de la cabaña de su familia.

Por eso busca que la totalidad de los terneros que nazcan es sus tierras tengan todos los datos de su linaje. En menos de doce horas desde que la cría nace, registran la información física (peso, circunsferencia escrotal, etc.), el nombre de la vaca madre y el del toro padre. "Lo que buscamos es que cuando vendamos un animal sepamos qué estamos vendiendo", explicó.

Todos sus ejemplares están tatuados, llevan las caravanas que exige Senasa y además una que contiene las iniciales del nombre del toro padre.

El veterinario tiene ya una selección de más de cincuenta vaquillonas, de las cuales deberá elegir las treinta y cinco que presentará en el remate de Don Roberto. "No es fácil desprenderse, pero es una forma de mostrar lo que hemos hecho durante todos estos años. Creemos que vamos a hacer un papel digno", sentenció con seguridad.