Ana fue una de las primeras que se mudó al nuevo barrio municipal 25/35, hace dos meses, con todas las ilusiones de haber llegado a su casa propia. Pero al poco tiempo la realidad le dio una muestra de que su sueño podía transformarse en pesadilla: “Soy la primera que tuvo un problema de inseguridad porque el lunes llegué a casa y vi que intentaron entrar por la puerta y una de las ventanas del frente. Quisieron romper las rejas pero mi padre las reforzó y las soldó tan bien que esta vez no pudieron”. La docente dijo: “Apenas llegué le avisé al grupo (de WhatsApp) que me habían querido robar y enseguida armamos una reunión con varios vecinos en la esquina de mi casa de la manzana C, llamamos a la Policía y realicé la denuncia”.
Algunos de los autoconvocados de ese complejo ubicado entre los barrios Néstor Kirchner y el Padre Mugica fueron a recorrer el baldío del enfrente, que se comunica con la ruta 7, y encontraron un espacio donde había bloques de hormigón dispuestos como asientos, botellas tiradas alrededor y hasta un pozo que se usaba como sanitario. “Suponemos que desde ahí nos controlan cuando no estamos porque desde ese lugar se ven perfectamente todas las casas porque ese terreno es más alto y está cubierto por malezas. En cambio desde acá sólo vemos la tierra, cardos y toda esa mugre que se acumula”, explicó Ana.
La mujer detalló que cuando le entregaron su casa, “ni siquiera tenían celosías las ventanas porque la empresa constructora no las había entregado, pero como ya habíamos terminado el contrato de alquiler me tuve que venir a vivir acá así como estaba. Incluso yo soy una de las pocas que pudo ponerle rejas, porque la mayoría todavía está con las ventanas y las persianas de chapa”.
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