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Rodríguez: "Los OVNIS existen, la ciencia debe estudiarlos"

Por redacción
| 18 de agosto de 2015
Carlos Rodríguez. Tiene 60 años y habla con naturalidad y seguridad, dice que después hubo hechos que nunca se aclararon y nadie intervino para esclarecer lo que pasa en La Florida.

Carlos Rodríguez. Tiene 60 años y habla con naturalidad y seguridad, dice que después hubo hechos que nunca se aclararon y nadie intervino para esclarecer lo que pasa en La Florida.

 


No  existe en el mundo datos ciertos o el momento exacto en que comenzó la historia de las observaciones de los ovnis, sólo se sabe que los avistamientos de objetos sin identificar se remontan tanto como años tiene la humanidad. Sin embargo, para autores como Ricardo Campo, Luis Alfonso Gámez o Carl Sagan, es un mito contemporáneo que comienza a finales de los años cuarenta.

 


En San Luis, los avistamientos datan de mucho tiempo atrás, pero el más rutilante, el más famoso fue el que protagonizó un grupo de amigos en el Club Náutico y de Pesca La Florida el 4 de febrero de 1979. Regino Salvador Perroni, Jacinto Lucero, Manuel María Álvarez y los hermanos Sosa; Pedro, Genaro y Ramón fueron –aquella vez- los protagonistas del más espectacular avistamiento y casi contacto con un ser diferente que se conozca.

 


Tan importante fue que quienes estudian estos fenómenos, que cada día tiene más seguidores y estudiosos, lo catalogaron como “contacto del tercer tipo”.

 


Aquel episodio recorrió el mundo: diarios, revistas, la televisión y los programas especializados se encargaron de reflejar “El caso de La Florida”, al tiempo que la Policía de la Provincia, mediante un documento oficial, dejó por sentado que el hecho existió. Hoy, y pese a los intentos, nadie quiere hablar, incluso, nunca más se supo del paraguayo nacionalizado argentino,  Manuel María Álvarez, que tuvo muchos problemas personales, su salud se deterioró rápidamente y fue dejado cesante en Aerolíneas Argentinas. Su madre –con quien vivía en San Luis- dice que su hijo enfermó de tal manera que tuvo que pedir ayuda a otros familiares radicados en Buenos Aires y Paraguay y nunca más se los vio en San Luis.

 


Carlos Rodríguez vive en Potrero de los Funes y fue protagonista de hechos que guardan algún misterio. Fue el amigo que aquella noche del 4 de febrero en La Florida, prendió el fuego para hacer el asado y realizó las empanadas con las que el grupo de amigos pasó la noche.

 


Don Carlos, por aquellos años, era empleado de Eduardo Argüello que a su vez tenía una forrajera en la esquina de Junín y Colón, en la ciudad de San Luis. Era el encargado de la proveeduría que había en el Club Náutico y de Pesca. Su misión era el mantenimiento y las ventas, fundamentalmente los fines de semana a la vez que preparaba comidas o colaboraba con los socios. Atento, servicial y muy serio en su trabajo, se había ganado la confianza de muchos.

 


Rodríguez admite que esa noche del 4 de febrero de 1979 fue a pescar con su compadre, Ramón Enrique Escudero, policía de El Trapiche, otra localidad cercana al hecho. “Habíamos elegido la zona de La Resbalosa (un camping de la localidad) hasta que de repente nos quedamos paralizados, una potente luz blanca iluminó el lugar, nos pasó a una altura calculada en unos 50 metros de nuestras cabezas, miramos y en el centro era negro, pero la potencia de su luz enceguecía, dificultaba la visión”, dice.

 


“Estábamos paralizados. Atónitos y sin saber qué hacer, vimos que el objeto lumínico enfiló para un cerro que los lugareños llaman ‘Cerro Blanco’, pasó por encima y se posó detrás, cerca del vertedero, como en la falda de otro cerro, se veía claramente de donde estábamos, se abrió una especie de escotilla y vimos como una sombra o algo parecido bajaba. No nos podíamos mover de donde estábamos, la situación no duró más de medio minuto, el objeto o la nave volvió a tomar altura y se perdió rumbo a La Carolina", relata aun sorprendido.

 


"Al otro día volvimos al lugar ‑continúa‑ y los pastos estaban chamuscados, como dentro de un círculo. "En esos años no había celulares y tener una cámara de fotos era mucho para nosotros, cuento lo que vi, nada más”.

 


Hoy Carlos Rodríguez trabaja en un camping de Potrero de los Funes, pasa sus días junto a su esposa y cuando charla sobre el tema, se muestra tranquilo y dueño de sus palabras, incluso recordó otros dos episodios que le tocó vivir. “Después de esa experiencia, no quería salir a ningún lado, ‘me guardé, no salía ni a la puerta", reconoce.

 


"Nunca tuve miedo, pero mi asombro continuaba, estaba preocupado, era como que me costaba agarrar las cañas y los aparejos de pesca, meses después volví a subir al bote, era una noche bárbara, tenía como 60 pejerrey en el canasto, de repente, la tranquilidad se rompió; el agua comenzó a agitarse, se levantó una ola gigantesca y en la oscuridad asomó algo extraño del agua, apareció y volvió a sumergirse, estaba como a unos 70 metros de la costa y allí hay una profundidad de unos 25 metros. Esa noche remé como nunca hasta la orilla, no lo podía creer”, detalla.

 


El otro caso tuvo connotaciones policiales. “Llegaron al camping cuatro personas de Mendoza y quisieron alquilar un bote, no podía sin autorización, consulté con el señor Argüello y me dijo que se los alquilara previa firma de un recibo donde ellos se hacían cargo de lo que pudiera pasar. Uno de ellos era policía e incluso tenía su arma reglamentaria y sabía nadar. Los otros tres no. Algo pasó porque horas después aparecieron asustados, empapados y recién salidos del agua tres de los cuatros pescadores, habían sufrido un accidente en medio del dique, ellos -sin saber nadar- lograron llegar a la costa, el policía que según sus amigos era un gran nadador, se ahogó. Fue todo un misterio. Al otro día cuando rescataron el cuerpo, tenía entre sus bolsillos, el recibo que me había firmado y de su cintura, colgaba el arma reglamentaria”, señala.

 


Rodríguez dice que con el tiempo se fue a vivir a la ciudad de San Luis y después a Potrero de los Funes, asegura que nunca fue llamado o citado por la Policía o algún organismo que investigue los avistamientos en San Luis, para que preste algún testimonio o declaración, pero que entiende que de esos casos “debe ocuparse la ciencia". "En La Florida se han visto varios avistamientos, personalmente creo que algo hay, pero los profesionales de la ciencia son quienes tienen la palabra”, considera.

 


Carlos ya tiene 60 años y dos hijos de un primer matrimonio. Con su segunda esposa viven tranquilos cerca de su lugar de trabajo y es otro habitante más de la hermosa villa turística de Potrero de los Funes. “Nunca tuve miedo, sí preocupación, pero creo en la ciencia y sé que algún día se develarán estos misterios”, repite confiado.

 



Más avistamientos

 


Los avistamientos se fueron sucediendo de una manera asombrosa en territorio puntano. En 2009 unos turistas de Comodoro Rivadavia (Catalina Lara y su esposo) fotografiaron un objeto no identificado en Quines. Al año siguiente un grupo de estudiantes protagonizó otro en Merlo. En 2013, en el dique San Felipe, una pareja (Eugenia Zudaire y Andrés Bianchi) también quedó asombrada cuando vieron algo "raro" en una fotografía que habían tomado en el espejo de agua.

 


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