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Luego de 35 años, hallaron a su hermano que creían muerto

Por redacción
| 09 de abril de 2014
Lázaro y sus hijas. Liliana (izquierda) y sonia (derecha) en una de las visitas a su padre.

Parece una historia de ficción: hay muchos protagonistas, distintos pueblos y ciudades, y no faltan la incertidumbre, el drama y el amor. Un pasado duro y una profunda historia de amor generaron el desencuentro de una familia por más de 35 años. Ayer, tres mujeres mercedinas descubrieron que su hermano, aquel que pensaban fallecido, está vivo y luego de más de tres décadas el reencuentro se acerca.
Fue la televisión y el momento oportuno el que reavivó la historia familiar. La noticia de que un tal Lázaro Gutiérrez, de Mendoza, buscaba a sus hermanas en Villa Mercedes, sacudió a las hermanas Chirino y sus familias. Con las horas, también quedó en evidencia el profundo amor que ese hombre tuvo por su mujer, y cómo cambió su vida cuando la perdió.
“Hace más de 35 años que no sabíamos nada de él o de sus hijas. Alguna vez nos dijeron que quizá estaba en un geriátrico, pero luego nos dijeron que había fallecido. No sabíamos cómo ni dónde preguntar”, dijo Rosa Chirino, una de las tres hermanas que aún viven y se emocionaron ayer al enterarse que ese miembro de la familia que daban por desaparecido, está vivo y las busca.
Héctor Lozano, el marido de Rosa, fue quien escuchó la búsqueda en televisión y tampoco podía ocultar su emoción ayer cuando descubrió que su cuñado estaba vivo. “Fuimos compañeros en la construcción de la planta de Bagley en el '79, sabíamos jugar al fútbol y compartir asados, pero después de golpe nunca supe nada más”, expresó Héctor.
Lázaro Gutiérrez es hermano por parte de madre de Manuela, Rosa y Agustina Chirino que viven en Villa Mercedes; además formaron parte de la familia Nélida y Jacinta, ambas fallecidas. Pasaron casi una vida sin saber qué era de su hermano, o cómo había terminado sus días, qué fue de sus hijas; y además, compartir lo que cada una cosechó en sus vidas.
“Todas estamos felices, nuestros hijos también. Agradecidas de saber que tendremos la posibilidad si Dios quiere de encontrarnos, de vernos”, dijo Rosa. Cada una de las hermanas formó su propia familia a lo largo de los años, y hoy son 29 sobrinos los que esperan conocer a su tío y a sus dos primas.
Tras varias averiguaciones y llamados telefónicos, El Diario descubrió que Lázaro fue uno de los personajes característicos de Alvear Oeste, en la provincia de Mendoza; que ya en ese pueblo en varias ocasiones lo dieron por muerto, y que hoy vive en el hospital geriátrico "Eva Perón" de la pequeña localidad de Jaime Prats.
El hombre, de 77 años, tiene dos hijas: Liliana, que vive con su familia en Santa Rosa, La Pampa, y Sonia que está radicada en la ciudad de San Luis.
Ellas fueron clave para entender el origen de una historia familiar que quedó perdida en el tiempo, a raíz del inmenso dolor que puede provocarle a una persona la pérdida del amor de su vida.
Lázaro trabajaba en una bodega y en un bar en el pequeño pueblo pegado a General Alvear, y su vida (que según las hijas fue muy dura en su infancia), había tomado otro sentido con el amor de su pareja Marta Beatriz Chavez. Había formado una familia y estaba feliz, pero eso cambió con un hecho inesperado. “Una noche, hace cuarenta años, cuando volvía de trabajar, encontró muerta a mi mamá, fue sorpresivo, de golpe y eso no lo pudo soportar. De ahí en más dejó sus trabajos, se echó al abandono, comenzó a beber y vivió mucho tiempo en la calle”, relató Sonia, una de sus hijas que junto a su hermana quedaron por entonces al resguardo de un tío. Incluso aseguran que hasta hace algunos años, cada 24 o 31 de diciembre, Lázaro tomaba una sidra y se iba hasta el cementerio, a brindar junto a la tumba de la mujer que amó.
Ése fue el motivo que generó que el hombre “desapareciera”, y que sus hermanas en Villa Mercedes, le perdieran el rastro. Ocurrió hace 40 años, sus hijas eran pequeñas y sus hermanas sanluiseñas también; el paso del tiempo hizo lo suyo y la familia se desencontró.
“Él siempre dice que no quiere morirse sin volver a ver a sus hermanas en Villa Mercedes, tiene un lazo sentimental muy fuerte”, contó Liliana, la hija mayor de Lázaro que suele visitarlo en el geriátrico mendocino.
“Nunca pensé que iba a tener noticias de él, pero somos creyentes y gracias a Dios ahora sabemos que está vivo y que podremos vernos pronto”, dijo con lágrimas en sus ojos Rosa.
Casi como si fuera una señal de la proximidad de las Pascuas o designio del destino, estos hermanos están próximos a reunirse y abrazarse fuerte, con lágrimas de por medio, que sellen el encuentro luego de más de 35 años.
“En las vacaciones de invierno viajaré a buscar a papá a Mendoza, mi hermana nos acompañará desde San Luis e iremos a Villa Mercedes para que se reencuentre con sus hermanas y que nosotros conozcamos a esa parte de la familia”, dijo Liliana, la mujer que vive en la ciudad capital de La Pampa.

 


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