Lahila Berardi
Coaching
¿Por qué los padres no deben gritar en la cancha?
El deporte es una de las actividades más valiosas para el desarrollo físico, emocional y social de los niños y adolescentes. A través del deporte, los jóvenes aprenden a trabajar en equipo, a enfrentarse a desafios, a gestionar la frustración y a disfrutar de sus logros. Sin embargo, en muchas ocasiones, el apoyo de los padres, aunque bien intencionado, puede convertirse en una fuente de presión innecesaria para los deportistas jóvenes. En particular, los gritos y las directivas dadas por los padres en la cancha pueden interferir en el rendimiento de los niños, convirtiéndose en bloqueos mentales que afectan negativamente su desempeño.
Desde la perspectiva del coaching deportivo y la psicología del deporte, es fundamental que los padres comprendan cómo sus acciones pueden influir, tanto positiva como negativamente, en el bienestar mental y emocional de sus hijos. A continuación, exploramos las razones por las cuales los padres deben evitar gritar y dar directivas en la cancha, y cómo esto puede contribuir a bloquear el rendimiento de los deportistas jóvenes.
1. Los Gritos Aumentan la Presión y el Estrés
Cuando un padre grita en la cancha, lo hace con la intención de motivar y ayudar a su hijo. Sin embargo, lo que muchos padres no comprenden es que este comportamiento genera una presión adicional sobre el joven deportista. Los niños y adolescentes ya están enfrentando una serie de expectativas internas y externas en el campo de juego, y agregar una voz extra puede ser molesto.
El coaching deportivo enseña que el rendimiento óptimo se logra cuando los deportistas se sienten relajados, enfocados y libres de distracciones. Los gritos no solo interrumpen su concentración, sino que aumentan la carga emocional, creando un ambiente estresante. En lugar de concentrarse en el juego, el deportista se distrae, se siente observado o incluso temeroso de cometer errores. Este estrés puede convertirse en un bloqueo mental que limita su capacidad de rendimiento.
2. La Falta de Autonomía y Confianza
Un aspecto fundamental en el desarrollo de cualquier deportista es la autonomía. Los jóvenes necesitan aprender a tomar decisiones rápidas y eficaces dentro del campo. Cuando los padres gritan directivas, ya sea sobre qué hacer o cómo hacerlo, están interfiriendo con ese proceso de toma de decisiones independiente. Este comportamiento no solo reduce la confianza del joven en su propia capacidad para manejar situaciones, sino que también le impide aprender de sus propios errores.
El coaching deportivo enfatiza la importancia de permitir que los deportistas se enfrenten a desafíos y encuentren soluciones por sí mismos. Si los padres se convierten en una fuente constante de instrucciones externas, los jóvenes no desarrollan la habilidad de tomar decisiones bajo presión, lo cual es una competencia clave en el deporte y en la vida.
3. Los Gritos Generan Confusión y Disminuyen el Enfoque
En la cancha, el atleta debe concentrarse en el juego, leer las jugadas, anticipar movimientos y mantener la calma. Sin embargo, los gritos constantes desde las gradas o el borde del campo pueden generar confusión y distraer al joven deportista. Esto interrumpe el proceso mental de toma de decisiones y afecta su capacidad para mantener la atención en lo que está sucediendo en el juego.
La interferencia mental es una de las principales razones por las cuales un deportista no rinde al máximo de su capacidad. Si el deportista no puede filtrar las distracciones externas, su mente se bloquea, lo que genera errores innecesarios, falta de coordinación y toma de decisiones equivocadas.
4. Creación de una Relación Negativa con el Deporte
El deporte se debe disfruta. Si un joven deportista siente que está constantemente bajo la presión de la crítica o los gritos de los padres, puede llegar a desarrollar una relación negativa con la actividad. El temor a fallar y a desilusionar a sus padres puede restarle la motivación intrínseca de disfrutar el juego. En muchos casos, esto puede llevar al abandono del deporte, ya que el niño o adolescente asocia la actividad con estrés y angustia, en lugar de con diversión y aprendizaje.
El coaching deportivo trabaja con los deportistas y los padres para crear un entorno positivo, donde el foco esté en el proceso de mejorar y no en la perfección. Los padres que son apoyo emocional, en lugar de críticos, fomentan una relación más saludable con el deporte y permiten que sus hijos sigan siendo motivados por la pasión y el deseo de mejorar.
5. Bloqueo de la Creatividad y Flexibilidad Mental
El deporte es, en muchos casos, un juego de adaptabilidad y creatividad. Los jóvenes deportistas deben ser capaces de adaptarse rápidamente a diferentes situaciones y encontrar soluciones originales a los problemas que surgen en el campo. Sin embargo, cuando los padres gritan y dan instrucciones constantes, los jóvenes se vuelven más rígidos en su pensamiento, siguiendo directivas externas en lugar de confiar en su propio juicio.
El coaching deportivo promueve el desarrollo de la flexibilidad mental como una habilidad clave. Los deportistas deben aprender a ser creativos, tomar decisiones sobre la marcha y adaptarse a lo que el juego les presenta. Los gritos constantes de los padres interfieren con este proceso, ya que los deportistas se sienten más cómodos siguiendo instrucciones externas que confiando en su intuición y creatividad.
6. El Impacto Emocional en la Relación Padre-Hijo
Los gritos en la cancha no solo afectan el rendimiento deportivo, sino que también pueden tener un impacto emocional en la relación entre el padre y el hijo. Si un niño siente que sus esfuerzos no son reconocidos o que está constantemente bajo la presión de las expectativas de su padre, esto puede generar resentimiento y falta de comunicación. Es importante que los padres entiendan que su rol no es solo el de un espectador, sino el de un apoyo emocional constante y positivo.
El coaching deportivo enseña que la motivación y el crecimiento personal se dan en un ambiente de respeto y confianza mutua. Los padres deben ser conscientes de cómo sus reacciones pueden afectar el bienestar emocional de sus hijos, tanto dentro como fuera de la cancha.
En resumen gritar y dar directivas en la cancha puede parecer una forma de apoyo, pero en realidad, a menudo se convierte en una interferencia mental para los jóvenes deportistas. Desde la perspectiva del coaching deportivo, los padres deben aprender a ser conscientes de su impacto en el proceso de desarrollo de sus hijos. En lugar de gritar, deben ofrecer apoyo emocional, confianza y un ambiente en el que los niños puedan desarrollar su autonomía, creatividad y capacidad de concentración.
Cuando los padres se convierten en un apoyo tranquilo y constructivo, en lugar de una fuente de presión, los jóvenes deportistas tienen una mayor oportunidad de crear su mejor versión, disfrutar del juego y alcanzar su máximo potencial, tanto en el deporte como en la vida.


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