¿Quién le teme a Emilia Pérez?
La película que despierta polémicas de todo tipo haría historia si se confirma su favoritismo y gana el Oscar.
Todos conocemos a alguna Emilia. Y todos nos hemos cruzado con alguien de apellido Pérez. Incluso puede que en San Luis, en el barrio Eva Perón por caso, haya una Emilia Pérez. O muchas.
Lo que es difícil es encontrar a alguien con la vida de la Emilia Pérez que protagoniza la película que es la gran candidata a ganar el Oscar este año. Porque la vida de la mujer tiene tantas alternancias, tantas idas y vueltas que no le da respiro a un espectador abrumado por la prepotencia visual de muchas de las imágenes y por un ritmo frenético en la narrativa.
La Emilia de la película -protagonizada por la española Karla Sofía Gascón que puede convertirse en la primera actriz trans en ganar un Oscar como Mejor actriz- nació como varón y, como varón, se convirtió en uno de los más feroces narcotraficantes de un México que cuenta a delincuentes de este tipo por centenares. Con la actividad ilícita, además de unos cuantos cadáveres, el capo acumuló miles y millones de dólares que le permiten hacer lo que quiera. Además tiene una esposa que se siente desplazada y dos hijos con los juega cuando sus negocios y la clandestinidad se lo permiten.
En su mundo de dinero ilimitado, el personaje tiene un deseo oculto: ser mujer. Convertirse de “Manitas del monte” -el apodo con que se lo conoce- en la tal Emilia Perez. El cambio no es solo físico porque la intención central es también cambiar de vida, dejar el narcotráfico y dedicarse a las actividades solidarias. Compensar de alguna manera todo lo malo que hizo en su vida por fuera de la ley.
Para eso, “Manitas…” tendrá que morir, o fingir que muere. Y Emilia tendrá que tomar las riendas de su familia, con su nuevo aspecto y el secreto como punto no negociable.
Cuenta para eso con la ayuda de una abogada, en la piel de Zoe Zaldaña, quien asume su primer protagónico con destino de Oscar. La relación entre la profesional y el narco comienza tirante y, cuando él ya es ella, termina en una de casi hermandad.
Por detrás de las cuestiones argumentativas, la obra del francés Jacques Audiard -quien cuenta en su filmografía con la excelente “Un profeta” y con la aún superior “De latir, mi corazón se ha parado”- recurre a elementos del musical para contar una historia de violencia, de amor y de familia. La coreografía inicial tiene un impacto visual que le da la bienvenida al espectador, pero la final supera a las muchas que hay en el filme.
Más allá de las ovaciones que tuvo la producción en sus presentaciones en festivales europeos, una de las críticas más firmes que repitió un sector todavía anacrónico de la industria refiere a la inclusión de un director y actores foráneos para contar una historia típicamente mexicana.
Hay una parte de ese reclamo que es cierto: la película es una cruda definición de algunos de los muchos dramas que atraviesan al país del norte: narcotráfico, violencia estatal y doméstica, pobreza, corrupción, hipocresía, desigualdad, complejo de inferioridad. Lo que molesta, parece, es que sea un francés quien describa -con ojo certero, por cierto- esos inconvenientes ajenos.
Posiblemente esa tarea sea de los directores mexicanos, que los hay y muy buenos. Pero también es cierto que los grandes nombres (González Iñárritu, Cuarón, Ripstein, Sariñana, Del Toro, Huezo) están embarcados en otras cosas, más preocupados en ingresar al mercado de sus vecinos del norte que en describir su propio país. Y cuando se atrevieron a hacerlo, no siempre lograron la profundidad de Audiard.
El resto de los cuestionamientos, sobre la conveniencia de poner un transexual en un papel marginal o alguien que no habla castellano como un personaje latino o buscar un golpe de efecto con un musical, se debaten en el amplio abanico de las decisiones estéticas de un director que toma la jefatura de una película. En el caso de Audiard, hasta fue el autor del guión por lo que no hay mucho más que decir al respecto.
Lo innegable es que “Emilia Pérez” es un gratificante producto de cine en cuanto a sus cuestiones técnicas, una realidad que se reafirma aal convertirse en la película de habla no hispana más nominada en la historia de los Oscar, un récord que puede ser dudoso pero que se emparenta con otro: algunas otras películas que recibieron 13 nominaciones fueron “Forrest Gump”, “Lo que el viento se llevó”, “¿Quién le teme a Virginia Wolf?”, “Mary Poppins”, “El señor de los anillos” y “La forma del agua”.
No es justo comparar a la nueva candidata con esas joyas de la historia del cine, pero los números -fríos, estáticos, como no se recomienda que sean nunca las películas- también pueden entregar su aporte.


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