Crónica de un éxito anunciado
La adaptación que hizo Netflix de "Cien años de soledad" rescata el espíritu indomable de una historia universal y de sus díscolos personajes.
La monumental tarea de traducir “Cien años de soledad”, la novela trascendental de Gabriel García Márquez, al lenguaje audiovisual representaba, de por sí, un desafío inédito que tenía resultados impredecibles tanto para los amantes de la literatura como para los fanáticos del cine. Ni hablar para los seguidores del Nobel colombiano.
La representación de Macondo, la descripción de las escenas mágicas y realistas que abundan en la historia, las ramas del árbol genealógico de la familia Buendía, las calenturas atroces de sus protagonistas, el desparramo de hijos que nacen y mueren a lo largo de la novela aparecían, entre otras situaciones, como elementos muy difíciles de trasladar a una pantalla grande.
Es que la pluma prodigiosa de García Márquez fue tan contundente no solo en el siglo solitario de la familia sino en todo el resto de su obra que fue capaz de contradecir un axioma que para la mayoría de los escritores representa una cruel y dolorosa verdad: una imagen vale más que mil palabras. En “Gabo”, un párrafo puede valer más que mil imágenes y que cien años de libertad.
La serie que Netflix subió a su plataforma a principios de mes consigue lo que parecía imposible y alcanza a captar el espíritu indomable de “Cien años de soledad”. Lo hace porque resume la personalidad díscola de la mayoría de los personajes y señala con certeza los puntos fuertes de una historia maravillosa.
Las imágenes -de una potencia visual impactante- son la primera demostración de la preocupación de la producción por conseguir un trabajo que sobresalga de la media. A eso se le agrega el ritmo con el que se relata la historia, muy parecido al que encontró el colombiano en su obra maestra. Y los fragmentos de la novela que se leen textualmente coronan un elemento que no tiene ninguna otra serie en la actualidad.
En ocho capítulos de poco menos de una hora en promedio, la producción condensa la primera mitad de las peripecias de la dinastía Buendía, hasta la muerte de José Arcadio -el patriarca que fundó el pueblo y que se despidió del mundo el día en que llovieron flores amarillas sobre Macondo- y la definición de Aureliano como un coronel dispuesto a todo por el triunfo liberal sobre el conservadurismo. De los por lo menos 50 años de soledad que quedan por relatar en la serie nada se ha dicho todavía.
Posiblemente a pedido de la productora o simplemente como parte de una actualización que tiene como objetivo revalorizar la posición de la mujer en la historia, los personajes femeninos tienen un peso que en la novela no se alcanza a apreciar con tanta claridad. Úrsula Iguarán, prima y esposa de José Arcadio, es quien lleva el comando de la casa y quien se lleva más minutos de pantalla, como sucede en el relato original, pero la participación de Amaranta, Rebeca -hermanas distanciadas por amores y odios- y sobre todo Pilar Ternera entregan un empoderamiento que concentra aún más sentido si se tiene en cuenta que el término no existía cuando se concibió la historia.
La primera escena de la serie muestra el rostro férreo del coronel Aureliano Buendía, parado frente al pelotón de fusilamiento. Corren por sus mejillas unas lágrimas inéditas, posiblemente porque presiente que está frente a sus últimos minutos de una vida que merece ser contada. O posiblemente porque recuerda aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.


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