La voz de la intolerancia

La Asamblea General Legislativa del martes definió a Enrique Ponce como el nuevo defensor del pueblo. Se trató de una jornada clave, que potenció la institucionalidad de la provincia. Sin embargo, quedó opacada por el fanatismo de la oposición.

Todo fue un presagio. Minutos antes de comenzar el encuentro, se escuchó el ruido de un vaso de vidrio que cayó al suelo. La mayoría de los presentes buscaban con la mirada dónde se había caído, pero nadie se percató de que aquel pequeño accidente fue la antesala de un día para el olvido. El cáliz legislativo de alguna manera marcó un rumbo intransferible.

Dicen en la superstición que cuando un vaso se rompe puede significar la concentración de altas energías, incluso puede manifestar que hay peleas, preocupaciones, estrés, entre otras condiciones desconocidas.  Indudablemente se trató del vaticinio de la intolerancia.

El senador de Unidos por San Luis, Adolfo Castro Luna; su par de diputados, Ingrid Blumencweig y el radical Luis Lucero Guillet, se remitieron a una interpretación inconexa de las normativas vigentes para rechazar la postulación de Ponce, advirtiendo que el defensor debe cumplir con una estampa imparcial.

Pero más allá de esas indicaciones, la más resonante (y no justamente por la calidad del debate) fue la declaración del diputado Federico Trombotto, quien además de salirse por completo de tema, no pudo contener la arrogancia y demostró poca compostura para manejar sus emociones. Su enojo se replicó en una voz alta y violenta.

“En la provincia de San Luis todo el pueblo conoce que se eligió cambiar (…) parecería que queda gente en una cueva que no se enteró lo que pasó”, dijo fastidiado. Con una mirada amenazante, apeló a los resultados de las elecciones provinciales, en un mensaje que se plantó como el verbo encarnado de un espacio que no quiere respetar la gobernabilidad.

“En este momento existe un gobernador electo. No podemos atropellar al pueblo. Pido respeto, prudencia, reflexión”, remarcó a viva voz.

Daba la sensación de que Trombotto, más que cumplir su rol legislativo se enmarcaba en el cuadrilátero de boxeo. Abundaron los abucheos y no faltó gente que opinó en voz alta: “es una amenaza”, dijeron en referencia a sus declaraciones.

Inmediatamente, la diputada Gloria Petrino arrojó luz a la escena. “Parece burdo y hasta incómodo tener que explicar lo que refiere el artículo 6; cuando se habla de incompatibilidad se refiere al defensor cuando ya lo es. Es obvio que no es una condición para su vida anterior, sino a partir de cumplir el cargo”, manifestó sobre las declaraciones de la oposición.

“Vamos a controlar muy de cerca las mentiras y esta bendita costumbre que nos está llegando de Buenos Aires, de sembrar el miedo en San Luis. Por respeto a las instituciones y honor a la verdad, pido una moción de orden para que se cierre el debate”, planteó. La moción se votó con mayoría por la afirmativa y prosiguió la sesión, que finalmente selló la confirmación de Ponce como defensor del pueblo.

Lejos de los aspectos republicanos que impregnan cualquier democracia, la voz de la intolerancia se reveló en la grieta autoproclamada y dañina.