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San Martín: ¿masón o templario?

Los avatares de la historia muchas veces parecen un horizonte perpetuo de incertidumbres, pero el halo místico que arrojan algunos acontecimientos o personajes es el elixir para seguir una búsqueda infinita.

 

En este sentido, una de las cuestiones donde más se manifiestan las incógnitas tiene que ver con la filiación de San Martín en escuelas de conocimiento moral, ético, filosófico y esotérico. De ahí, nace una pregunta clave: ¿era masón o templario?

 

Algunas fuentes remarcan que San Martín fue el “gran iniciado”. Aseguran que, en su llegada a Buenos Aires en 1812, se fundó la Logia Lautaro, que fue integrada por referentes de la talla de Carlos María de Alvear.

 

Una tradición amplia rememora a la máxima figura independentista en cada rincón masónico. Si bien otros íconos como Sarmiento, Belgrano, los patriotas de mayo y hasta 14 presidentes pertenecieron a la institución y son honrados hasta el día de hoy, con San Martín se revela un círculo particular.

 

La aproximación a una respuesta puede hallarse en el mausoleo del Padre de la Patria. Y para tratar de correr el velo hay que entender que San Martín tuvo varias condenas. Una, data de 1816, por ser dirigente del movimiento emancipador. También tuvo dos condenas personales en el Alto Perú por parte de obispos y otra por ser masón.

 

En su testamento, dejó explícito que quería que su corazón descanse en el centro de Buenos Aires. Se dice que cuando repatriaron sus restos en 1880, los masones tuvieron la idea de elegir a la Catedral Metropolitana como el lugar de descanso eterno. El problema era que no podía estar ahí un excomulgado.

 

Según algunos historiadores, llegan a un acuerdo para que se dispusiera de ese modo, aunque fuera de la nave. Hay un discurso de Sarmiento que habla de las cenizas de San Martín, pero aducen que es un relato poético, porque en realidad su cuerpo fue embalsamado. Se lo puso levemente inclinado, mirando hacia abajo, como símbolo de que quienes están en contra de la Iglesia van al infierno.

 

Sin embargo, aunque todo parece tener lógica, otra teoría marca un rumbo distinto: San Martín habría sido templario.

 

Para comprender, la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón, en latín Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonici, también llamada la Orden del Temple, fue creada por 8 caballeros y 1 fundador, es decir, 9 personas. En 1118, llegan a Jerusalén cuando estaba tomada por la primera cruzada, al mando de Godofredo de Bouillón.

 

Estos caballeros forman la orden y el rey les asignó el predio que configura la actual caballeriza del viejo Templo de Salomón, destruido por el General Tito en el 66 D.C, 33 años posteriores a la crucifixión de Cristo. Un sitio simbólico y sagrado para las tres grandes religiones monoteístas.

 

Se cree que el primer templario argentino fue San Martín. Si bien siempre se lo ligó a la Masonería, una teoría afirma que en realidad apoyaba a un miembro de su máxima confianza que pertenecía a la Logia Lautaro. Y, aunque es muy común relacionar la Masonería y la Orden del Temple, son dos cosas distintas.

 

El proceso emancipador de América estuvo fuertemente ligado a la Masonería. En las banderas de los países que fueron atravesados por la gesta emancipadora liderada por San Martín y Simón Bolívar, tienen colores masónicos o símbolos específicos. Pero también hay vestigios del Temple: el gorro frigio, por ejemplo. Algunos templarios eran seguidores del culto a Mitra y el distintivo de este dios era el gorro frigio. Bolívar era masón, grado 33. San Martín, para algunos, era en realidad templario.

 

Pero el dato más curioso indica que hasta que los restos de San Martín fueron repatriados, descansaban en Francia, en la tumba de la familia de Godofredo de Bouillón, rey de Jerusalén que justamente funda o cofunda a los Templarios. Según esta visión, San Martín nunca podría haber sido masón, ya que jamás un masón estaría en una tumba templaria.

 

¿Se puede arribar a una conclusión concreta? No. Y quizá nunca se pueda. El devenir de la existencia ha demostrado que, aunque se documenten hechos, siempre quedan rezagos en los secretos más herméticos del universo. Sin embargo, pensar en el mausoleo actual al menos motiva aspectos reveladores si se los piensa más allá de las fundamentaciones oficiales: a San Martín lo cuidan 7 granaderos y los cambios de guardia se hacen en “horarios impares”.

 

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