Un dirigente político puede prometer obras, plantear su hipotético modelo de gobierno, contar su estrategia para intentar mejorar tal o cual indicador, develar su ascendencia política, diferenciarse de la gestión de turno, intentar tapar sus orígenes partidarios y cómo fue cambiando de partido, etcétera.
Pero especular con que una niña desaparecida, a quien han buscado y buscan las fuerzas de seguridad provincial y federal, no aparezca hasta dentro de un año y cinco meses, es decir, hasta el recambio de autoridades —previsto recién para el 10 de diciembre de 2023— es un golpe demasiado bajo e inaceptable como para usarlo de campaña electoral.
La frase que sonó a exabrupto y a pura demagogia fue pronunciada por el referente del sello doméstico Avanzar en un encuentro partidario que mantuvo con simpatizantes el primer sábado de julio, en Juana Koslay, donde solo hubo clima proselitista.
"No tengan dudas, si cuando nos toca ser gobierno, lamentablemente la pequeña sigue sin aparecer, pondremos todos los recursos necesarios para llegar a la verdad, caiga quien caiga", fue la desafortunada declaración de Claudio Poggi, que incluso se le pasó por alto al portal de su riñón que más trata de cuidarlo y por el que más apuesta, El Chorrillero.
Algunos de los asistentes pasaron por alto sus dichos. En cambio, otros no. Y pusieron en discusión cómo quien quiere llegar a toda costa a la Gobernación va anhelar que no se sepa nada del paradero de Guadalupe Belén Lucero hasta que él pueda cumplir sus aspiraciones electorales.
La obstinación por encabezar una boleta cada dos años —incluso sin respetar la normativa que en la última elección exigía que mujeres ocuparan el primer lugar— le jugó una mala pasada al candidato serial. Una muy mala esta vez.
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