Más de 3.200 personas murieron o desaparecieron en el mar Mediterráneo y en el Atlántico norte en 2021, un incremento con respecto a años anteriores, a pesar de que disminuyó el número de esas peligrosas travesías.
Un estudio de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) mostró que a pesar de que el número de cruces es menor, el número de muertes aumentó considerablemente. El año pasado hubo 3.231 muertos o desaparecidos en el mar en el Mediterráneo y el Atlántico, dijo la agencia.
El trabajo titulado “No hay fin a la vista” indica que en 2020 murieron o desaparecieron 1.881 personas, en 2019 las víctimas fueron 1.510 y 2.277 en 2018.
Las personas que emprendieron esas peligrosas travesías hacia Europa en 2021 fueron 123.300, el año anterior 95.800, en 2019 la cifra fue de 123.700 y en 2018 efectuaron ese accidentado cruce 141.500 personas.
Las cifras están lejos del máximo histórico de 2015, cuando más de un millón de refugiados y migrantes atravesaron el Mediterráneo, y han disminuido paulatinamente, incluso desde antes de presentarse la pandemia de COVID-19.
Pero el número de muertes y desapariciones aumentó considerablemente en 2021.
La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF), que actúa en operaciones de rescate en el Mediterráneo, maneja la cifra de 24.000 muertes o desapariciones en ese mar desde 2014, por los naufragios de embarcaciones con migrantes.
La inmensa mayoría de los migrantes y refugiados que emprenden esos cruces, casi siempre en sobrecargados botes de goma o de madera no aptos para travesías en alta mar, son originarios de los países de África occidental, oriental e inmediatamente al sur del Sahara.
Algunos emprenden travesías hacia costas españolas por el Atlántico desde el noroeste de África y muchos otros cruzan el Mediterráneo central desde Libia.
En Libia existen campamentos donde migrantes de otros países africanos son ubicados y padecen toda suerte de abusos y maltratos, tales como golpes, torturas, falta de atención médica, dificultad para acceder a alimentos, explotación sexual, extorsiones y, en algunos casos, la muerte.
A las cifras de víctimas en los naufragios puede sumarse un número posiblemente mayor de quienes “pueden haber muerto o desaparecido en las rutas terrestres que atraviesan el desierto del Sahara y las zonas fronterizas remotas”.
La agencia ha alertado persistentemente sobre los peligros que enfrentan los refugiados y migrantes que emprenden estos viajes, y mostró su preocupación ante la posible propagación de las muertes y los abusos en las rutas terrestres, sobre todo en los países de origen y de tránsito.
En países como Eritrea, Etiopía, Libia, Somalia, Sudán y Yibuti se registra la inmensa mayoría de los incidentes.
Durante sus viajes, los refugiados y los migrantes tienen pocas opciones, pero dependen de los contrabandistas para cruzar el desierto del Sahara, lo que los expone a altos riesgos de abusos. Desde Libia y Túnez, muchos intentan cruzar el mar, casi siempre hacia Italia o Malta.
Muchos de los migrantes y refugiados que sobreviven al viaje por el Sahara e intentan cruzar el Mediterráneo suelen ser abandonados por sus contrabandistas, mientras que algunos de los que parten de Libia son interceptados y devueltos al país, donde posteriormente son detenidos.
Cada año, miles perecen o desaparecen en el mar sin dejar rastro, con los sueños hundidos en los mares que separan el presente del futuro.
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