El mundo no será el mismo después de la guerra

El académico y analista ruso Vladimir Rouvinski advirtió que el mundo “no va a volver a ser el mismo” que había antes de la invasión de Rusia a Ucrania. El experto en los vínculos de la Federación de Rusia con América Latina exteriorizó su preocupación por lo que ocurra el día después del fin del conflicto bélico, que tiene en vilo al mundo por las implicancias políticas, económicas y militares que traerá el resultado final del mismo.

Al analizar los eventos actuales como parte de un proceso más amplio, “veremos que en realidad lo que está pasando no es tan sorprendente, y de hecho, es tal vez, inevitable. En las interpretaciones sobre los hechos históricos hay un choque en las narrativas, tanto de los ucranianos como de los rusos, para comprender de dónde provienen los pueblos”, indicó.

Desde el jardín de infantes y en los dos países, la narrativa que explica de dónde proviene cada nación. En el caso de Rusia, hay una tradición historiográfica que proviene desde el siglo XIX, que señala que el Estado ruso surge de la creación de la Rus de Kiev, una federación de tribus eslavas orientales que surgió a fines del siglo IX y finalizó a mediados del XIII; y Kiev (capital de Ucrania) es considerada, en la actualidad, la madre de todas las ciudades rusas.

Si en los colegios rusos enseñan esta tesis desde la más temprana edad, un líder que quiera justificar sus vínculos con el territorio que está ocupando en la actualidad tiene la mitad del trabajo hecho desde la escolarización de la sociedad.

Desde la narrativa nacional ucraniana, la situación es prácticamente todo lo contrario a la explicación rusa. Los rusos entienden que los ucranianos están secuestrando toda la simbología que los justifica como nación. Los ucranianos utilizan los mismos símbolos que están utilizando los rusos para demostrar que su estado proviene del imperio de Kiev.

Los ucranianos le reclaman a los rusos para que busquen sus orígenes en otra parte. “Este conflicto ya estaba incorporado desde la desaparición de la Unión Soviética”, remarcó el diplomático. Y pareciera que los dos países tienen buenas razones para justificar su accionar.

“Mientras que los ucranianos defienden su independencia y su nación, los rusos buscan defender los territorios que consideran sus orígenes. Lo que no se puede justificar es el uso de la fuerza, de las armas y el hecho de intentar negar el derecho de Ucrania de existir como un país independiente, reconocido por Rusia en 1991 y en 1994 con el memorándum de Budapest”, señaló el analista.

La disputa entre Rusia y Ucrania es un conflicto entre Estados Unidos y los países que aceptan y quieren su liderazgo internacional, por una parte. Y por la otra, los Estados que han tenido un lugar secundario y anhelan un nuevo orden mundial.

Rusia es el líder y protagonista de este segundo grupo, y “durante décadas las élites rusas fueron ignoradas por Occidente, y han concluido que la única manera de hacer sentir su voz es ‘calentar’ las relaciones internacionales”.

“Un movimiento o un cambio de percepciones que nació en el año 2007 en los discursos de Putin. Como ha dicho el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov: ‘somos muy pacientes, pero nuestra paciencia ha llegado a su fin'”, recordó.

Si bien en Ucrania existen grupos de ultra derecha que siempre han sido un problema grave por varias razones, en Rusia existe la misma cantidad o posiblemente más de miembros de grupos de ultraderecha cuyos ideólogos son muy cercanos a Vladimir Putin.

El resultado final, lógicamente, no beneficiará a nadie. Para el analista, “Putin hizo cálculos equivocados acerca de lo fácil que sería conquistar el territorio ucraniano, y tiene problemas en el mundo económico porque pensó que Europa no iba a tomar las sanciones drásticas que ha adoptado”.

Esto repercutirá en una caída de su popularidad y podría generarle problemas de liderazgo en el corto plazo, aunque existe un sector bastante importante de la sociedad rusa que apoya, de manera decidida, a Putin.

El mundo no será el mismo. Nunca lo es luego de una guerra.