Diego Capusotto deleitó al público puntano con sus absurdos

Chispeante en muchos momentos, reflexivo en otros, revisionista a veces, poeta sobre el final y delirante a tiempo completo; Diego Capusotto se despojó de sus icónicos personajes y se propuso ser él mismo sobre el escenario. Con esa premisa encaró una gira que lo en el Centro Cultural Puente Blanco y que dejó a 400 puntanos (fieles seguidores) en estado de gracia.

La presentación del cómico en la provincia, parte de una gira cuyana, resulta, como todo en la carrera de Diego, difícil de definir. Pudo ser una charla en la que recorrió su trayectoria, pudo ser la presentación de su libro de poemas “Lo que teme la noche”, pudo ser un monólogo (aunque en ningún momento haya estado solo en el escenario) y pudo ser también un recitado poético. O pudo ser todo eso junto.

Ya desde el inicio, Capusotto mostró su afán disruptivo e ingresó a la sala por la cabina de control, por lo que atravesó todo el lugar y sorprendió a la mayoría de los espectadores que esperaba su ingreso por el costado, como lo haría un artista convencional. Al grito de “Olé, olé, olé, Diego, Diego”, el público recibió al humorista que tuvo otra referencia futbolística apenas pisó las tablas: “Sos Messi”, le dijo la conductora y el actor se tiró al piso, en una actitud más cercana a Fatigatti, aquel futbolista atrapado en los vicios que era perseguido por los árbitros y que fue uno de sus primeros personajes televisivos.

En la primera parte del encuentro, el actor mostró su acidez disparatada con un hilarante resumen de su infancia en la que enumeró que fue paracaidista a los 8 años, combatió en la guerra de Argelia, lo operaron de próstata a los 13 y le creció un clítoris en la adolescencia. En medio del torbellino de insensateces introdujo -cuando habló de los años oscuros del país- algún pensamiento que demostró su lucidez: “Nos decían que el ejército de Martínez de Hoz era el mismo que el de San Martín”.-

El recuerdo de “Cha cha cha”, el programa que cambió para siempre el modo de hacer humor en la televisión argentina; “De la cabeza”, su génesis; “Delicatessen”, su pretendida y fallida continuación; y “Todo por 2 pesos” consiguió que los seguidores escucharan atentos la cocina y los secretos de aquellos éxitos de los 90 y se convirtió en el anecdotario más jugoso del encuentro.

A veces incómodo por la constante intervención de un integrante del público que insistía en recordarle algo de su pasado, Capusotto celebró la deferencia de otra persona sentada en las butacas que hizo uno de los mejores chistes de la noche: “Te queremos, Tortonese”, le dijo y recibió el aplauso del cómico y de toda la gente.

Cuando se sumergió en “Peter Capusotto y sus videos”, el programa que todavía mantiene en el aire, el actor ahondó en los métodos y las ideas que surgen en la construcción de los personajes y, para ejemplificarlos, proyectó pasajes de “Pomelo”, “Micky Vainilla” y “Violencia Rivas”. Pese a lo cuestionable del recurso, la gente rió mucho con el recuerdo y quedó asentada la naturalidad del actor para la parodia.

Luego de pasar por otras estaciones de la charla como la masividad de la televisión, el caldo de cultivo que es el teatro, el sostén del humor en otras manifestaciones y la vara política en el plano cultural, la noche se fue dirigiendo hacia “Lo que teme la noche”, el libro de poesías en el que Capusotto muestra su lado más oscuro.

“No venimos a venderlo”, informó con sinceridad Daniel Berbedes, el director de cine, fotógrafo y actor que colaboró con el libro y que fue invitado al escenario para la última parte del show. Además de contar el proceso de edición y de llenar de elogios a su amigo, recitó tres poemas que pusieron al descubierto un costado de Diego que, al menos en la construcción de su perfil público, resulta inimaginable por lo crudo de las descripciones y lo asfixiante de las imágenes relatadas.