Soñar en celeste y blanco

Ahí andan los compatriotas... caminan inflados y flotando por calles de nubes en el cielo terrenal de Qatar. Es el día después de Argentina Campeón Mundial.

Por Souq Waqif, voy al filo del mediodía rumbo al Centro de Medios de FIFA, y antes de ingresar veo venir una veintena de hinchas vestidos de Argentina con remera, gorro y bufanda. Les siento el tono distinto al nuestro, pronuncian un "Aryentina... Aryentina". Al acercarme y preguntarles, dicen que son de la India.

Vengo con la bandera de Argentina que El Diario trajo a Doha. Viene flameando y haciendo las veces de capa, y al paso todos felicitan por el logro futbolístico. Cuando digo todos es todos: nadie ajeno a la Bandera de la Patria de Messi.

Lo que pasa en el mundo traspasa los límites "albicelestes". Hay un todo generalizado que quería ver al "10" con la Copa y eso se nota.

Recuerdo, en el repaso de miles de millones de imágenes del final de la novela que culminó con los penales, la espera del periodista francés Hugo Amenil, quien aguarda que termine la cobertura solo para saludar y felicitar. Lejos de la tristeza que podría representar haber perdido la final, el galo sonríe y dice que Messi lo merecía.

En la sala de prensa nos juntamos una banda de periodistas argentinos que saltamos, nos abrazamos y festejamos. Los colegas del mundo filman y dejan paralizado el momento en sus lentes fotográficas.

A esta hora en Qatar, la Selección ya está en vuelo a Argentina para que la Copa llegue al país y los jugadores puedan celebrar con la gente.

Aún tengo la imagen de "Dibu" Martínez abriendo su pierna izquierda y evitando la amargura deportiva. Todavía veo a Leo Me-ssi acariciando y besando la copa. La copa que mira y toca. La Copa que deja loca a toda la Argentina.

Aquí ya anuncian que el 20 (martes) a las 23:59 se cierra el centro de prensa.

En el Centro Nacional de Convenciones, sede central de prensa, sucede lo mismo.

Doha, horas después del título de los de Scaloni, va recuperando su vida premundial.

Salgo del lugar periodístico de FIFA y el aire, afuera, cambió. Será que este jueves 22 comienza el invierno y la temperatura empezará a bajar de los 30 grados y ubicarse entre 15 y 25.

No, no es eso. Lo que cambia es el clima mundialista. Aunque la gente del mundo siga andando con ropa de selección lo que pasa se explica en la nostalgia del final.

La pelota se mandó a guardar hasta una próxima función.

En el ambiente qatarí los jeques seguirán siendo los dueños de todas las decisiones. Pero el alegrón y la marca registrada que les dejó Messi y la Selección valen tanto como las toneladas de barriles de petróleo que vieron emerger a esta nación.

Ya voy de regreso al departamento. En la estación de metro sacaron las vallas que permitía ordenar y agilizar el tránsito. Los subtes ya no pasan cada 2 minutos.

La noche de Qatar tiene el eco de la sonrisa y de la felicidad argentina.

La bandera que viene de capa flamea.

Entro en shock... Scaloni se llevó la bandera, una igualita a la traigo de capa, antes del primer partido y la trajo empuñando y la mostró en la conferencia de prensa tras ser campeón mundial.

Ahora viajó con el plantel rumbo al festejo en Argentina.

San Luis, de alguna manera, viaja con ese símbolo en la delegación.

Me duermo. Y sueño. Sueño que somos campeones del mundo.

Me despierto y pienso si no es un sueño.