La lucha sigue

"La victoria se acerca, la lucha toca a su fin. Se libran ya los últimos combates y estos instantes solemnes, de pie y respetuosamente descubiertos ante la Nación, aguardamos la hora decisiva, el momento preciso en que los pueblos se hunden o se salvan..."

El texto, que corresponde al Manifiesto de Emiliano Zapata a la Nación de 1912, continúa diciendo: "Más de treinta años de dictadura parecían haber agotado las energías y dado fin al civismo de nuestra raza, y a pesar de ese largo período de esclavitud y envenenamiento estalló la Revolución de 1910, como un clamor inmenso de justicia que vivirá siempre en el alma de las naciones como vive la libertad en el corazón de los pueblos para vivificarlos, para redimirlos, para levantarlos de la abyección a la que no puede estar condenada la especie humana".

Un año antes, el 11 de marzo 1911, y desde Villa de Ayala (estado de Morelos), Zapata se levantó en armas contra el gobierno autoritario de Porfirio Díaz, quien renunció meses después. Pero el objetivo no era solamente la renuncia de Díaz, sino también una reivindicación para los sectores campesinos que habían sido ampliamente perjudicados durante los años conocidos como "el Porfiriato".

Si bien la revolución mexicana fundó las bases de la Nación actual, se trata de un proceso que es continuo. Mucho tiempo después, a casi un siglo de ese movimiento, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador recordó que la victoria y la lucha, contrariamente a lo que Zapata creía, todavía no llegan a su fin: "La Revolución no pudo hacer a un lado, arrancar la costumbre antidemocrática; el mal hábito de la antidemocracia", dijo durante una conferencia en noviembre de 2020.

La imagen de Zapata se volvió un ícono de los movimientos y activistas que durante los años subsiguientes llevaron adelante diferentes reclamos en el país, muchos de ellos bajo el lema "Zapata vive, la lucha sigue".

Será precisamente porque las reivindicaciones se renuevan y el "clamor inmenso por justicia" sigue intentando salvar y redimir el corazón de todos los pueblos del mundo, tal y como hace 100 años.