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Diana Bernal: "Hay que luchar mucho pero no es imposible"

Abogada, con 40 años de trayectoria. Fue secretaria, defensora, jueza, fiscal y es actualmente ministra del Superior Tribunal de Justicia de San Luis. Considera que no hay justicia patriarcal y sí hay falta de formación en los derechos de las mujeres.

Por Raquel Wolansky
| 14 de noviembre de 2021
Luchadora. Diana siempre fue reconocida por su compromiso en la construcción de una sociedad más justa. Foto: El Diario - Archivo.

 Si hay una mujer que ha sido referente en la provincia como una luchadora de los derechos, en “un mundo de hombres” (como ella lo define) es Diana Bernal. Con una trayectoria de más de 40 años en la Justicia puntana, es reconocida por sus pares por su incansable compromiso en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.

 

Sin saberlo, porque hasta hace poco no se hablaba de la transversalidad de la perspectiva de género, desde los distintos puestos que fue ocupando dentro de la Justicia bregó siempre por los derechos de las mujeres, los niños y las disidencias.

 

Diana nació en Formosa, pero vive en San Luis desde los 12 años. Es abogada, egresada a los 25 años de la Universidad Nacional del Litoral. Especializada en Derecho Penal, fue secretaria del Juzgado de Instrucción N° 2, defensora de Pobres y Encausados de la Primera Circunscripción en dos oportunidades, jueza de Instrucción N° 2, fiscal de Cámara N° 1 y actualmente se desempeña como ministra del Superior Tribunal de Justicia de la provincia de San Luis. También fue docente en la Universidad Católica de Cuyo y en la Escuela de Policía. 

 

En una entrevista con Tinta Violeta, contó sobre su postura ante el concepto de justicia patriarcal y la importancia de la educación sexual infantil en las escuelas para que haya “mujeres más fuertes” y hombres respetuosos.

 

 

—¿Te considerás una militante del feminismo dentro de la Justicia?

 

—Hubo tiempos en los que no se hablaba del feminismo ni de la perspectiva de género, había una marcada formación machista en todos los aspectos, muy limitada por la concepción patriarcal que había de la sociedad, de la familia y las instituciones. No se usaban estos términos pero, yo que pude trabajar en la Justicia inmediatamente terminé mis estudios universitarios, siempre estuve en un mundo de hombres, como lo defino. Pero puedo decir que no tuve experiencias negativas, quizás algunas torpezas del interlocutor más que algo que haya sufrido yo. Pero ahora bien, lo que me pasó a mí, incluso lo hablo mucho con mis hijos, dependió de la formación que tuve desde mi hogar, lo que me permitió el desenvolvimiento en este mundo de los hombres.

 

—¿De qué dependió esa formación que te permitió desarrollarte en una profesión tan patriarcal como es la Justicia?

 

—Yo creo que fui formada desde los valores de la familia, pero con una concepción de vida que no era usual en la época y en la que no se advertían diferencias entre el hombre y la mujer, aun en las cosas cotidianas del hogar, lo que logró que yo y mi hermana seamos mujeres fuertes o, como le dicen actualmente, “empoderadas”. Pudimos salir de nuestro hogar en absoluta libertad, elegir una carrera, desarrollarla y lograr una independencia económica… aunque debo confesar… no sé tomar un hilo y una aguja (comenta entre risas). Pero al margen de todo esto, yo no abandoné mi formación femenina, siempre con la convicción de que debía bregar por un mundo de igualdad entre hombres y mujeres.

 

—¿Cuáles son esos aspectos que marcaron tu formación igualitaria desde el hogar?

 

—Parecerá una zoncera, pero en mi casa la cama matrimonial se tendía entre los dos, no era una obligación de mi mamá. Además somos dos hijas mujeres y mi padre nunca se puso en el lugar del patriarca, sino por el contrario, estaba presente en todas las tareas del hogar, la crianza, el cuidado y la educación. Como decía él, siempre el motor de la familia era mi mamá, pero eso no era común. Conocí hogares donde el hombre se sentaba en la punta de la mesa y ordenaba que le sirvieran la comida. Costumbres que se mantienen a la fecha en hogares adultos, pero que con el correr de los años por suerte han ido cambiando, y ya es común ver a papás que cuidan niños, que cambian pañales, se hacen cargo de las distintas responsabilidades, ya no lo ven como algo vergonzoso. Así es como vamos criando a nuestros hijos en una nueva generación.

 

 

 No creo que no hay una justicia patriarcal. Sí considero que no hay buenas prácticas judiciales.

 

—¿Esta crianza te permitió transitar tus estudios desde otro lugar?

 

—Fue importante también para mi formación, porque además siempre fui a una escuela mixta donde tenés otros aprendizajes. En la facultad lo mismo, para mí éramos hombres o mujeres que estudiamos lo mismo. Pero sé que no fue para todos igual, con el tiempo se fue visibilizando y poniendo en palabras situaciones que antes se escondían mucho, como la violencia doméstica, que hasta se justificaba. Era como que el hombre tenía derecho a poner autoridad sobre la mujer y además hacerlo a través de la violencia. Reitero, no fue mi caso, pero por mi experiencia siempre sostengo y pondero la importancia de la ESI, porque es todo una cuestión de aprendizaje tanto para niños y niñas. Mientras más chicos sepan sobre el respeto en la igualdad mejor va a ser la sociedad que construyamos.

 

 

—¿Cómo vez la justicia patriarcal, pero desde dentro de la Justicia?

 

—Yo creo que no hay una justicia patriarcal, creo que pasa por otro lado. Sí considero que no hay buenas prácticas judiciales, incluso lo he hablado mucho con colegas varones con los que hemos trabajado años juntos. Sí ha habido muchos problemas entre magistrados o funcionarios judiciales en el sentido de distintos criterios, pero que no pasaban por la condición de hombres o de mujeres. Desarrollé mayormente mi actividad profesional en un mundo de hombres porque siempre la Justicia Penal era para hombres. Empecé muy joven y nunca jamás tuve un problema o una discusión por el hecho de ser mujer. Probablemente me fue más fácil porque siempre estuve en puestos de poder, pero no obstante eso, suelen haber situaciones recurrentes en las que los hombres dicen “no me vas a venir a decir a mí si sos mujer” y es ahí es cuando yo remarco la importancia de educar a mujeres fuertes. Por eso insisto tanto en la formación, la educación, hacerles ver que los derechos son iguales para todos. Sé que no es fácil porque no abandonamos ciertas cosas, naturalizamos las actividades del hogar como primordiales, entonces tenés que ser ama de casa, mamá, niñera, saber cuánto cuesta el kilo de papa y hacer una sentencia, es un doble trabajo permanente.

 

 

—¿Entonces más que cuestionar una justicia patriarcal hay que replantear esas estructuras que se sostienen en la sociedad?

 

—Exactamente, hay que luchar mucho, pero no es imposible. Hay miradas que han ido cambiando, aunque fui siempre bastante transgresora, yo vengo de una generación donde te decían, por ejemplo, vestite de tal o cual manera para no provocar, era muy común. Cuestiones así las vamos superando, están cambiando, los jóvenes ya se contactan de otra forma. Un ejemplo sencillo, antes teníamos baños únicamente para hombres y mujeres, y en algunos lugares solo para hombres, actualmente cada vez hay más baños que son unisex. Eso también te va enseñando y suma a aceptar a las disidencias como un igual, con los mismos derechos y posibilidades. Tengo mucha esperanza en las nuevas generaciones.

 

 

 

 Redacción / NTV

 

 

 

 

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