Aleteos en el interior de la catarsis

Tranquilos en sus butacas, los asistentes al recital de El Plan de la Mariposa duraron sentados lo que duró la introducción instrumental al concierto. Apenas la batería marcó el ritmo del primer tema (el movido “Un mal delito”), los más exaltados se pararon en sus lugares y comenzaron con el baile. Sobre el final de la canción inicial, muchos ya estaban ubicados en la boca del escenario.

La propuesta del septeto costero pudo haber sido la causa de semejante reacción, pero sin dudas el tiempo que pasó para que un recital de rock vuelva a un teatro fue la determinante para que el público expresara su catarsis, que fue compartida por los músicos.

Las sensaciones liberadoras tanto arriba como abajo del escenario se sucedieron durante dos horas. Algunas de las canciones de El Plan… acrecentaron esas vivencias y se sostuvieron en la recepción de la gente. “La vida cura” y “¿Cómo decir que no?” —que contó con la participación del puntano Ernesto Sosa como invitado—, por caso, fueron mensajes optimistas que causaron su efecto.

Sin embargo, de boca del propio Sebastián Andersen, el cantante del grupo, la canción más importante que tienen es “Sabia”, una sentida letra que el frontman y sus hermanos —Máximo, Santiago, Valentín y Camila, todos integrantes del conjunto— le dedicaron a su madre.

Con un repaso por sus discos anteriores, la visita a “Estado de enlace”, su trabajo más reciente, se evidenció sobre el final, con una seguidilla de hits todavía latentes que fueron coreados con la misma perseverancia que sus canciones más viejas.

Unas cuatrocientas personas fueron la nada despreciable convocatoria del show que se hizo un día de semana (víspera de feriado, es cierto) y a poco de la finalización del partido por las Eliminatorias al Mundial de Qatar entre Paraguay y Argentina, un acontecimiento que obligó a retrasar por una hora el inicio del show.

El notable trabajo de luces fue otra demostración de lo diferente que son los conciertos en una sala cerrada, acondicionada especialmente y con una acústica prodigiosa, como la que ofrece el auditorio Mauricio López.

Redacción/MGE