SAN LUIS - Domingo 29 de Junio de 2025

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La brucelosis acecha, pero La Botija está preparada

La bioquímica Gabriela Delgado brindó una charla en la escuela de Las Chimbas, donde instó a los caprineros a adoptar acciones simples contra la enfermedad.

Por Marcelo Dettoni
| 25 de marzo de 2018
De regalo. El Ministerio les llevó frutales para que puedan dar el puntapié inicial a las huertas orgánicas, ayudados por el agua.

La cría de cabras es un medio de subsistencia vital en el norte puntano. Allí, miles de familias basan su economía de pequeña escala en esta actividad, a la que realmente “le ponen el cuerpo” todos los días. Pero esa interacción directa con los animales también trae consecuencias no deseadas. Entre ellas, la más importante es el riesgo de contraer brucelosis, una enfermedad que, de no ser tratada rápidamente, se convierte en crónica y hasta puede poner en peligro la vida de los productores.

 

Por eso el Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción, dentro de las charlas y capacitaciones ideadas en la segunda etapa del Plan de Fomento Productivo Rural, incluyó el tratamiento de la brucelosis como una prioridad. Y designó a la bioquímica Gabriela Delgado, quien dirige el Laboratorio del Campo, como una de las técnicas encargadas de difundir los peligros de esta zoonosis y las mejores maneras de combatirla.

 

La revista El Campo, así como hace un par de semanas fue al Bajo de Véliz con el veterinario Víctor Iglesias para escuchar su charla sobre cría caprina, ahora acompañó a Delgado al paraje La Botija, a la escuela de Las Chimbas, para ver cómo interactuaba con los productores de cabras de ese rincón del Departamento Ayacucho y los alertaba de los peligros de contraer brucelosis. Porque no sólo hay que llevarles las nuevas técnicas que mejoren su productividad, también es necesario terminar con algunas viejas creencias del campo, esas que se transmiten de generación en generación hasta conformar un parámetro cultural, pero que muchas veces acaban siendo perjudiciales para la sanidad de los rodeos y, en consecuencia, también para los seres humanos que los manejan.

 

“Brucelosis, una zoonosis que nos sigue ‘ocupando”, fue el título que eligió Delgado para su capacitación, a la que concurrieron cerca de 40 personas de La Botija y su zona de influencia. Es un paraje al que se facilitó el acceso en los últimos años, desde que el gobierno provincial estableció allí la cárcel de máxima seguridad. Eso le trajo un buen tramo de asfalto de 18 kilómetros sobre la ruta 46, cuando uno deja la 20 que une a Luján (en la 146) con La Chañarienta (147). Y para completar las buenas noticias, ahora también cuentan con agua que provee el acueducto Luján, lo que les permite tener pequeñas huertas que también aportan a la economía familiar. Ante este nuevo panorama, que los vecinos cuentan con una sonrisa que escapa de sus rostros luego de décadas de polvo y sequía, el ministerio decidió acompañar la charla de la bioquímica con otra a cargo de Agustín Martínez, quien les contó algunos secretos para maximizar la producción de hortalizas.

 

“Viven en un lugar tranquilo, donde pueden criar a sus niños en paz. Tienen su trabajo en el campo y pueden darles de comer. Lo único feo en la zona es la brucelosis, una enfermedad que ustedes conocen mejor que yo, porque la sufren desde hace años y muchos miembros de sus familias la padecen”, comenzó su monólogo Delgado, mientras desplegaba imágenes en un proyector. Un auditorio callado y expectante lo escuchaba en una de las aulas de la prolija Escuela Nº 425 "Profesor Modesto González"  de Las Chimbas, donde el director y único maestro, Héctor Astudillo, había hecho un buen trabajo previo de convocatoria.

 

Como es habitual, muchas mujeres se acercaron a escuchar sobre la enfermedad que acecha en silencio. Son ellas en la mayoría de las casas las que se ocupan de las cabras. Y también las que sufren las consecuencias de la brucelosis en sus cuerpos y la de sus hijos.

 

 

Delgado insistió con algunos consejos, como desinfectar los corrales, evitar que los niños jueguen cerca de ellos y, sobre todo, hervir la leche, una gran fuente de contagio. 

Como Miriam Lucero: “Al mío más grande lo llevé al médico porque tenía fiebre alta y le dolían los huesos. Me dijeron que eran dolores de crecimiento, que ya se le iban a ir. Y resulta que era brucelosis, cuando se dieron cuenta, ya era tarde”, contó en voz alta, como para que si alguno tuviera alguna duda de la importancia de la charla, la descartara de inmediato.

 

Como preludio, la profesional hizo un poco de historia y recordó que los primeros síntomas los adquirieron soldados ingleses en la isla de Malta, a fines del siglo XIX. La mortandad fue grande hasta que lograron aislar la bacteria (Brucella) en 1897. “Hoy está en todo el país, es una zoonosis típica que se transmite de los animales al hombre, se la considera dentro del grupo de las infecciosas porque la produce una bacteria que se multiplica”, agregó Delgado, quien descartó una transmisión entre humanos, porque no es contagiosa.

 

Pidió diferenciar bien las distintas brucellas, porque no es la misma la que tienen las vacas (Abortus), que los cerdos (Suis) o las cabras y ovejas (Melitensis). Pero algo tienen en común: son las tres que se transmiten a los seres humanos. También puede tener la bacteria el perro (Canis), los roedores (Neotomae) o los mamíferos marinos (Maris), pero en estos casos no hay peligro de que la contraiga el hombre.

 

“Es una bacteria que sobrevive mucho mejor en ambientes fríos y húmedos”, alertó Delgado, quien mostró ejemplos de supervivencia en distintos elementos. Por ejemplo, en el agua a 37 grados puede aguantar un día, pero a ocho grados es capaz de hacerlo durante casi dos meses. Y así fue nombrando lugares comunes en los campos donde se alberga y hace daño: “En un depósito con lanas puede estar 110 días; en tierra húmeda dos meses; en la leche de 2 a 4 días salvo que la hirvamos, ahí muere instantáneamente; en el helado hasta un mes; en la manteca de 1 a 2 meses si no está pasteurizada. Tengan en cuenta que la leche es la gran transmisora de la brucelosis, pero también está en la madera, en la arpillera, en el cuero y en la grasa”.

 

Sobre la transmisión, hay varias maneras de que se aloje en el cuerpo humano. “Puede ingresar de manera directa, con la respiración como principal fuente de contagio en los corrales, laboratorios, frigoríficos o plantas procesadoras. También por lesiones previas que hubiera sufrido la piel, con el simple hecho de pasarse la mano por los ojos, comiendo alimentos crudos como leche y derivados (queso, crema, manteca, helados), manipulando tejidos de animales o vacunándolos, porque lo que les inyectamos son bacterias debilitadas para despertar sus defensas”, enumeró.

 

“Ojo también cuando con sus acciones infectan a otros animales. Por ejemplo, hay familias a las que no les gusta la leche de cabra, entonces se la dan a otros animales. Si no la hirvieron, lo condenaron a tener brucelosis y después les puede entrar por otro lado. Por eso les voy a insistir las veces que sea necesario con que eviten la leche cruda, hiervan todo, y también tengan cuidado con los quesillos, que son exquisitos, pero si los hicieron con leche sin hervir, son una gran fuente de contagio”, alertó.

 

Es posible controlar la brucelosis a tiempo, pero justamente es lo que no sobra. “En unos 15 días se vuelve crónica y ya no tiene cura”, fue la tajante definición de Delgado, quien les pidió que “vayan rápido al hospital a recibir el antibiótico que les hace frente. Atención que no es cualquier antibiótico, no todos hacen efecto, hay que combinar rifampicina, doxiciclina, tetraciclina y estreptomicina, los médicos saben”. El maestro Astudillo aprovechó para decir que en la zona “cuesta conseguir los antibióticos”, por lo que los funcionarios se comprometieron a hablar con sus pares de Salud para que provean de los remedios a una zona donde la brucelosis puede hacer estragos.

 

Hay síntomas que pueden confundir y hacer perder tiempo, por eso es bueno estar alertas: “Cuando es aguda comienzan a tener fiebre, entonces no van al médico, toman una aspirina. Y chau, después no hay vuelta atrás. Si tienen fiebre, decaimiento, dolores articulares y musculares hay que ir al médico. Y si el contagio lo sufre un vacunador, es accidente de trabajo, la ley los ampara”, advirtió la doctora, quien remató con una frase firme: “El Estado se tiene que hacer cargo, hagan valer sus derechos”. Cuando la brucelosis se vuelve crónica puede hacer de la vida un calvario, con dolores lumbares, cervicales, dorsales, artritis, meningitis, encefalitis y, en los casos más graves, la muerte.

 

Si bien Ayacucho es una zona con fuerte preeminencia caprina, también hay rodeos vacunos que pueden alojar la bacteria. “Para las vacas no hay tratamiento, se enferman en general en el pastoreo, porque la Brucella anda suelta por los campos. Les trae problemas reproductivos, como retención de placenta, abortos y expulsión de fetos. Con una parición normal, el animal enfermo elimina la Brucella, pero hay que tener cuidado. Por eso hay que vacunar a los terneros entre los 3 y los 8 meses con preparados que deben cuidar la cadena de frío; y por supuesto, eliminar los animales infectados. El ministerio tiene planes de reposición que están a disposición de los productores, aprovéchenlos”, les pidió.

 

También les pidió tener en cuenta que “no es la misma vacuna la de la vaca que la de la cabra. Tampoco todos los animales transmiten la brucelosis de la misma manera. Los cerdos los hacen por vía venérea, las cabras por las vías respiratorias, mientras paren otras cabras o por hacinamiento en los corrales. Este también es todo un tema cuando hay niños pequeños. A ellos les gusta jugar en los corrales, hay que desinfectarlos a fondo”.

 

Una zona de riesgo

 

El foco en La Botija es una de las obsesiones del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción, que hace más de un año viene trabajando en la reposición de animales enfermos, con capacitaciones a los productores y consejos útiles para eliminar la bacteria. Todo comenzó por el comentario que hizo un veterinario que había ido a vacunar, a partir de allí toda la maquinaria estatal se volcó en busca de eliminar la brucelosis.

 

Hoy tienen ocho casos confirmados en tres establecimientos, que tienen involucrados a cuatro mujeres, tres niños y un  hombre adulto. Sangraron los rodeos de siete campos, también los ejemplares ovinos y están buscando las causas. “Lo más probable es que se hayan producido por pastoreos comunitarios o por intercambio de animales entre los productores de la zona”, evaluó un funcionario del Gobierno.

 

Los muestreos a los animales de la zona arrojaron 98 positivos sobre 598 cabras (16%), 16 vacas sobre un total de 84 (19%) y apenas 5 de las 64 ovejas sometidas a sangrado (8%). El problema es que la brucelosis está extendida a casi todos los establecimientos puestos bajo estudio: nueve de diez arrojaron algún tipo de positivo, aunque en la actualidad sólo quedan tres bajo observación, que arrojaron un positivo cada uno el año pasado, animales que ya fueron repuestos.

 

La estrategia en todos los casos es la misma: diagnóstico, segregación y sacrificio de los positivos y reposición con algún animal de la misma raza y mejor genética. En el caso de las cabras, provisto por el módulo de Sol Puntano, ya que la provincia evaluó que era mejor reponer que vacunar, algo que hizo en San Juan y tuvo sus problemas. Y si son vacas u ovejas, el ministerio las compra preferentemente a productores locales. La reposición en La Botija y alrededores alcanza al día de hoy los 112 animales, por lo que el estatus de la zona se considera “en saneamiento”.

 

Después de un trabajo que ya va a llegar a los tres años de extensión, el programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural llegó a algunas conclusiones: seguir con los sangrados de identificación, hacer un monitoreo constante, desinfectar los corrales, la necesidad de dos sangrados negativos consecutivos a ejemplares mayores de seis meses (lo ideal serían tres), vacunar con cuidado las hembras bovinas de entre 3 y 8 meses, evitar el ingreso de los niños a los corrales con peligro de contaminación y lavarse las manos muchas veces por día (si se puede, con alcohol).

 

“El laboratorio no es ciento por ciento exacto, hay animales que parecen enfermos y no lo están y al revés, otros que parecen sanos y están enfermos. Yo sé que es molesto, pero hay que repetir los sangrados las veces que sea necesario”, reconoció Delgado en la despedida, antes que los aplausos de los pequeños productores le dieran el corolario ideal a una capacitación muy necesaria para seguir mejorando el estatus sanitario de San Luis.

 

 

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