"Sapo" de este pozo
Daniel Quiroga, el último referente de Estudiantes, cumplió seis años en el club. Consiguió tres ascensos y cumplió sueños, como jugar frente a River. Hoy se prepara para buscar un lugar entre los once titulares.
Dicen los estudios de las universidades estadounidenses de pronunciación compleja para quien escribe, que un sapo promedio puede vivir como máximo unos 8 o 9 años en su hábitat natural. Pero un sapo que sobresale de la media, que ya consiguió tres ascensos y que es además el único sobreviviente de aquel plantel histórico, no piensa en cuántos años le quedan por vivir, sino cuántos logros, metas y objetivos nuevos se puede alcanzar en este club que más que su hábitat parece ser su lugar en el mundo.
Daniel “Sapo” Quiroga cumplió seis años desde que se puso por primera vez la piel verde y blanca. Llegó de la mano de Gerardo Gómez para afrontar el torneo Federal C. Jugó de lateral, de volante por derecha, de enganche y de doble cinco. Vio pasar a un racimo de entrenadores y con todos tuvo minutos en cancha, con algunos más y con otros menos. Hoy recuperado de una lesión y bajo la conducción del mismo entrenador que lo fue a buscar a Luján de Cuyo en su Mendoza natal, renueva las esperanzas de ganarse un puesto. Pero no se desespera, sabe que los momentos llegan.
“A mí Estudiantes me hizo conocido, yo le debo todo al club. Mantenerse tantos años en una institución es algo muy lindo. Viví las alegrías más grandes que fueron los ascensos: enfrenté a River -que fue un sueño-, además de llevar tantos años jugando en la B Nacional y estar peleando un lugar en el equipo hoy nuevamente”, repasa Quiroga buscando los mejores recuerdos en su memoria.
Llegó un 4 de enero para jugar como un enganche clásico o volante mixto, posición en la que se había destacado en Luján de Cuyo y que le significó la admiración de Gerardo Gómez. Pero en los primeros partidos de aquel Argentino C fue el propio técnico que le pidió que jugara de lateral por izquierda para darle más salida al equipo, lo hizo sin problemas y fue clave en el primer ascenso.
“Ya en el Argentino B volví a la mitad de la cancha, jugué casi toda la segunda mitad del torneo que fue la más linda, la del ascenso. Pude convertir algunos goles importantes desde cuartos de final en adelante”, cuenta el “Sapo”. Fueron cuatro los tantos y aunque el fútbol se mide en goles, el aporte de Quiroga en aquel tramo final del ascenso fue mucho más importante que aquellos cuatro tantos. Jugó de volante interno, una especie de 5 adelantado y realmente la descosió.
El viejo Argentino A lo volvió a tener de protagonista en el equipo titular primero en la temporada en la que se salvaron del descenso y luego en menor medida en la del ascenso a la “B” Nacional.
“Viví muchos momentos en este club. Hasta el Argentino A en el que nos salvamos del descenso contra Juventud Antoniana de local, estaba todo bien. Después empezaron los problemas. El momento más duro fue cuando nos llevaron a Lobos (provincia de Buenos Aires), pasamos cinco meses sin cobrar, por suerte apareció el Gobierno de la Provincia para devolvernos al lugar que nos correspondía y acomodar las finanzas del club”, cuenta aliviado.
“San Luis es mi segunda casa, paso todo el año acá, sólo viajo a Mendoza en las vacaciones. Siento cariño por la gente y ellos me demuestran su cariño. Me quedan seis meses de contrato y en junio charlaremos con la dirigencia la continuidad. Me encantaría quedarme, pero se verá. El día que me tenga que ir, quisiera hacerlo por la puerta grande, dejando una buena imagen”, dice Quiroga.
Ya sin las lesiones que le jugaron una mala pasada en el principio de 2017, Quiroga está haciendo una pretemporada intensa. Tiene las ilusiones a tope pensando en lo que viene. Quiere seguir escribiendo su historia, que casualmente es parte importante de la de Estudiantes.


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