Caso Abel Ortiz: “Que aparten a los policías involucrados"

En estos casi tres años de la desaparición de Abel Ortiz, sus hermanos han experimentado dolor e indignación. Ambos sentimientos en grandes dosis. Pero sólo el primero de ellos es el que los está marcando de por vida a ellos y a sus padres. El rencor hacia las personas que, de un día para el otro, les arrebataron a “Pochi” nunca tuvo cabida en sus corazones, dice Marcela, una de las hermanas del joven. A esta altura de su lucha, lo único que los mantiene en pie es el deseo y la esperanza de hallar el cuerpo de su hermano, para darle una digna sepultura y acabar así de una vez con el interrogante que muchas noches les roba el sueño: ¿dónde está Abel, qué le hicieron? El castigo para sus asesinos es algo que dejan en manos de la Justicia. Pero, mientras esperan que ese día llegue, sólo tienen un pedido y es que los policías que, en algún momento, fueron ligados a la desaparición de su hermano no vuelvan a vestir el uniforme de la fuerza.

Eso pidieron el sábado, en una  nueva marcha que hicieron por las calles del centro de Villa Mercedes. A las 18:20 casi 200 personas partieron de la Plaza del Viejo Mercado, desde Balcarce. Doblaron por Fuerte Constitucional, siguieron una cuadra más por Lavalle hasta la plaza Pedernera y, luego, emprendieron la vuelta por Pedernera.

A fines de abril la Cámara Penal 1 de Villa Mercedes le dictó la falta de mérito al comisario Marcelo Cecilio Acevedo, acusado en su momento del asesinato de Abel y de asociación ilícita. Veinte días después sucedió lo mismo con las otras dos sospechosas del homicidio: la peluquera María Alejandra Espinosa, ex de “Pochi” y amante del policía, y su amiga María Vásquez.

El principal argumento de los jueces para sostener esa resolución fue que no había pruebas para demostrar que los tres se deshicieron del hombre de 29 de años.

Para los Ortiz no existen suficientes elementos probatorios porque el ex jefe de la Comisaría 9ª y el personal a su cargo se ocuparon de borrarlas o taparlas. También, porque los efectivos de la Comisaría 29ª que, en primera instancia, tuvieron en sus manos el caso no investigaron como debían. “Trabajaron mal, desde un principio. Nadie lo buscó. Perdimos mucho tiempo, y por eso hoy estamos como estamos”, remarcó Marcela.

“¿Cómo a ese otro hombre que lo habían mandado a matar lo encontraron rápido y mandaron presos a sus asesinos?”, planteó la mujer. Se refería a Pedro Fridel, el puestero de un campo que desapareció en octubre de 2015 y fue hallado un mes y medio después bajo tierra. El juez instructor Leandro Estrada procesó a su patrona y al supuesto matón que contrató para el homicidio. “Encontraron el cuerpo ahí nomás y también hicieron hablar al sicario porque en ese caso no estaba involucrada la Policía (…). Si Espinosa hubiera estado sola, no hubiera contado con la ayuda de los policías, ya sabríamos lo que le pasó a nuestro hermano”, aseguró.

Pese a todo aún mantienen viva la ilusión de hallar a Abel. “Puede aparecer alguien, un testigo, que no ha querido decir nada por miedo y que se va a quebrar”, señaló. Dijo que Espinosa, Vásquez y Acevedo no son los únicos que saben dónde está Ortiz, sino que debe existir alguien que vio lo que hicieron, porque el crimen no fue perfecto, no tienen la capacidad para lograr algo así.

También cree que es posible que el juez Estrada encuentre nuevas pruebas contra la peluquera y compañía. No importa si la Justicia demora un día o diez años en eso, lo único que les interesa es dar con el paradero de su hermano.

Nunca, en el más remoto de sus pensamientos, se imaginaron atravesando la tristeza con la que conviven a diario. “Jamás fuimos malas personas. Nuestros padres siempre nos enseñaron el buen camino, en no meternos en problemas. Lamentablemente Abel se enamoró de la persona equivocada”, expresó, mientras se secaba las lágrimas.