¿Cuántos veces los dieron por acabados a Federer y Nadal? Muchas. Pero siempre resurgen. Esta vez lo hicieron en el abierto de Australia cuando parecía que tenían menos chances que nunca.
Los dos se encuentran en los cuartos de final y se enfrentarán con rivales de distinto calibre: mientras que el suizo se medirá con el alemán Mischa Zverev, 50 del ranking y sorprendente verdugo del escocés Andy Murray, el español se topará con el canadiense Milos Raonic, actual número tres del mundo.
Federer arrancó el torneo como 17º Preclasificado y contó con un guiño del destino ya que en las dos primeras rondas tuvo rivales accesibles: el austríaco Jurgen Melzer y el estadounidense Noah Rubin.
En la tercera rueda se topó con el primer peso pesado, el checo Tomas Berdych, 10 del mundo, pero se lo sacó de encima sin problemas, en sets corridos.
En los octavos de final le llegó su partido más complicado, frente al japonés Kei Nishikori, 5 del ranking, y ahí el suizo tuvo que dar lo mejor de si para imponerse de manera ajustada en cinco sets.
El destino se puso nuevamente de su lado y entonces su rival de cuartos de final será el alemán Zverev, quien dio la sorpresa y eliminó a Murray.
En caso de ganar, Federer tendría el último escollo antes de la final frente al ganador del suizo Stan Wawrinka (4) y el francés Joe Wilfried Tsonga (12).
Nadal, por su parte, arrancó el certamen como noveno favorito y en su camino a los cuartos de final derrotó al alemán Florian Mayer, al chipriota Marcos Baghdatis, a la promesa del tenis, el alemán Alexander Zverev (19 años) y al francés Gael Monfils, 6to. Del escalafón.
En el camino del español aparece el canadiense Milos Raonic, 3 del mundo, y uno de los tenistas que viene pidiendo pista hace rato.
A simple vista, es más complejo ese encuentro que el que debería librar en una de las semifinales ante el ganador del belga David Goffin (11) y el búlgaro Grigor Dimitrov (15).
Federer y Nadal se enfrentaron en 34 oportunidades con un saldo favorable muy amplio para el español, que se impuso en 23 oportunidades.
De todos los encuentros, tres fueron por el abierto de Australia y en todos ganó el español (final de 2009, semifinal de 2012 y semifinal de 2014).
Una final entre ellos dos sería un sueño para todos los amantes del tenis y un premio para dos jugadores que ya están en la historia grande pero todavía siguen con hambre de más gloria.
Télam
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