Ricardo Ariel González dice que no tiene nada que ocultar. Su conciencia está tan limpia que al día siguiente, a las pocas horas, de que una tropilla de policías irrumpiera en su domicilio y le revolucionara cada rincón, en busca de elementos que –presumen– podrían tener una conexión con el homicidio del auxiliar de Policía Rodolfo Domínguez, fue, habló con la jueza que ordenó ese allanamiento y se puso a entera disposición de la investigación. En ese sentido, está tranquilo. Según dice, no hay manera de que él encaje en el crimen y, mucho menos, que lo acusen de cometerlo, porque a la víctima ni la conocía. “Jamás entablé una conversación con ese chico. Tampoco recuerdo haberlo tratado personalmente y si lo hice, debe haber sido hace años porque, la verdad, no lo registro…”, aseguró.
Desde el momento que El Diario se contactó con el hombre de 38 años, él se mostró predispuesto, muy abierto, a responder todas sus preguntas. Casi con la necesidad a cuestas de que se escuche su voz, como una oportunidad para aclarar y dar a conocer que todavía no entiende, no sabe, por qué el miércoles un grupo de policías entró a su casa del barrio Justo Daract de Villa Mercedes, lo trató como un delincuente y, según él, por poco lo mata.
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