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El sueño, un factor que influye en el rendimiento escolar

Por redacción
| 13 de marzo de 2016
Pediatras consideran que los alumnos deben entrar más tarde y extenderse la jornada.

Con cada comienzo de ciclo lectivo se renueva el debate sobre cómo influye en el rendimiento escolar no dormir lo suficiente, especialmente en las primeras horas de clase del turno mañana. Docentes, psicólogos, educadores y pediatras puntanos dieron su visión sobre si es o no conveniente modificar el horario de ingreso a las aulas, para mejorar el proceso de aprendizaje y de paso, respetar el tiempo de descanso, que en los adolescentes, es diferente.

 


El punto de partida del debate fueron dos investigaciones de especialistas norteamericanos: una fue realizada por miembros de la Asociación de Pediatría de los Estados Unidos (AAP, por sus siglas en inglés) donde afirman que “retrasar el inicio de la jornada escolar hasta las 8:30 o más tarde, permitiría que los estudiantes duerman mejor”. Además, la organización médica indicó que “la falta de sueño tiene consecuencias físicas y mentales, al tiempo que impacta negativamente sobre el rendimiento académico de los estudiantes”.

 


Y la segunda es una investigación que realizaron los psicólogos Scott Carrell, Teny Maghakian y James West titulado “Los efectos que causa en el rendimiento escolar de los adolescentes el horario de ingreso a la escuela". Según sus conclusiones, “el ritmo circadiano -el reloj biológico cableado en el cerebro que regula las horas de sueño y de alerta- funciona diferente en los adolescentes. Porque la hormona inductora del sueño, la melatonina, recién a las 11 de la noche empieza su producción y cerca de las 8 de la mañana, se detiene. Es decir, recién entonces el cerebro adolescente está despierto y alerta”.

 

 

El primero en contar su experiencia fue el director de la Escuela de Arte N° 1 “Gaspar Di Gennaro” de Villa Mercedes, Roberto Tessi, que este año modificó el horario de ingreso: “El año pasado anuncié que en 2016 íbamos a comenzar las actividades un módulo más tarde, es decir cuarenta minutos después de las ocho”. El  motivo fue que todas las mañanas se producía un caos de tránsito en el  horario de entrada que lo obligó a usar el sentido común y retrasar el horario de ingreso: “Por eso decidimos cambiar y todos lo entendieron. Los docentes pusieron buena voluntad y en varios casos hubo que hacer una ingeniería de horarios para que les coincidiera con el ingreso a otros colegios. Y la verdad es que este año empezamos fantástico, a tal punto que la mayoría llega a las 8:15 y se queda en la puerta conversando y ya nadie llega tarde. Antes la mitad entraba a las corridas y los otros lo hacían más tarde. Creo que este cambio fue muy positivo”, indicó Tessi. También opinó que “en la escuela todavía existen formas del siglo XIX que hay que cambiarlas, como por ejemplo esa formación en fila india para tomar distancia de un brazo. Hoy los chicos andan todos abrazados y los tenés que entender. Hay que adecuarse a los tiempos que corren y hacerlo con respeto”. También dijo que “estos cambios son positivos y además hay que adaptarse a las características de los alumnos que tiene cada escuela, si la mayoría viene de un barrio alejado, que tienen que cruzar toda la ciudad, no los podés hacer entrar a las ocho porque ese pibe está a las siete y media en la calle viajando. ¿Quién se hace cargo si le pasa algo? En invierno, en San Luis, entrar a las ocho no sirve porque todavía está oscuro”.

 


El pediatra Ricardo Demarco introdujo otra variante al debate como es el huso horario: “Hoy está desfasado y creo que esto también tiene importancia. A nuestro país le corresponde el huso horario menos 4, pero estamos utilizando el menos 3. Y como San Luis además está ubicado más hacia el oeste, tenemos treinta minutos más extendido, con lo cual estaríamos adelantados en una hora y media. Esto quiere decir que cuando el reloj marca las siete de la mañana, en realidad son las cinco y media de la madrugada”.

 


Demarco señaló que no está de acuerdo con empezar tan temprano las actividades cotidianas porque “el rendimiento en cualquier aspecto, ya sea laboral o de estudio, tiene que empezar un poco más tarde. A las siete es temprano para todos, aunque los ritmos biológicos sean distintos en cada ser humano. Lo que nos hace a todos iguales es que  estamos preparados para comenzar las actividades cuando sale el sol. Empezar un poco más tarde estaría bien”.

 

 


Sin dormir, ni descansar

 


La AAP explica en su investigación que los adolescentes “son un grupo que está especialmente en riesgo en lo que respecta a la falta de horas de descanso, ya que sus ciclos naturales de sueño les hacen difícil dormirse antes de las 23". Por eso sostiene que, "la pérdida crónica de sueño entre ellos se ha convertido en la norma".

 


Según el médico especialista en niños y adolescentes, Gabriel Pujales, “hay varios estudios que dicen que para optimizar el rendimiento del ser humano, la luz solar debe tener cierta intensidad y así se consigue la máxima atención. Esto no se produce en invierno cuando los chicos entran a las siete de la mañana y está de noche todavía”.

 


Su colega Demarco también señaló que se deben tener en cuenta “el aspecto cultural  y las necesidades de cada pueblo porque no es lo mismo vivir en una ciudad capital, en otra más chica o en una pequeña localidad. Las distancias son otras porque hay gente que viaja hasta dos horas para llegar a su trabajo. Por lo que ahí la jornada debe ser más extendida y hay que entrar más tarde”. El pediatra indicó además que “hay que desayunar y lo ideal sería compartir un rato en familia antes de salir. Esto es algo que no lo hacemos porque nos levantamos y salimos con el tiempo justo. El problema es que éstas costumbres ya las tenemos arraigadas y habría que modificarlas”.

 


Para Pujales “el rendimiento escolar puede mejorar en el horario de las nueve de la mañana, el tema es que la escolaridad de Estados Unidos es totalmente diferente a la nuestra. Las horas de estudio, la currícula y las formas de dar clases son muy diferentes. De hecho el sistema educativo allá tiene más horas que en Argentina y ahí se pueden encontrar las diferencias en el rendimiento. Hay que tener en cuenta que la mayoría de nuestros niños si bien entran temprano a la escuela, al mediodía están todos en sus hogares”.

 


El pediatra advirtió que “el otro tema que debemos fomentar es el descanso de las ocho horas que el organismo necesita. Los grupos familiares deberían respetarles el descanso a los niños porque un chico que entra a las siete de la mañana no puede estar a las doce de la noche todavía levantado”. Y comentó que en su consultorio “esto lo veo a diario porque muchos chicos tienen un exceso de actividades por la tarde y si a esto le sumamos que no duermen las ocho horas, entonces llegan agotados a fin de año. Tanto que muchos padres acuden a pedirnos polivitamínicos cuando en realidad lo que deben hacer es respetarles las horas de sueño”.

 


Ambos profesionales analizaron las dificultades que este cambio podría generar en el sistema educativo: “Se complica cuando hay edificios que deben cumplir con tres horarios distintos. Habría que tener construcciones más amplias para que cada colegio tenga un solo horario para todos los niveles y eso incluye que los chicos puedan almorzar ahí mismo. Porque de otra forma los que cursan por la tarde deberían entrar después de las 14 y salir pasadas las 20”, aclaró Demarco.

 


Mientras que Pujales señaló que “habría que analizar cómo hacen las escuelas que tienen turno tarde y habría que ver cómo los afecta el rendimiento escolar a ellos, porque entrarían y saldrían más tarde. Me parece que se podría hacer un análisis, pero con elementos bien claros que aseguren que el rendimiento mejora”.

 


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