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Robo en "María del Rosario": buscan una coartada para "Jipi"

Por redacción
| 26 de noviembre de 2016
Estrategia para exculparlo. desde lo temporal, es imposible que giménez (foto) haya participado del atraco, manifestó su abogado.

Es una secuencia de unos cuatro minutos, tomada desde una cámara de seguridad pública ubicada en la avenida Lafinur y 25 de Mayo, en inmediaciones a la panadería y confitería “Delicias”. Allí, según contó Cristian “Jipi” Giménez en su declaración indagatoria, paró el 4 de mayo de 2012, bien temprano, para comprar tortitas y llevarlas a la casa de su hermana Verónica, a donde iba a trabajar con autorización de la Justicia, ya que está condenado por un robo.

 


Giménez, que ahora enfrenta otro juicio, por el asalto en la empresa de transporte “María del Rosario”, ocurrido hace cuatro años, declaró “que salió del Servicio Penitenciario a las 07:30, aproximadamente, en el auto (que le había prestado su hermana Verónica), un Volkswagen Gacel color champagne. Tomó la avenida Lafinur y estacionó cerca de la panadería” para llevar lo que pedía todos los días, resumió el viernes el defensor de “Jipi”, Hugo Scarso, en lo que fue la última audiencia en la que se escucharon testigos.

 


En la filmación “se ve el auto de la hermana parado en la puerta del comercio –continuó el penalista–. Luego retomó por avenida Lafinur, para ir al domicilio de Verónica. El automóvil estuvo demorado ahí desde las 07:21:31 hasta las 07:24:48”, dijo, con detalle de hora, minutos y segundos.

 


Este elemento, aseveró Scarso, contradice lo que informaron desde el Penal respecto al horario de salida del interno ese día. Y le permite hacer una ecuación, que probablemente desgranará en los alegatos, la semana entrante. Estimó que, desde la panificadora a la casa de Verónica Giménez, situada “al fondo del barrio San Martín, se demoró unos 20 minutos. Y de allí hasta ‘María del Rosario', que está al este, hay unas 20 cuadras”, con lo cual, desde lo temporal y por lo manifestado por los testigos en cuanto al horario, se cae la posibilidad de que él haya participado del hecho.

 


La exhibición del fragmento de la filmación, que fue incorporada en su momento, se hizo ayer. Scarso lo había solicitado el jueves, en la penúltima audiencia. Ayer se cerró la etapa probatoria y se anunciaron los alegatos.

 


También declararon los últimos tres testigos: un policía; un empleado que estaba en el predio de la empresa, en Córdoba 78, cuando los tres delincuentes irrumpieron; y Justo Javier Ontiveros, condenado por el homicidio de Fabio Bea, un estudiante que sufrió una golpiza a la salida del boliche “La Quinta” de San Luis.

 


Ontiveros fue investigado por el asalto en la empresa de transporte al comienzo de la pesquisa. Se supuso que era cómplice de “Jipi”. Pero no instruyeron sumario contra él ni lo llamaron a una declaración indagatoria: lo sobreseyeron.

 


De todos modos, por interés de Scarso, Ontiveros se presentó ayer  a dar su testimonio. El camarista José Luis Flores le aclaró que, ya que se lo vinculó en su momento al hecho, si le hacían alguna pregunta que él considerara que podía comprometerlo, era su derecho abstenerse de responderla.

 


Hecha esta aclaración, habló. Las preguntas del defensor, en verdad, sólo apuntaron a saber cómo es, en lo cotidiano, la salida de los presos con permiso laboral, por ejemplo. En ese momento, él tenía ese beneficio. Trabajaba por las mañanas en una cancha de pádel, regresaba a firmar a la cárcel y después, a la tarde, se iba a cursar en la Universidad de Lomas de Zamora.

 


Explicó que, desde la unidad hasta la puerta exterior, hay cinco “pasos de control”, por lo que irse insume, en el mejor de los casos, “de unos 15 a 20 minutos”.

 


Una hora es el lapso máximo del que disponen para poder llegar con tiempo suficiente a sus respectivos trabajos. Pero aclaró que muchas veces, la salida está supeditada “a las ganas del guardia”. Si ésta se dio “cuando hacían el recuento (de los internos), seguro demorabas más”, agregó.

 


En algunos de esos controles hay libros en los que se deja asentado el nombre y apellido de interno y el horario en el que pasó. Scarso refirió que si bien ésta es la regla, en muchas ocasiones sólo se anota en un papel suelto, y después se pasa al libro.

 



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