La mujer que sueña con un museo paleontológico

Sentada en el pequeño box en el que pasa la mayor parte de su tiempo, Laura Codorniú contó que su sueño es que San Luis tenga un museo para exponer e investigar restos fósiles. Llegó a San Luis -de Jachal, en San Juan, donde nació hace 44 años- en 1993 para estudiar biología y porque tenía un buen sistema de becas. Hizo su tesis sobre fósiles de peces encontrados en Villa de la Quebrada, lo que le permitió ser una de las iniciadores de estudios paleontológicos en la región. Trabajó en excavaciones y museos de Estados Unidos, Alemania, Sudáfrica y China.

—¿Te costó recibirte en tiempo y forma?

—Elegí San Luis porque ofrecía muchas becas y así podía estudiar. Tenía la del comedor y la residencia. Un año antes ya se había mudado mi hermano para estudiar Bioquímica. En el segundo año de cursada, tuve mi primera hija, Florencia, que ahora tiene 21 años, así que hice toda la carrera con ella. La licenciatura es de cinco años pero me demoré uno más porque tenía que hacer la tesis. Como elegí de peces fósiles de Sierras de las Quijadas, tuve que pasar mucho tiempo preparándolos. Es decir, hacer un trabajo de laboratorio para dejar la estructura al descubierto.

—¿Cómo te ayudó especializarte en el exterior?

—Me presenté a una beca nacional que era otorgada por varios empresarios del país. Gracias a eso, viaje con mi director a Estados Unidos en cinco ocasiones. Estuve en excavaciones buscando fósiles, también trabajé en los museos de Los Ángeles y de Nueva York. Estuve en Alemania, Sudáfrica, China, Brasil y Chile. Me sirvió para conocer la tecnología y ver el avance que hay en comparación a nosotros. Estamos atrasados en cuestiones de infraestructura y de inversión en investigación y ciencia.

—Formaste parte de un equipo que realizó el descubrimiento del resto paleontológico más viejo del país. ¿Qué repercusiones tuvo?

—Recibimos felicitaciones de la comunidad científica de distintas partes del mundo. Ahora queda la tarea de seguir analizando el resto de los fósiles. Después de cuatro años de investigación, descubrimos que el cráneo encontrado en Trelew, Chubut, era de un pterosaurio volador, que vivió hace más de 170 millones de años. Viajamos a Alemania para hacer una reproducción tridimensional de la pieza para poder estudiarla en profundidad.

—¿Fue difícil ser pionera en estudios paleontológicos en San Luis?

—Hubo tres campañas en 1994, 1996 y 1998. Se hizo un convenio porque necesitábamos una logística muy grande. En esa época había que comprar el agua en camiones porque era un lugar inhóspito. Teníamos más de cuarenta voluntarios y teníamos que darles de comer a todos. Empezamos a sacar y todavía no se terminan de preparar. No tenemos un laboratorio con técnicos para hacerlo. 

—¿Qué tipo de restos encontraron en Sierra de las Quijadas?

—Hemos encontrado distintos grupos de peces extintos, pterosaurios, algunos restos pequeños y huellas de dinosaurios. Esperamos en algún momento encontrar huesos. Pero es un trabajo difícil. Hacemos campañas de siete a diez días. Nos levantamos a las siete para arrancar a las ocho. A la una cortamos una hora y después seguimos cavando hasta las seis.  Pero para poder hacer excavaciones más largas necesitamos más presupuesto.

—¿Por qué hace falta un museo en la provincia?

—Es necesario porque somos muchos doctores y requerimos un lugar que nos permita seguir con las investigaciones. El museo sería la solución porque además de trabajar se puede mostrar lo que hacemos. Ahora, encontramos una vértebra y tuve que salir al patio de la facultad para limpiarlo porque no tenemos lugar. Estamos complicados porque es el tercer año en que hacemos campañas y no tenemos espacio para almacenar lo que encontramos.