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"Es algo inexplicable... Emilse y Selena no merecían morir"

Por redacción
| 13 de septiembre de 2015
En sus manos. María (izq), mamá de las víctimas, y su cuñada Paola. Foto: Nicolás Varvara.

Cuatro chicos caminaban por el medio de la calle San Martín con silbatos, bocinas y flautas bajo el luminoso sol del mediodía. De no ser porque los secundaban varios adultos con carteles con pedido de justicia, bien podían ser confundidos con una pequeña y principiante orquesta infantil que le regalaba unas notas sueltas a los peatones. El niño que iba a la cabeza es Alejandro. Tiene 4 años. Es hijo y sobrino de Emilse y Selena Caro, las hermanas que iban en la moto que un joven chocó hace dos semanas, tras salir de un boliche en Juana Koslay. “Alejandro está contenido. Está acostumbrado a estar con los abuelos maternos. Cuando Emilse se iba a trabajar a la panadería, como el día del choque, ellos lo cuidaban. Pero es muy chiquito. A medida que pase el tiempo tendrá recuerdos más vagos de su mamá. Todavía no hallamos explicación a lo que pasó. No merecían morir”, aseguró Paola Matamoros, tía de las chicas por parte materna.

 


María Villarreal, la mamá de las víctimas, participó el viernes junto a Paola y otros parientes de la segunda marcha organizada por las compañeras de curso de Selena, del sexto año división A del Centro Educativo Nº 2 "Paula Domínguez de Bazán". María no quiso dar entrevistas. No se siente en condiciones de hablar, explicó su cuñada Paola, quien sí accedió a dialogar en representación de los allegados.

 


“Siempre fuimos una familia que busca excusas para juntarse: un cumpleaños, comer un asado o lo que sea... Y ahora mucho más. El papá de las chicas –es el comisario Hugo Caro, jefe de la Subcomisaría 2ª de El Volcán– todavía no volvió a trabajar. Por su actividad, ha visto casos de este tipo. Pero vivirlo ahora en carne propia es otra cosa. Se hace el fuerte para sostener a su esposa e hijos, pero está destruido. María también. Tienen cinco chicos a quienes contener, la más chiquita es una beba que todavía no cumple un año”, contó.

 


Emilse era la segunda de los siete hijos de la pareja, y Selena, la antepenúltima. “Todos los recuerdos que tengo de ellas son muy lindos. Siempre con una sonrisa, siempre haciendo un chiste. Eran muy buenas personas. Y muy unidas y confidentes, aunque Emilse ya no vivía en su casa paterna. Había formado pareja y alquilaba al frente de lo de sus papás.  El domingo 30 de agosto, cuando me avisaron lo que había pasado, Emilse ya había muerto y Selena luchaba por su vida. Tenía muy pocas probabilidades de vivir, pero conservábamos la esperanza de que se recuperara. Toda nuestra fe estaba puesta en Dios. Emilse no hubiera dejado que Selena se quedara, y menos así, sufriendo. Se la llevó con ella”, dijo Paola.

 


Tan próxima era la relación entre las hermanas que hasta compartían el lugar de trabajo. Emilse atendía a los clientes de la panadería “Inmar” de Juana Koslay. Selena iba algunos días a la panificadora, siempre que sus responsabilidades escolares se lo permitieran. “Solía ir los fines de semana, que es cuando la necesitaban para cubrir a alguna empleada que estaba de franco o cuando había más movimiento en el negocio. Pudo quedarse en su casa, pero ella quiso trabajar para juntar plata para la fiesta y el viaje de egresados, que eran este año”, refirió Paola.

 


El anhelo de los Caro es idéntico a aqueél que manifiestan todas las familias golpeadas por tragedias como éstas. Quieren justicia. Y quieren que haya más controles en las rutas. “Sabemos que al conductor del auto –Franco Pérez, de 20 años–lo procesaron y le dictaron la prisión preventiva. Esperamos que no salga mañana. Estamos instruidos y sabemos también que (en un eventual juicio oral) no le van a dar muchos años de cárcel. Tenemos conocimiento también de que le retuvieron el carné. Pero si no hacen suficientes controles, ¿de qué vale? Por eso esperamos que el petitorio que vamos a llevar sirva para que no haya más muertes como la de mis sobrinas”, expresó.

 


Paola se refería al escrito que los manifestantes entregaron el viernes en la mesa de entrada del Poder Judicial junto a una planilla con firmas, para solicitar más controles en las rutas. “La primera marcha fue en silencio, para que la comunidad escuchara nuestro dolor. Ahora queremos que escuche nuestras palabras de reclamo. Queremos que se terminen los accidentes causados por el alcohol y por otras imprudencias, como el uso del celular cuando se maneja. Queremos que la Policía haga los test de alcoholemia a la salida de los boliches, pero no a las 5 de la mañana, sino más tarde”, dijo Karem Spagnuolo, compañera de curso de Selena.

 


El petitorio fue una iniciativa de las alumnas de la Bazán, contó Miriam Quiroga, profesora de Ciencias Políticas de esa escuela. Las estudiantes “quieren que se tome conciencia. En este caso, además de los ciudadanos, también deben hacerlo quienes tienen el poder. Ante este problema no debe haber banderas políticas. A las leyes hay que hacerlas cumplir”, aseveró la docente.

 



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