El fin de semana no fueron días tranquilos para Silvio Crespo. El concesionario del bufet del Colegio Nº 11 “Benito Juárez”, donde desayuna, almuerzan y meriendan cientos de alumnos. Sin embargo, el sábado a las seis de la mañana, los únicos que coparon el lugar fueron los "dueños de lo ajeno" que sólo lograron llevarse un poco de mercadería y elementos de cocina.
El comerciante, manifestó que es la segunda vez que sufre en un robo en lo que va de 2015.
El celular de Crespo sonó temprano, no era un mensaje ni llamada de algún familiar. Eran los empleados del servicio de alarma que contrató hace unos meses para cuidar de su bufet y lo llamaban para darle aviso del hecho.
"Estaba durmiendo, eran como las siete y cuarto de la mañana, me dijeron que la policía iba en camino”, relató aún consternado.
“Cuando llegué al lugar me di cuenta que rompieron una de las puertas del negocio y las trabas que tenía. Sólo se llevaron algunas comidas, manteles, utilería. Alcanzaron a manotear lo primero que encontraron porque sonó la alarma y se escaparon", agregó.
Al parecer, él o los asaltantes, ingresaron por el frente del colegio sobre la calle Ayacucho 76, saltaron el paredón -que debe medir unos tres metros-y lograron meterse al patio de la escuela para luego inmiscuirse en algunas de las aulas que dan al comedor.
"Se ve que se han trepado y saltaron, estuvieron probando en varias partes. La policía descubrió que habían roto una de las puertas, le sacaron el candado", indicó el Crespo.
El dueño del comercio, manifestó que las cámaras ubicadas en frente del “Benito Juárez”, sobre plaza Lafinur, no funcionan y que eso "avivó" a los ladrones para ingresar al lugar.
"No logramos hablar con muchas personas, con los únicos que dialogamos fueron unos hombres que estaban cuidando las máquinas que están trabajando en el pozo donde se cayó el camión, sobre Balcarce y Eleodoro Lobos. Pero no tenemos nada más que eso, mañana (hoy) tengo que hacer la denuncia”, dijo.
Silvio Crespo, atiende el bufet de lunes a viernes junto a su mamá. Comenzaron a trabajar en el comedor a comienzos de marzo, unas semanas después, sufrieron el primer impacto. “Esa vez fue peor. Había encargado mercadería por un mes y se la llevaron toda. También hornos, pavas eléctricas. Dos días después, pusimos la alarma”, contó Crespo quien expresó que “ahora estamos las 24 horas con el teléfono en la mano para que nos den una mala noticia”.


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